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Mostrando las entradas etiquetadas como consumo

Don Juan, cumpla su palabra

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    Cierro una semana negra para mí y para la organización en la que trabajo, ENBA Gipuzkoa. Nuestra compañera, Ixiar, no ha podido superar la letal enfermedad que le detectaron hace muy pocos meses y este miércoles, le dimos nuestro último adiós. Ixiar, entró como abogada en la organización cuando era todavía una joven recién licenciada, con una amplia sonrisa perenne y unas ganas de aprender inmensas que, sumadas a su innato carácter metódico, eran las condiciones indispensables para triunfar y ganarse el respeto de un público como el de los baserritarras, poco dado al aplauso fácil y a la adulación gratuita. Ixiar era ordenada y metódica hasta el extremo, hasta la desesperación de los que, como yo, somos desordenados, impulsivos y que funcionamos a impulsos mientras ella, para su bien, tenía todo bien planificado. El carácter metódico y la planificación total de Ixiar me han venido a la memoria estos días donde, el gran Juan Roig, el presidente y dueño de la principal cadena

La importancia del wifi para nuestra alimentación

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  Eres más triste que el frigorífico de un piso de estudiantes era la expresión típica que se utilizaba antiguamente para referirse al “alegre” de la cuadrilla y al parecer, no es algo del pasado, si no algo muy actual, si nos atenemos al anuncio que ha lanzado la compañía de telecomunicaciones Euskaltel. Digo esto por que hace unos pocos días, vi en el escaparate de una tienda de dicha firma, un anuncio dirigido a estudiantes en el que, se ilustraba con la foto de un frigorífico casi vacío, con un par de salchichas y medio limón, que daba más pena que frío, y para acompañar la triste foto, se insertaba la siguiente frasecita de marras: “Por lo menos, el wifi irá como un tiro”. Pues bien, si reflexionamos sobre lo que nos está diciendo el anuncio, caeremos en la cuenta que para los señores de Euskaltel, el servicio de wifi es algo básico mientras la alimentación pasa a ser algo secundario, cuando no prescindible. Un mensaje, espero que compartan mi valoración, inquietante. Ahora

Ayudas para el que las necesite

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  Hace 10 años, mis amigos Uxue y Joxemari, decidieron reinventar sus vidas y, liándose la manta por la cabeza, dejando sus vidas anteriores, emprendieron en un nuevo negocio, la hamburguesería MELE MELE de Zarautz que abrió sus puertas un 1 de Julio y que hoy en día, cuenta con su hamburguesería hermana en Tolosa. Mi enhorabuena a ambos, más si cabe en unos momentos, como los actuales, donde el emprendimiento es lo que teóricamente más vende mientras que, en la realidad del día a día, una gran mayoría de los ciudadanos sueñan con ser funcionarios. Pues bien, quisiera valerme de esta mención para abordar la realidad de los ganaderos que producen carne de vacuno puesto que, aun siendo consciente que dicha realidad discurre por la sombra, sin mostrarse a la luz y sin generar ruido alguno, no es menos cierto que la situación que viven los ganaderos de carne es, sin rodeos y sin tapujos, preocupante. Para que ustedes se hagan una composición del lugar, aportaré unos pocos datos. Primero

Con un par

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La semana pasada los jabalís anduvieron por Azkoitia como Pedro por su casa, arrasando las praderas de numerosos caseríos cuyos propietarios se indignan, con razón, ante los frecuentes ataques de estas fieras que con su hocico levantan las praderas y las dañan, de tal forma, que no se puede meter maquinaria alguna, puesto que, con sus picardías, término que utilizan algunos baserritarras, te dejan la finca totalmente inservible. Impotencia es lo que sienten los baserritarras ante tanto ataque y ante la incomprensión del conjunto de la sociedad que, hasta que no se acerca a las ciudades, ni se inmuta con estos daños en las praderas y fincas. Algo similar ocurre con otras especies como el corzo, buitre y/o el lobo cuyos daños, mientras sean exclusivamente sufridos por los baserritarras y otras pocas personas del mundo rural, pasan totalmente desapercibidos. El día que algún buitre enganche a algún montañero o el lobo, tal y como ha ocurrido recientemente en Italia, ataque a las persona

