La trainera de Imanol
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Cada vez que vuelvo a Arantzazu, municipio de Oñati, y me pongo a mirar el tremendo macizo rocoso que se erige ante el inmejorable balcón que supone el edificio Gandiaga, me asaltan dos sentimientos, algo contradictorios aunque también, en cierto modo, complementarios, por una parte, se apodera de mí un indisimulable sentimiento de alegría al comprobar que alguien, o algo, pudo ser el causante de semejante belleza que podemos disfrutar, por ahora, gratuitamente y, por otro lado, me alberga un sentimiento de tristeza, por la falta del gran Nikolas, Nikolas Segurola, que como buen cristiano, era la santísima trinidad en sí mismo, puesto que era fraile, era pastor y también, bertsolari. Pues bien, acudí al entorno del Santuario de Arantzazu a la llamada de las instituciones que iban a presentar la nueva estrategia rural vasca, pertreñada en gran parte por las cuatro instituciones vascas, gobierno vasco y las tres diputaciones forales, ante los agentes sectoriales y asociaciones de...