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Mostrando entradas de diciembre, 2015

Ilusión láctea

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Hace unos cuantos años recibí la llamada de mi buen amigo Joxemanuel Goikoetxea, ya fallecido tras una larga enfermedad, y ex de muchas cosas pero sobretodo un verdadero líder del sector agrario que supo, desde sus diferentes responsabilidades, impulsar proyectos y estructuras que sustentasen la actividad en un sector primario tan pequeño y difuso como el vasco. Pues bien, a lo que iba, Joxemanuel me llamó nervioso porque el mandamás de la empresa láctea de base cooperativa EMMI de Suiza, inesperadamente, había aterrizado en Loiu con el propósito de dar una charla a ganaderos encuadrados en la cooperativa KAIKU y hacía falta activar unos cuantos ganaderos para que llenasen la sala a modo de atrezzo y el orador no se viese frustrado por su escasa capacidad de convocatoria. Pues bien, los que acudimos a dicha charla, como se suele decir coloquialmente “para hacer bulto”, salimos mareados con la avalancha de números, estadísticas y conceptos que se nos escapaban al común de

Las ausencias del debate (decisivo)

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Viendo el Teleberri del finde caí en la cuenta que fui uno de los pocos que optó por quedarse por casa en el Puente de la Inmaculada ya que el que no se había ido a Madrid, se había ido a Munich y el que no, volvía al pueblo que, según parece es el refugio seguro al que todos recurren cuando el bolsillo anda constipado. Pues yo, también me quedé en el pueblo, en el mio, Legorreta para más señas, y siguiendo con la tradición familiar me dediqué a labores decorativas navideñas que van desde poner el pino hasta engalanar todos los rincones de la casa. Agotado de subir y bajar de la escalera para el dichoso pino, además de reponer bombillas y mover figuritas y espumillones de un lado para otro, el lunes por la noche, incauto de mí, me puse frente al televisor para seguir el Debate Decisivo, la madre de todos los debates, tal y como lo venían vendiendo los de Atresmedia desde hace un mes, y tengo que reconocer que debo ser algo masoquista puesto que aguanté hasta el final.

Orgullo casero

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El imparable aumento de la población mundial previsto por todos los organismos internacionales hace que tanto las empresas agroalimentarias multinacionales como los estados más poderosos hayan fijado el sector agroalimentario entre sus prioridades. Ahora bien, esta prioridad global no casa con las prioridades locales o más cercanas y menos con las prioridades personales de cada uno de nosotros pues de otro modo resulta difícilmente comprensible que en un panorama global tan, en principio, goloso nos encontremos con un sector productor cada vez más reducido y envejecido. En Euskadi, tenemos un sector agrario con unos titulares cuya edad media es de 58 años, es decir, en puertas de la jubilación “legal” y si acercamos la lupa a la estadística comprobamos que sólo el 10% de los titulares es menor de 40 años (40 años es el límite fijado por la Unión Europea para considerar a un productor, joven agricultor o no) y si miramos al tramo superior, comprobamos, con estupor, que el