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Mostrando las entradas etiquetadas como mundo rural

El vaso de la paciencia

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No sé a usted cómo se le habrá quedado el cuerpo tras el domingo electoral pero a mí, personalmente, peor que el cuerpo se me ha quedado el alma (sensible que es uno) al observar la fortaleza lograda por la ultraderecha que, incluso, ha llegado a superar la barrera de los cincuenta diputados. Su mensaje ha calado en municipios con fuerte presencia de inmigrantes, muchos de ellos municipios agrícolas con un sector productor y transformador altamente dependiente de mano de obra extranjera; su mensaje ha calado entre capas sociales ansiosas de más mano dura ante la cuestión catalana como si la cuestión se solucionase con sólo envolverse en la rojigualda y lo que más me duele, aunque no me extrañe, su mensaje ha calado entre gente del campo y del mundo rural que hartos de ser ignorados por el stablishment dominante hasta el momento y vilipendiados por diferentes movimientos ecologistas y animalistas, se han agarrado, como clavo ardiendo, a un mensajero que ha sabido tocarles

FERVOR RURAL

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Elegir el tema sobre el que escribir semanalmente, además de un pequeño suplicio mental, suele ser el resultado de una caprichosa conjunción de estrujamiento mental y casualidades socio-laborales que le llevan a uno por desconocidos derroteros que, a la postre, finalizan en el sitio menos esperado. Una vez fijada la temática, les tengo que reconocer que recurro a la técnica de los bertsolaris (improvisadores de versos) que piensan primero cuál va a ser el remate final y componen, de atrás para adelante, el verso en su totalidad. Habitualmente, enfilo la tarea con una anécdota de mi entorno más próximo pero iniciado el camino hacia un final prefijado, mis palabras discurren por un camino de rectas y curvas que, la inmensa mayoría de las veces, acaba donde no debieran. Ósea, que la técnica y mis intenciones van por unos derroteros pero la realidad, va por otros bien distintos. Esta vez, cuando ando enfrascado en la organización de unas Jornadas de Puertas Abiertas, ll

Dar la espalda

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Mi amigo Joxemanuel Etxeberria nos ha dejado. Un infarto colosal ha segado su vida que, a sus 74 años, estaba llena de proyectos y de vitalidad. Cuando estaba activo laboralmente en el mundo de las aseguradoras compaginó su brillante trayectoria profesional con no pocas inquietudes socio-políticas y son muchos los ejemplos de su trabajo en pro de la democracia, contra la tiranía del dictador y de ETA, su lucha en pro del euskara y de las ikastolas y tras su retiro laboral, fue cuando se volcó en la faceta más social entregándose en cuerpo y alma a los más vulnerables, desfavorecidos y en especial, a las personas ancianas. Era humano a más no poder y fiel reflejo de ello es el dolor que le causaban ciertas decisiones empresariales que, en aras a lograr el máximo beneficio, se olvidaban de que tras cada cifra y porcentaje existen personas con sus circunstancias y vicisitudes. No era partidario de grandes proyectos y forzados protagonismos si no de innumerables pequeños pr

Quien quiera peces, que se moje el culo

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He relatado numerosas veces abundantes ejemplos del menosprecio y/o desapego que sienten nuestros productores por parte de sectores de la sociedad que les critican como trabajan y como interaccionan con el territorio, fauna y flora. Se sienten ninguneados y abandonados, muchos de ellos al menos, tanto por gente ajena al sector primario como por la clase política, comenzando por los más cercanos, alcaldes y concejales. Entramos en época pre-electoral, aunque quizás debiera hablar más directamente de época electoral, por lo que suponemos que es una época propicia para pedir y reclamar una mayor y mejor atención a los municipios y barrios rurales, mejores infraestructuras (accesos, red eléctrica, agua, fibra óptica, etc.), mejores servicios para niños, jóvenes y mayores y así, suma y sigue, hasta completar un listado más largo que la carta al Olentzero y/o Reyes Magos de un niño en época prenavideña. Los productores, como cualquier otro vecino, han aprendido que tan imp