El turmix de la locura

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  Hasta el moño del dichoso Black Friday. Así de contundente y breve resumo el estado de hartazgo que me recorre por el cuerpo y me hiere el alma tras el bombardeo incesante, por tierra, mar y aire, por prensa escrita, televisión, radio y redes sociales, de esta enésima ocurrencia consumista que nos invade desde el más allá y que nosotros, tras haber sacado las oportunas conclusiones de la época de confinamiento pandémico, nos ha conllevado a dejar de lado la austeridad de la que tanto alardeábamos para, en un pis-pas, echarnos en brazos del más ferviente consumismo. Nos da lo mismo, si la fiebre consumista proviene de los malignos yanquis, en los que todos nos ciscamos habitualmente, o si la fiebre viene de los siempre inquietantes chinos, vía single day, el día de los solteros. La cuestión es consumir a dos manos y omnicanalmente (como verán, uno ya va dominando el lenguaje de los entendidos del retail), tanto presencial como digitalmente. Clic a clic, pedimos a lo loco

La cesta de la compra de Tamara

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  La cena semanal de la cuadrilla en la sociedad ha cobrado el vigor de antaño, tras dos años de impasse pandémico, donde además de los músculos aletargados por el confinamiento, aunque no se lo crean, las neuronas también han sufrido lo suyo tras ese largo parón donde, entre otras cosas, perdimos la fluidez en la crítica y la rapidez de reflejos en plantear soluciones a los grandes problemas de la geopolítica mundial.   Pues bien, esta semana, la cuadrilla ha tenido dos grandes temas para tratar, debatir y solucionar. El primero, el que más nos angustia, es el triste episodio que está viviendo Tamara Falcó, nuestra Tamara, tras la infidelidad de su hasta ahora novio, Iñigo Onieva, gure Iñigo. Nuestra tendencia a posicionarnos a favor del más pijo, en este caso, como comprenderán, es harto difícil por lo que, hemos quedado a la espera de un informe que nos aclare quién es el más pijo de los dos.   El otro tema es la inflación y la carestía de la vida. La cena semanal que rond

La casa de Yolanda

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  Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo y Economía Social, además de trastocarme el tema que pretendía abordar esta semana, me ha demostrado que tiene un magnífico olfato político. Ella, además de su acción institucional, se dedica en cuerpo y alma a la noble tarea de sumar gente para su causa, que no es otra que la plataforma política llamada SUMAR. Ella, deseosa de sumar a su plataforma a todos los progresistas de la faz de la tierra que se autoubiquen a la izquierda del PSOE, sabedora que el propio presidente, Pedro Sánchez, está en “modo mitin” y aprovechando que el ministro del agro, mi amigo Luis Planas, se halla inmerso en su sempiterna siesta, se saca de la chistera la propuesta de establecer límites superiores al precio de venta al público, PVP, al menos, de unas pocas decenas de productos básicos, principalmente, alimentos. La primera cuestión que me surge es, esta propuesta, o debate-trampa como diría el ínclito Mayor Oreja, ¿es una iniciativa particular de esta ministra,

La cartera de mi amigo Luis

  Mi amigo Luis ha vuelto de vacaciones. Tras los dos años de pandemia pasando las vacaciones en casita y en el pueblo de su suegra, este año sí, ha echado la casa por la ventana y además de una semana en las islas en un hotel con todo incluido, principalmente para que los niños no den la lata, también ha sucumbido a una visita relámpago a un parque de atracciones donde, además de soportar unas interminables colas, te facturan hasta el respirar. Pues bien, al retornar a casa, no había más remedio que pasar por el centro comercial de rigor para llenar la despensa y tras, comprar mochila nueva para el niño de los dibujos animados que le gustan ahora y una camiseta oficial del equipo de futbol que le gusta a la niña, se adentra en los pasillos y se escandaliza con lo caro que está todo. Aparte de lo más socorrido, cagarse en los políticos, banqueros y grandes corporaciones, Luis, cuando entra en el pasillo de los lácteos, pasa olímpicamente de su hasta ahora marca de leche preferida

