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Mostrando las entradas etiquetadas como jóvenes baserritarras

Juventud, divino tesoro

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  Me cabrea sobremanera cuando asisto a una reunión o jornada donde, bien como ponente bien como público, me corresponde participar y tras dar mi opinión, nuestra opinión, que muy frecuentemente no gusta del agrado de unos cuantos, escucho algunos comentarios, en plan jocoso, siempre con el objetivo de minusvalorarla, haciendo mención de la naturaleza sindical (organización profesional agraria, propiamente dicha) de la organización en la que trabajo. Los hay, que también, quienes me tienen como el “enfant terrible” del agro y me invitan a participar en eventos, charlas y jornadas para con mis opiniones críticas y ocurrencias, agitar el avispero y despertar a la audiencia adormilada. Pues bien, les tengo que reconocer que ninguna de las actitudes me gusta. Soy consciente de lo que hay, del entorno en el que me muevo y así, aprovechando lo que unos prevén y otros ansían escuchar, asisto a los diferentes eventos para sacar a la palestra temas que casi nadie se atreve a tratar y mete

La boina

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El próximo fin de semana, usted y yo, tenemos una cita muy importante. El domingo 10 están convocadas las elecciones al Congreso y Senado y una vez constituidas ambas cámaras, será el momento de elegir el nuevo gobierno que rija los designios del país y entre otras tareas, el nuevo presidente deberá nombrar la persona que lleve el timón del Ministerio de Agricultura. Quizás lo siga siendo Luis Planas, al que yo denomino el ministro plano, o quizás se opte por una persona con más arrojo, que se moje y que, a riesgo de equivocarse, impulse políticas más osadas que vayan más allá de mantener el status quo. La víspera, el sábado 9, en plena jornada de reflexión electoral, un grupo de jóvenes baserritarras acompañados de otros cuantos jóvenes de cierta edad, dentro de una mini-jornada titulada “Soy un joven baserritarra y estoy orgullosos de ello”, analizarán en Zaldibia, a los pies de la Sierra de Aralar, las políticas públicas que promueven la incorporación de jóvenes y la t

Campo de Oportunidades

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En las reuniones de cada jueves del sanedrín gastronómico de mi cuadrilla, tras estar media cena hablando de los achaques que comenzamos a sufrir y de los rifirrafes con nuestros hijos adolescentes y la otra media, con el queso sobre la mesa y el vaso de sidra en la mano, solucionando los numerosos problemas que tiene la Seguridad Social y la poca esperanza que tenemos en la pensión por jubilación que, lamentablemente, cada vez tenemos más cerca, pues bien, tras esta variopinta temática que se viene repitiendo semanalmente, además de los obvios comentarios despellejadores hacia todo bicho viviente, los miembros de tan selecto Club, hemos caído en la cuenta que nos estamos haciendo viejos. Aún así, emulando a la Asociación de Jubilados del pueblo vecino, Alegia que se llama Beti Gazte (Siempre Jóvenes), nosotros también nos identificamos con ellos y aquí seguimos, siguiendo la estela de mi querida Tina Turner, en la brecha. La vejez, o falta de juventud y con ello la

La sociedad del Ocio

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Teresa Ribera me tiene muy, pero que muy, mosqueado. Resulta que dice la señora ministra que mi Polito, mi reducido Volkswagen Polo de hace unos 16 años, va a tener que pasar a mejor vida porque según su proyecto de Ley de Cambio Climático, los vehículos que consumen combustibles fósiles deberán ser sustituidos para el año 2040 por vehículos eléctricos o al menos, emisiones Cero. ¿Y dónde demontres voy a escuchar mis cintas de Paquita la del Barrio, las viejas rancheras y otras pequeñas joyas que ya sólo puedo escuchar en el cassette de mi amado Polito? Quizás, no tenga más remedio que tenerlo aparcado en el garaje y así, enclaustrado en el coche, escuchar estas bellas canciones. Más allá de la broma y/o ironía, consciente que este cambio de paradigma en la movilidad viene para quedarse, el siguiente quebradero de cabeza que me surge es qué ocurrirá con los otros vehículos, los de trabajo, y muy especialmente con los camiones para el transporte de mercancías y en lo que a

