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Trabajar para no perder mucho

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El alma sobrecogida me ha dejado Santiago al afirmar, literalmente, que trabaja para no perder mucho y aunque no conozco personalmente a este ganadero gallego, Santiago Rego, presidente de los ganaderos de Ternera Suprema, creo comprender lo que están pasando, éste y otros muchos ganaderos que, viendo su cuenta corriente en números rojos y conscientes de que se están comiendo su patrimonio familiar, sobreviven en el alambre a la espera de que la situación mejore antes de que se agote el oxigeno que los mantiene vivos. La expresión, tal cual, trabajar para no perder mucho, es el fiel reflejo de la desesperación de aquellos productores que, dentro de la tormenta perfecta que vivimos, ya no sueñan con ganar dinero para sacar adelante sus familias y hacer viable sus explotaciones, ni hacer parra, ósea cubrir costes, si no aquellos que se resignan a no perder demasiado y así, poder aguantar hasta que el tiempo escampe. En esta coyuntura, que ni es generalizable pero tampoco irreal, e

Sudar la camiseta propia

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A finales del mes de febrero, acudí a la Escuela de Pastores del caserío Gomiztegi en Arantzazu a la presentación de los proyectos de 14 jóvenes que bien querían dar relevo generacional a sus explotaciones familiares o complementar y diversificar lo existente bien ansiaban iniciar la andadura de una nueva explotación sin tener más alforjas que la ilusión por emprender algo propio en un sector ovino-caprino (me extrañó la importante presencia de proyectos caprinos). Para mí, personalmente, a sabiendas que algunos de ellos quedarán en el camino, es un acto entrañable y que, sectorialmente, me carga mucho las pilas al comprobar que todavía hay gente cuyo horizonte está asentado en las montañas y en el mundo primario y por ello, espero que todos ellos tengan éxito en sus proyectos. Pues bien, mientras volvía de Arantzazu y sorteaba con mi coche vintage, emocionado con la cinta de rancheras amorosas de la poderosa Paquita la del Barrio, las endemoniadas curvas que nos bajan del S

El aire fresco de Arantzazu

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Mi madre era una apasionada de los programas y documentales de naturaleza y fauna salvaje y esa aficción que arrancó con el legendario Félix Rodriguez de la Fuente, cuajó y así cuando la televisión digital de Euskaltel llegó a casa, el canal Natura (que no sé ni si existe actualmente) pasó a ser la referencia del mando casero pero muy pronto mi madre, seguidora fiel y diaria, cayó en la cuenta que dicho canal repetía más que el chorizo cocido. Pues bien, como se podrán imaginar, en mi caso, escribir un artículo semanal, más aún teniendo en cuenta la dimensión de mis filípicas y la limitada temática tratada, tiene un doble riesgo, bien quedarte sin inspiración para plantear un tema que te enganche e interesante para un amplio colectivo, bien repetirte, y aquí enlazo con lo que le ocurría a mi madre, tanto en las temáticas como en los mensajes que vas lanzando continuamente por lo que, antes de que se aburran y dejen de leerme, les pido disculpas anticipadas. E