Volver a las andadas

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  Quizás no se haya dado cuenta pero, por si acaso, se lo confirmo, ya estamos oficialmente inmersos en la nueva normalidad. Digo oficialmente, por que lo que es en la realidad, creo no equivocarme si afirmo que nos encontramos, nuevamente, inmersos en la vieja normalidad. Esa vieja normalidad que vuelve con toda su fuerza que se traduce en la recuperación de esas viejas costumbres que, mientras duró el confinamiento y el año y medio largo que nos han tenido semi-encerrados, denostábamos y rechazábamos como costumbres de una era que no volvería o como hábitos de los que renegábamos por considerarlos como claro exponentes de los viejos tiempos que creíamos superados. En ese largo periodo protagonizado por el virus pusimos en valor el territorio más cercano, nuestros pueblos y con ello, el turismo local, ahora, con la nueva libertad, nos echamos en plancha a las plataformas digitales a coger vuelos al extranjero (sin contaminar, por supuesto) , no vaya a ser que uno sea el único que

El rugido

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  Las imágenes de la erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla canaria de la Palma, resultan tan sobrecogedoras como atractivas, aunque las consecuencias de los ríos de lava en la población en general con sus viviendas, barrios e infraestructuras enterradas y en las plantaciones de plátano de los agricultores, me hacen acercarme a la cuestión con una inmensa pena por los propios afectados a los que, desde aquí, quiero mandarles un abrazo. Por otra parte, convendrán conmigo, que estas imágenes nos muestran la inmensidad de la naturaleza y la poca cosa que somos los humanos, por mucho que nos creamos lo contrario. Tecnología a tope en nuestras vidas, economía global, viajes a la luna, etc. pero aún así, cuando las entrañas de la Tierra que maltratamos cotidianamente, rugen, nosotros, los humanos, no tenemos otra que admitir nuestra pequeñez y agachar las orejas a la espera de que la Naturaleza acabe de hacer lo que ha decidido hacer. Similar rugido, permítanme la licencia, escucho

Consumo, luego existo

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  Tras un año largo de pandemia, todo apunta a que, lenta pero seguramente, vamos viendo luz al final del túnel. Nuestra cuadrilla va vacunándose y estamos expectantes por saber cuándo abrirá la sociedad para poder recuperar la sagrada costumbre de la cena semanal de los jueves. Eso que yo vengo definiendo, el sanedrín. En esas estamos cuando, una vez más, como todos los años por estas fechas, el ministro da cuenta del Informe del consumo alimentario, bien en el hogar como el de fuera del hogar. Un extenso informe de más de 700 páginas donde, además de lo obvio y de lo que uno mismo intuye observando su entorno, se puede lograr muchísima información que, si la tratamos con una perspectiva temporal, puede proporcionarnos una información muy valiosa. El informe que se refiere al año 2020, obviamente, está totalmente condicionado por la pandemia del Covid y por las medidas de confinamiento, limitaciones a la movilidad y cierre de hostelería, sociedades gastronómicas y catering en los c

Esenciales

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  Ahora que se acaba el estado de alarma y que la libertad, tras el ayusazo, ha recuperado protagonismo en el debate político, la cuestión es que la libertad, sobre todo, de movimientos y actividades además de los derechos básicos, ha sido, al parecer, la palanca que ha utilizado, con acierto, la nueva lideresa. Ahora, queda por ver, si lo que queremos es libertad o libertinaje y confiemos en que, en pocas semanas, no tengamos que lamentar las consecuencias de nuestra falta de responsabilidad. Cuesta hacerse a la idea, pero hace un año, en los inicios de la pandemia, los máximos responsables políticos de todos los niveles y gobiernos, unánimemente, reconocieron, incluso lo recogieron, negro sobre blanco, en el plenipotente BOE, el carácter esencial de la agricultura y de los productores. Es más, soy de la opinión de que además de la oficialidad, hubo una fuerte concienciación de la sociedad sobre la importancia de la alimentación, de la cadena alimentaria en su globalidad y muy espec

