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Silencios

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  Escribo este artículo en el mayor de los silencios, puesto que, si algo hay que ha caracterizado esta última semana previa a los Reyes, al menos en mi entorno, es el silencio. Silencio en el camino al trabajo y silencio en el destino. Correo electrónico, ninguno, llamadas, las justas y cuestiones, las retrasadas o las interminables. Nada nuevo bajo el sol, que diría aquel. Silencio, y dolor, en Arantzazu, donde nos reunimos cientos de personas en la misa funeral por el gran Nikolas Segurola. Todos los allí presentes, coincidíamos, en que el hueco dejado tras su muerte por este fraile franciscano, amante de las ovejas, defensor del pastoreo, impulsor de la Escuela de Pastores (ubicada en un caserío de la orden franciscana, Gomiztegi), además de amante del bertsolarismo (versos improvisados en euskara), del euskara y de otras muchas facetas de la cultura vasca, como decía, será inmenso. El Santuario de Arantzazu tiene la fachada ejecutada por el escultor Jorge Oteiza y destaca el

Trabajar para no perder mucho

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El alma sobrecogida me ha dejado Santiago al afirmar, literalmente, que trabaja para no perder mucho y aunque no conozco personalmente a este ganadero gallego, Santiago Rego, presidente de los ganaderos de Ternera Suprema, creo comprender lo que están pasando, éste y otros muchos ganaderos que, viendo su cuenta corriente en números rojos y conscientes de que se están comiendo su patrimonio familiar, sobreviven en el alambre a la espera de que la situación mejore antes de que se agote el oxigeno que los mantiene vivos. La expresión, tal cual, trabajar para no perder mucho, es el fiel reflejo de la desesperación de aquellos productores que, dentro de la tormenta perfecta que vivimos, ya no sueñan con ganar dinero para sacar adelante sus familias y hacer viable sus explotaciones, ni hacer parra, ósea cubrir costes, si no aquellos que se resignan a no perder demasiado y así, poder aguantar hasta que el tiempo escampe. En esta coyuntura, que ni es generalizable pero tampoco irreal, e

Talento y Talante

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Talento y talante Vuelvo de las vacaciones navideñas con un par de kilos adosados a la cintura como la cartuchera que lucía John Wayne en sus películas, fondón y desentrenado porque aunque les tengo que reconocer que uno es adicto al ejercicio de juntar letras, las vacaciones hacen estragos y uno pierde agilidad mental y agudeza visual para captar lo que es noticia o noticiable de lo que es simplemente, bazofia. Eso sí, por muy relajado y ocioso que esté uno, no sé si es por defecto de fábrica o por habilidad innata pero es inevitable que uno mire la realidad que le rodea , las noticias que lee y/o escucha con las agrogafas que no acabo de quitármelas y que como imaginará, irremediablemente, condicionan mi mirada. Pues bien, en esas estamos cuando cae en mis manos una publicación titulada GITalent, impulsada por el diario Noticias de Gipuzkoa con la colaboración de la Diputación Foral de Gipuzkoa, la Cámara de Comercio y la patronal ADEGI. Abordo la lectura de forma

El gran Nikolás

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Demasiada gente, lamentablemente, conoce las andanzas del pequeño Nicolás, un perfecto pijo que al codearse con gente de relumbrón de la derecha española, sacándose por doquier fotos y selfies con las estrellas políticas de la Corte madrileña, se quedó cegado con tanto flash y, lo que es peor,  se llegó a creer tan poderoso y que, incluso, tenía mano tanto en la Corona como en el CESID. Sus  aventuras, o mejor dicho desventuras, le han venido muy bien para ir de plató en plató, como si fuese la versión masculina de la Esteban, participando en debates y concursos y eso sí, previo pago, ir contando jugosas informaciones de las altas esferas políticas que, comúnmente, nos son ocultadas al populacho. El gran Nikolás, por su parte, es un gran desconocido para el público general puesto que su trayectoria vital es muy propia de los circuitos cortos en los que se mueve el sector primario y que tan en boga están en la actualidad. El gran Nikolás, Nicolás Segurola para más señas, nació en

El aire fresco de Arantzazu

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Mi madre era una apasionada de los programas y documentales de naturaleza y fauna salvaje y esa aficción que arrancó con el legendario Félix Rodriguez de la Fuente, cuajó y así cuando la televisión digital de Euskaltel llegó a casa, el canal Natura (que no sé ni si existe actualmente) pasó a ser la referencia del mando casero pero muy pronto mi madre, seguidora fiel y diaria, cayó en la cuenta que dicho canal repetía más que el chorizo cocido. Pues bien, como se podrán imaginar, en mi caso, escribir un artículo semanal, más aún teniendo en cuenta la dimensión de mis filípicas y la limitada temática tratada, tiene un doble riesgo, bien quedarte sin inspiración para plantear un tema que te enganche e interesante para un amplio colectivo, bien repetirte, y aquí enlazo con lo que le ocurría a mi madre, tanto en las temáticas como en los mensajes que vas lanzando continuamente por lo que, antes de que se aburran y dejen de leerme, les pido disculpas anticipadas. E