El último que apague la luz

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He visitado recientemente algunas granjas de leche en Suiza en un viaje relámpago para conocer in situ una pequeña muestra de su sector lácteo y con más detenimiento su organización sectorial e industrial. Como se imaginarán hay infinidad de cuestiones que son de difícil aplicación en un mercado europeo tan abierto como el nuestro, teniendo en cuenta la alta protección en frontera que la confederación helvética aplica a la leche, pero al mismo tiempo, reconozco que existen algunos otros temas de los que podemos y debemos aprender. Por ejemplo, ¿se imaginan una cooperativa que utiliza un proceso de selección para valorar la capacitación y valía de los futuros miembros de su consejo rector? ¿se imaginan una cooperativa que cede parte de su cuota de representación en consejos de administración industriales a expertos en diferentes materias como marketing, economistas, etc? Impensable, ¿a que sí?. Al mismo tiempo, en este ir y venir por tierras suizas, hemos visto que si bien el nú

Respeto, ni más ni menos

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Soy de los que necesito, al menos, tres semanas seguidas de vacaciones para sentir que me cunden. Hace unos años, cogí sólo 2 semanas seguidas y para cuando me di cuenta ya estaba en la cuenta atrás y por ello, desde hace bastante, cojo todo de golpe para así, llegar a ese tipo de aburrimiento placentero que va desde el paseíto hasta la duermevela en la playa, la sobremesa familiar, la siesta oficial, el poteo en cuadrilla y así, suma y sigue, hasta la vuelta a la rutina otoñal. Es ese tipo de aburrimiento al que intento enganchar a mi hijo que, como todos los de su edad, preadolescencia aguda, piensan que la vida es un continuo parque temático sin opción al descanso y menos, obviamente, al aburrimiento. De la misma manera que defiendo mis vacaciones, les tengo que reconocer que al final de estas suelo sentir un cierto remordimiento, cuando no cargo de conciencia, al observar que la gente para la que trabajo, los baserritarras, no cuentan más que con unos pocos días de asueto,

La sabiduría de las mujeres

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El caserío Iturrarán de Aia, un espléndido caserío del siglo XVIII es un bello ejemplo del rico patrimonio rural que alberga la Gipuzkoa rural, y allí es donde dos decenas largas de personas nos hemos ido reuniendo durante unos 18 meses a convocatoria de la Diputación Foral de Gipuzkoa, inmersa en un proceso integral de participación que, lógicamente, ha tenido su reflejo en el campo agrario. En esos largos meses de reflexión sectorial, los allí presentes, representativos de los diferentes subsectores y de la rica biodiversidad de agentes que pululan por el sector, hemos sido capaces de ir reflexionando sobre la situación del sector, sobre las prioridades cara al futuro y, personalmente al menos, lo que yo más valoro, ir tejiendo un clima de complicidad capaz de ir superando los resquemores que pudiésemos tener unos con otros. Ya lo dice la canción, ¡el roce, hace el cariño! Puestos a poner pegas, les tengo que confesar que durante los meses de invierno, hemos pasado un frío d

Las ausencias del debate (decisivo)

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Viendo el Teleberri del finde caí en la cuenta que fui uno de los pocos que optó por quedarse por casa en el Puente de la Inmaculada ya que el que no se había ido a Madrid, se había ido a Munich y el que no, volvía al pueblo que, según parece es el refugio seguro al que todos recurren cuando el bolsillo anda constipado. Pues yo, también me quedé en el pueblo, en el mio, Legorreta para más señas, y siguiendo con la tradición familiar me dediqué a labores decorativas navideñas que van desde poner el pino hasta engalanar todos los rincones de la casa. Agotado de subir y bajar de la escalera para el dichoso pino, además de reponer bombillas y mover figuritas y espumillones de un lado para otro, el lunes por la noche, incauto de mí, me puse frente al televisor para seguir el Debate Decisivo, la madre de todos los debates, tal y como lo venían vendiendo los de Atresmedia desde hace un mes, y tengo que reconocer que debo ser algo masoquista puesto que aguanté hasta el final.