El teléfono del gran Gila

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  Con un teléfono en la mano, calzado el casco militar y en medio de una refriega bélica, el inolvidable humorista Gila preguntaba a aquel que quisiera escucharle, ¿es el enemigo? ¡que si ustedes podrían parar la guerra un momento!   . El de Gila, es un recuerdo inevitable, cuando pretendo hablar de la guerra comercial que acaba de estallar entre las principales cadenas de distribución. Según la consultora Kantar Worldpanel que controla, cual Gran Hermano, todos los movimientos y tendencias de consumo de nosotros los consumidores, en el año 2020 se  inició una batalla campal, cuchillo en ristre, donde las cadenas se han peleado por un consumidor que se comportaba de una forma totalmente diferente a la época pre-Covid y en función de la cambiante normativa sobre movilidad que ha ido cambiando, obviamente, en sintonía con la situación sanitaria. Hoy, más allá de la visión general, quisiera fijar la mirada en los cambios y movimientos que durante el año 2020 se han dado en la gran dis

Lágrimas de cocodrilo

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  Chifus es el seguidor, y crítico, más fiel que tengo. Aunque desconozco su verdadera identidad, recibo sus críticas, a veces hasta más largas que mis propias filípicas, casi todas las semanas y aunque la inmensa mayoría de sus comentarios son para criticarme, la verdad sea dicha, sin ser masoquista, agradezco el tono y el respeto de sus comentarios. Habitualmente, más allá de Chifus, apenas recibo comentarios y/o reacciones sobre mis artículos y, que quieren que les diga, no será pos falta de empeño por mi parte en provocar con ciertos temas y debates que me interesan. No obstante, mi artículo sobre la apertura de Amazon en Oiartzun y las contradicciones de la izquierda abertzale, ha soliviantado a los afectos a la causa y sorprendentemente, he recibido algún epíteto que otro. No se preocupen, entra dentro del generoso sueldo que percibe este juntaletras. Mi rechazo a Amazon no proviene de su identificación como multinacional malévola si no porque con su tendencia al monopolio de

Las cuentas claras

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Mis sobrinas se han saltado el confinamiento, día sí y día también. Estas últimas semanas, mientras yo estaba encerrado en mi cueva, ellas se vistieron el traje de baño, extendieron las toallas, se dieron la crema de sol y se fueron a la piscina. También han estado de finde en Isaba, pueblo del Pirineo navarro, echaron las esterillas en la sala y pertrechadas de sus sacos de dormir, disfrutaron de un finde rural. Incluso, hicieron las maletas para ir a la China (maldita la gracia). Ellas, que para eso son de Bilbao, se saltaron, con sus imaginativos recursos, propios de la infancia, el confinamiento que, poco a poco, nos va minando. Mientras mis sobrinas, tal y como le decía, andan de aquí para allá, la vida confinada sigue en sus trece y tengo que reconocer que la alimentación y el conjunto de la cadena alimentaria han sido y están siendo uno de los puntales sobre los que se asienta nuestra cotidiana y confinada vida. Al parecer, la gente ha caído en la cuenta de la importancia

La sonrisa de Greta

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No sé si a usted le ocurre lo mismo pero uno llega a vísperas navideñas, más que harto, de ver desde mediados del mes de octubre, fin de semana fin de semana viene, películas ñoñas de ambiente navideño donde el omnipresente santa claus aparece y desaparece y donde los amores y desamores de parejas y familias son milagrosamente reconducidas por el personaje rechoncho y barbudo, ataviado con su infalible traje rojo y al mando de un trineo tirado por renos. Las películas, ñoñas y bobaliconas a más no poder, son magnífica compañía para la siesta que uno echa en su sillón preferido pero les advierto que dichas películas (quizás sea mucho llamarlas así) de lo empalagosas que son que hasta resultan peligrosas para diabéticos. Por cierto, me llama poderosamente la atención que esta invasión de “santas“s sea tan sumisamente aceptada por el público en general y que no opongamos el más mínimo reparo hacia este sibilino tipo de colonialismo yanqui. Tal es el colonialismo y tal es el