INSUFICIENTE

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La semana pasada un pequeño grupo de jóvenes guipuzcoanos, alguno de ellos sin llegar incluso a la adolescencia y todos ellos vinculados familiarmente al sector vacuno lechero, participaron en un viaje a Araba y Nafarroa donde además de visitar explotaciones de diversa índole y agrupaciones de maquinaria, también encontraron un hueco para el ocio, visitando el Parlamento y divirtiéndose de lo lindo en un circuito de karts de la capital alavesa. Este viaje que combina la formación con el ocio pretende ser un primer paso (además de su participación previa en un curso de jueces de la raza frisona) en la conformación de un pequeño grupo de jóvenes que apuesten por el futuro del sector, empezando por apuntalar el futuro de las explotaciones familiares de las que provienen para, en la medida de las posibilidades, impulsar nuevas “vocaciones” que puedan ir integrándose en nuevas o explotaciones ya en activo pero sin continuidad de futuro. Les narro esta pequeña iniciativa, además d

Acaparadores

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Mi espalda, la ciática y mi natural vagueza me impiden atender el minifundio familiar, ósea nuestra huerta, que se halla habitualmente entre la producción ecológica y el semi-abandono, cuando no abandono total, por lo que no alcanzo a entender la tendencia de algunas personas por acaparar tierras. Les digo esto porque la Comisión Europea acaba de editar una guía para regular la compra de tierras ante las quejas de numerosos colectivos y responsables políticos que se muestran preocupados, cuando no alarmados, con la imparable y creciente concentración de la tierra agrícola en manos de unos pocos. Son varios países europeos, especialmente los del Este, los que se muestran preocupados con el acaparamiento de tierras por parte de grandes empresas y fondos de inversión que especulando con la tierra, crean una falsa burbuja que, una vez más, ahoga al pequeño agricultor de la zona mientras le beneficia, sobremanera, al inversor que, plácidamente sentado en el sofá, espera per

¿De qué se ríe el comisario Hogan?

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Tomando un café con mi amiga Patricia, sí, la de Mercadona, hablando de lo humano y lo divino, acabamos intercambiando opiniones sobre la relativa calma que vive el sector productor vasco donde, por una parte, la creciente estructuración del sector productor ha supuesto una mejor organización sectorial con la que afrontar los retos que nos plantea el mercado y, por otra parte, la creciente demanda de producto local, en su mayoría amparado por marcas de calidad, por parte de las cadenas de distribución, la verdad sea dicha, unas con más empeño que otras, hace que en estos momentos no existan grandes dificultades para vender nuestro producto. ¿Entonces, dónde está el problema? se dirán ustedes, al igual que me preguntó mi contertulia, y yo le volví a repetir mi humilde teoría que es la siguiente: el actual sistema alimentario, el mayoritario al menos, está sustentado en una alimentación ciertamente barata y por ello, en una cadena alimentaria de varios eslabones donde todos los

INSISTENCIALISTA

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No sé si le ocurrirá a usted, estimado lector, que cuando anda trabajando sobre un tema, el grado de concentración es tal que, a riesgo de ser un pesado, no ve más que cuestiones relacionadas con el dichoso tema y para más inri, le es mentalmente imposible, abordar otra serie de cuestiones diferentes al tema de marras. Pues bien, últimamente ando muy centrado en la cuestión del relevo generacional en nuestros caseríos y por lo tanto, ya me perdonará la insistencia (utilizo la expresión de “insistencialista” para referirme cariñosamente a los miembros de ELKARRI, grupo pacifista caracterizado por su insistencia en sus postulados), siguiendo la estela de un artículo anterior titulado “Orgullo Rural” creo conveniente abordar nuevamente esta cuestión y/o problemática. Comienzo refiriéndome a un magnífico documento cuya lectura acabo de finalizar titulado “La sucesión en la ganadería familiar: El ovino de leche en el País Vasco” que es la tesis doctoral de la socióloga

Orgullo casero

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El imparable aumento de la población mundial previsto por todos los organismos internacionales hace que tanto las empresas agroalimentarias multinacionales como los estados más poderosos hayan fijado el sector agroalimentario entre sus prioridades. Ahora bien, esta prioridad global no casa con las prioridades locales o más cercanas y menos con las prioridades personales de cada uno de nosotros pues de otro modo resulta difícilmente comprensible que en un panorama global tan, en principio, goloso nos encontremos con un sector productor cada vez más reducido y envejecido. En Euskadi, tenemos un sector agrario con unos titulares cuya edad media es de 58 años, es decir, en puertas de la jubilación “legal” y si acercamos la lupa a la estadística comprobamos que sólo el 10% de los titulares es menor de 40 años (40 años es el límite fijado por la Unión Europea para considerar a un productor, joven agricultor o no) y si miramos al tramo superior, comprobamos, con estupor, que el