Materia prima
Llevo doce años y medio castigándoles con mis filípicas semanales. Lo siento, no volverá a ocurrir. Cada vez me cuesta más, se me está apagando la pila digo yo, y para más INRI, el tema más recurrente en mis escritos, la leche (de vaca), anda bien, por lo que no tengo de qué escribir. Suelo recurrir a algún informe o artículo leído recientemente, a alguna cifra o estadística que me llame la atención, o a alguna expresión o comentario que me mueva las tripas para, con parsimonia, ir hilando lo que al final conforma el sermón de la montaña de un simple juntaletras venido arriba.
Además, en lo personal ando ciertamente tocado, puesto que la base de nuestra familia, mi cuñado Aitor, una persona con síndrome de Down que no tiene un pelo de tonto pero que, tras una caída está ingresado en el (magnífico) hospital público de Urduliz, y como comprenderán, Aitor no alcanza a comprender lo que le ocurre.
Aún así, tocado pero no hundido, quisiera comentarles un run run que vengo escuchando en cada vez más círculos y atalayas sectoriales, que afirma que la mayor amenaza que tienen las industrias agroalimentarias es la falta de suministro de materia prima para sus plantas industriales. Sean del subsector que sean. Sean de leche de vaca y/u oveja, carne, huevos, fruta, etc.
Recientemente, con motivo del día internacional de la leche, fue la patronal láctea, la todopoderosa FENIL, la que reclamaba que había poner en el centro del debate la necesidad de garantizar el abastecimiento futuro de leche en España ante los grandes desafíos que enfrenta el sector. Es decir, en lenguaje primario, que temen quedarse sin leche para sus industrias.
Igualmente, hace bien poco, en un foro institucional, los dirigentes políticos informaban que la industria agroalimentaria (vasca) está muy, pero que muy, preocupada por la falta de suministro de materia prima para sus plantas transformadoras. Por cierto, unas industrias, en su mayoría, que pasan olímpicamente de la materia prima que se produce en su proximidad y que se abastecen, en su mayoría, de materia prima foránea.
Incluso, algunas cooperativas, creadas y conformadas por productores, observan que mientras su faceta industrial, transformadora y comercializadora van notablemente bien, su faceta productiva, es decir, la faceta productora de sus asociados, flaquea y languidece.
Las industrias, como decía, preocupadas por la falta de suministro, optan en algunos casos, los más, por apretar las tuercas al de abajo, al productor que le abastece de materia prima, sin caer en la cuenta, o peor, siendo conscientes de ello, que asfixiando al productor, queman al actual suministrador y cierran el camino a los futuros posibles productores. En otros casos, se opta por abastecerse de materia prima de otros países. En este caso, ya se ocuparán ellos, los del departamento de marketing, de ocultar el origen de la materia prima en la etiqueta y con ello, engañar, aún más al consumidor final. Y finalmente, existe una tercera casuística, donde los industriales toman el toro por los cuernos y creando una división de producción agrícola, o subcontratándola, intentan garantizarse la provisión de sus plantas y que las maquinas no paren en ningún momento.
Ahora bien, lo que tiene delito son aquellas cooperativas que viendo languidecer la producción en casa de sus asociados optan por sustituir a los productores asociados al frente de sus explotaciones por asalariados o subcontratados de la cooperativa y así garantizar, intentarlo al menos, la provisión de materia prima para la planta industrial cooperativa.
Se olvidan que el objetivo fundacional de todas las cooperativas es aunar la producción de las explotaciones familiares del territorio y bien sea a través de su transformación y/o comercialización bien sea directamente a través de su comercialización conjunta, crear valor añadido que retornará al bolsillo de sus productores asociados.
El objetivo no es producir por producir para así mantener la planta industrial en su plena capacidad ni sustituir a los asociados por asalariados. Para eso no hacía falta impulsar una cooperativa de productores, sería suficiente con una cooperativa de trabajadores. No, lo digo con harto dolor, las cooperativas debieran tener bien presente que el objetivo final es que los productores sigan al frente de sus explotaciones, explotaciones que están distribuidas a lo largo y ancho del territorio, dando vida a los pueblitos y que los hijos e hijas de esos asociados quieran continuar con esas explotaciones y si para ello, además de asegurarles una rentabilidad, hay que facilitarles la vida y posibilitarles la conciliación, entonces, será la cooperativa quien ofrezca esos servicios (maquinaria, mano de obra, veterinarios, etc.) pero, siempre, que sean los propios productores los dueños y señores del destino de sus explotaciones particulares y, porqué no, del de su cooperativa y/o industria de base cooperativa.
Xabier Iraola Agirrezabala
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