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Mostrando entradas de marzo, 2016

Tiritas para la hemorragia láctea

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Termino la semana ciertamente soliviantado ante la noticia de que el ayuntamiento de Barcelona se declara “ciudad Vega-friendly”, osea, ciudad amiga de la cultura vegetariana y vegana. Desconozco si previamente la ciudad olímpica por excelencia se declaró amiga de la cultura del pan, de los huevos, carne, leche o butifarra, por llevarlo al campo catalán pero mucho me temo que será que no y que, Barcelona, una vez más, se suma al supuesto carro de la modernidad aprobando una ampulosa y llamativa declaración en pro del movimiento vegetariano aún habiendo destruido en su zona metropolitana, durante décadas, cientos o miles de hectáreas cultivables para destinarlos a la burbuja inmobiliaria. En resúmen, primero destruyo todas las huertas y terrenos cultivables y ahora, a la postre, me declaro, porque soy guay del paraguay, ciudad vega-friendly. Yo, por mi parte, como cada vez disfruto más de las menestras que prepara mi suegra, también me voy a declarar vega-friendly. Ad

Ernesto me quiere llevar al huerto

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Mi vecina Alejandra, gallega de pura cepa, trabajó la huerta hasta bien cumplidos los 80 años y con una disciplina digna de todo elogio, se tiraba casi toda la mañana, desde bien temprano, para sacar adelante su huerta de aproximadamente unos 1.000 metros cuadrados. La labor diaria de esta vecina que, además, sacó adelante los trabajos domésticos de una familia de 3 hijos, se repetía día sí y día también, lloviese o calentase de lo lindo y fruto de ello, además del rendimiento económico, tenía una huerta que era (aún sigue siéndolo con su hija Lola) la envidia de los vecinos puesto que estaba mucho más limpia y bonita que, incluso, alguna casa. Por ello, no me extrañó en su momento, cuando el Gobierno Vasco tramitaba una normativa sobre el Paisaje, que en el documento oficial se recogiese una mención expresa sobre el perjuicio al paisaje de las huertas “clandestinas” que se ubicaban en las orillas de carreteras, autopistas, vías de tren o riberas fluviales y sobre el efe

Puerta a Puerta

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“Yo soy católico, apostólico y románico” (en vez de decir “romano”) fue la frasecita que disparó mi padre hace muchos años a un par de testigos de Jehová que nos daban la murga todos los sábados, siempre a la misma hora, a la 1 de la tarde, que en mi casa era la sagrada hora de comer. Esta anécdota me hizo pensar en lo profundo de sus convicciones religiosas que les impulsa a patear pueblos y calles intentando convencer a los incrédulos o intentando reorientar a los pocos católicos que incautamente abren la puerta de su domicilio. No voy a entrar en la leyenda urbana de si son secta, que si les pagan por cada libreto que endosan, etc. La cuestión es que tiene un mérito del carajo ir, puerta a puerta, intentando exponer y convencernos de “su buena nueva”. Utilizo esta anécdota a modo de introducción para ilustrales lo que he sentido multitud de veces cuando, en función de mi responsabilidad en la organización agraria ENBA de Gipuzkoa en la que trabajo, he acudido a

Remuneración en especie

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Recientemente acudí a una charla impartida por la profesora de la Universidad del País Vasco (EHU-UPV), Arantza Aldeazabal en el Palacio Barrena de Ordizia donde ilustró con datos, gráficos y fotos los magníficos resultados de un trabajo de investigación desarrollado por un amplio equipo de personas en los que participó incluso su hijo metiendo estacas. Imagino que dichas estacas no serían de acacia porque aunque siendo consideradas como las mejores por los baserritarras parece ser que no son del agrado de algún ecologista de salón que, a éste también, se la tienen jurada. Tras la interesantísima presentación de Arantza Aldeazabal se celebró una mesa redonda, fenomenalmente dirigida por el emprendedor abaltzisketarra Iñaki Gorostidi que, junto al siempre discreto Luis Mari Murua, ha logrado desarrollar en su pueblito la empresa LOGIKALINE, empresa multiservicios (call center, telemarketing, gestión de citas previas, servicio ciudadano, etc) y junto a él, participaron Javier