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Mostrando entradas de junio, 2016

Comprando en la Cochinchina

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  Cuando iba a casarme, la que hoy es mi esposa, me mandó a comprar el colchón para el lecho marital y tras visitar tres tiendas, salí de todas ellas abrumado por la inmensa oferta de colchones, (duros, viscoelástico, semiduros, latex, mixtos, etc.) y como se podrán imaginar, volví a casa sin colchón que, a la postre, lo adquirí en una tienda que sólo tenía una única clase de colchones, “el colchón normal” como me dijo la responsable del comercio. Por otra parte, un amigo del sector lácteo me comentaba que un producto de su empresa ya era un producto “maduro” que, irremediablemente, tras su periodo de sorpresa y consolidación, ya había comenzado su cuesta abajo y que, por lo tanto, ya era momento de ir lanzando la siguiente novedad al ansioso mercado. De est os “sucedido s ” y otros cuantos me acordé mientras corría mis kilómetros matutinos escuchando en la radio, Euskadi Irratia para más señas, una tertulia en la que participaba Jon Sarasua, exbertsolari y actualment

Fuera de onda

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Soy uno de los millones de personas que se tragaron el debate a cuatro entre los candidatos a presidente del Gobierno español y lo mío tiene delito, pues tenía bien claro que en aquel debate poco, o nada, se iba a hablar de cosas que realmente me interesan, osea, Euskadi y la agricultura. Euskadi, desde que felizmente ETA paró la maquinaria, no cuenta apenas nada en el debate político estatal y por mucho que se empeñen los nacionalistas en presentarse a todos los sitios con “la agenda vasca” bajo el brazo, mucho me temo que los focos mediáticos apuntan en otra dirección. Por eso mismo, me llamó sobremanera la atención el desliz de Pablo Iglesias, desliz en cuanto que era un halago para un gobierno peneuvista del que despotrica un día sí y al otro también, cuando al hablar de políticas sociales afirmó que ellos quieren instaurar en España la renta básica que ya funciona en Euskadi. La agricultura, lamentablemente, una vez más, estuvo totalmente ausente del debate y si bien Pedr

Los nuevos catetos

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Hace dos años una señora donostiarra se me enfadó cuando, al reconocerme que no había estado nunca en Urnieta, localidad de aproximadamente 5.000 habitantes que se encuentra a escasos 10 km de la capital, le espeté, con esa ironía sangrante que me brota, la verdad sea dicha contadas ocasiones al año, con no poco retintín, la frasecita “señora, que el mundo no acaba en el Tunel de Amara”. Ese mismo año, para ahondar más mi úlcera, pude conocer guipuzcoanos que nunca habían estado en Arantzazu u vizcaínos que no sabían dónde está Azpeitia y caí en la cuenta que todavía convivimos con muchísima gente que no conoce ni dónde está Bedaio ni Armintza pero, eso sí, ha ido de compras a Londres o paseado su esbelta figura por las calles de Praga. Somos así de catetos, valoramos lo foráneo mientras despreciamos, o cuando menos minusvaloramos, lo propio pensando que eso está aquí y ya lo conoceré otro día. Todo esto viene a cuento de una iniciativa que la organización agraria

Fenomeno PARA-NADA-NORMAL

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  En los tiempos que corren ya nada es lo que era ni lo que parecía y corriendo el peligro de hablar como el abuelo cebolleta, creo reflejar el sentir de mucha gente de edad media que siente, sentimos, que el suelo se mueve bajo sus pies y que aquellas cosas que hasta ahora daban por asentadas y perpetuas se diluyen fruto de los continuos cambios que vivimos, acelerados aún más si cabe, con la aplicación de las nuevas tecnologías. Me explico, con tres ejemplos ilustrativos como son el de mi amigo Jesús que está haciendo el camino de Santiago por etapas, a trompicones, y cómo para volver a al lugar de inicio de la etapa a recoger su vehículo particular no recurre ni al autobús ni al taxi sino a Blabacar donde comparte coche con otros individuos a los que no conoce de nada; mi compañera de trabajo Ixiar recurre al servicio de intercambio de casas HomeforHome donde planifica sus vacaciones intercambiando su casa con la de otro individuos que tampoco conoce de antemano y final