Cuestión de Tiempo

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En un mundo cada vez más concienciado con el problemón del cambio climático y donde el transporte de mercancías, personas y bienes es uno de los grandes causantes del problema en cuestión, alucino en colores al ver el anuncio televisivo de una app que alardea de la sencillez (y bajo coste) con el que puedes revender prendas y/o objetos y así que unos pantalones que llevas 2 años sin ponértelos, los puedas revender a un cliente que, por ejemplo, se encuentre a las afueras de Berlín. Algo similar me ocurre cuando en algunas ciudades observo repartidores de alimentos, platos precocinados, etc. que recorren a toda mecha las calles llevando su mercancía desde el establecimiento original hasta el domicilio particular de uno. Moteros y bicicleteros que se juegan el cuello al tener que entregar, pongamos, un tupper de ensalada porque, al parecer, el consumidor de marras no tiene tiempo para juntar unas tristes hojas de lechuga con algo de tomate y cebolla. En uno y otro ca

Incoherencia plastificada

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Sorpresa, cuando no indignación, es el sentimiento que me aflora cada vez que veo en algunos comercios, sobretodo en esos puntos mal llamados comercios de oportunidad, una pieza de fruta embolsada o embandejada con su consiguiente cierre plastificado. Incluso, he podido ver en redes sociales, una naranja pelada que viene en su envase plástico donde, obviamente, se alude a su facilidad de consumo al no tener que ser pelada. Por ello, no me extraña nada y comulgo plenamente con la impactante campaña “Cero Plástico” impulsada esta semana última por diversas entidades y colectivos conservacionistas con la que pretenden concienciar a la sociedad de las perniciosas consecuencias que tiene nuestra desaforada utilización de plásticos de un único uso y consecuentemente, reducir el uso de dichos plásticos. Al ver las terribles imágenes de playas y océanos anegados de plástico se nos encoge el alma, dos minutos a lo máximo, y rápidamente cambiamos de cadena o noticia puesto que esta

El león de mi cuñado

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No sé si sabrá que cada día del calendario es adoptado como el día internacional de numerosas efemérides, causas loables y de paso, de un montón de peregrinas chorradas. Pues bien, le informo que el pasado 21 de marzo se celebraba, entre otras cosas, el Día del Síndrome de Down y el Día de los Bosques. Mi vinculación con el Síndrome de Down es familiar puesto que mi cuñado Aitor es un claro ejemplo de persona con un trastorno genético en el cromosoma 21 que, al menos en su caso, se caracteriza por su afabilidad, alegría (salvo cuando pierde el Athletic), empeño en su trabajo (en un taller protegido de Lantegi Batuak), su apego a la familia y porqué no decirlo, su amor a la carne y muy especialmente, a la txuleta. Como buen león es un gran carnívoro que supera con creces los 8 kilos/año de carne de vacuno que consumimos como media los vascos (bastante más que los 5,19 kilos de media estatal) y mucho me temo que será uno de los pocos que compensará la reducción del 27% en los

Ojo Avizor

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El sector agroalimentario vasco respira aliviado al conocer que la cadena de distribución EROSKI ha alcanzado un acuerdo con la banca para refinanciar su deuda, al menos con aquellas que suponen más del 75% de su deuda a refinanciar que asciende a un importe aproximado de 1.540 millones de euros. Este acuerdo despeja su horizonte financiero hasta el 31 de julio de 2024 y supone, en vísperas de su celebración del 50 aniversario, un chute de confianza para los miles de trabajadores que emplea la cadena pero también supone un horizonte de estabilidad y esperanza para sus miles de proveedores entre lo que se encuentran cientos de empresas agroalimentarias y baserritarras particulares y cooperativas que proveen de verduras, legumbres, carne, leche, sidra, txakoli, queso, etc. y que tienen en la cadena cooperativa, además de un cliente, un aliado para su viabilidad. Por todo ello, no queda más que alegrarse de dicha noticia porque para criticarle, ya surgirán ocasiones pero