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Mostrando las entradas etiquetadas como precocinados

Cocinar es un acto político

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  Acabo de volver de un micro-viaje a Londres donde un grupo de gentes del sector primario, entre los que estaba el propio diputado foral Xabier Arruti y parte de su equipo, hemos podido conocer de primera mano, magníficamente guiados por el beasaindarra Imanol Barcenilla que a través de su empresa Zooteek se dedica a importar productos alimentarios vascos, diferentes iniciativas del comercio y hostelería londinense. Hemos visitado pequeños comercios y restaurantes que importan productos vascos, aunque, les tengo que reconocer que vengo algo dolido por no haber sido recibidos por el orejón (belarri haundi), el rey Carlos, que ni estando a puertas del palacio de Buckingham, se dignó a salir a saludarnos y menos, escuchar nuestro mensaje en favor de los alimentos vascos. Pues bien, en una de esas visitas, guiados por el experto en branding (marketing de marca) Marc Guitart, conocimos la empresa Eataly donde, personalmente, más allá de lo atractivo de su oferta de productos italianos

El turmix de la locura

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  Hasta el moño del dichoso Black Friday. Así de contundente y breve resumo el estado de hartazgo que me recorre por el cuerpo y me hiere el alma tras el bombardeo incesante, por tierra, mar y aire, por prensa escrita, televisión, radio y redes sociales, de esta enésima ocurrencia consumista que nos invade desde el más allá y que nosotros, tras haber sacado las oportunas conclusiones de la época de confinamiento pandémico, nos ha conllevado a dejar de lado la austeridad de la que tanto alardeábamos para, en un pis-pas, echarnos en brazos del más ferviente consumismo. Nos da lo mismo, si la fiebre consumista proviene de los malignos yanquis, en los que todos nos ciscamos habitualmente, o si la fiebre viene de los siempre inquietantes chinos, vía single day, el día de los solteros. La cuestión es consumir a dos manos y omnicanalmente (como verán, uno ya va dominando el lenguaje de los entendidos del retail), tanto presencial como digitalmente. Clic a clic, pedimos a lo loco

La Cofradía de la Santa Amargura

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Entramos en vísperas navideñas y afronto este último artículo (del año) deseándoles a todos mis lectores una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo que lo celebren en familia y amistades y fíjense si estoy imbuido del espíritu navideño que, incluso, le deseo unas felices fiestas al amargado que vive encima de mi sociedad que, les anuncio, este Don Errequeerre, ha logrado cerrarla y al que, desde aquí, nombro como gran cofrade de la Cofradía de la Santa Amargura. Mi fiebre navideña es tan acusada que también les voy a desear unas felices fiestas a los mal llamados ecologistas (otros de la Cofradía de la Santa Amargura) que decidieron denunciar la construcción de los accesos a los pastos de Aralar por parte de la Mancomunidad de Enirio-Aralar con la colaboración de la Diputación Foral de Gipuzkoa (esta misma semana su directora de Montes ha tenido que acudir a declarar al Juzgado de Tolosa) y el apoyo del sector ganadero guipuzcoano que, a fin de cuentas, son los verdaderos eco

Del sorpasso al sopapo precocinado

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Terminé la semana pasada con un viaje familiar a la capital gala, para que no se piensen ustedes que el abajo firmante sólo anda entre Bedaio y Armintza, donde pude conocer en los momentos que accedía a zonas wifi los acontecimientos tan importantes que ocurrieron como es el sonado Brexit y las elecciones al Congreso y Senado españoles. Lo del Brexit, aparte del temblor que ha ocasionado la decisión y que ha quemado a los dos dirigentes de los dos partidos mayoritarios, mucho me temo que traerá cola y por lo tanto, más allá de las impresiones particulares que uno pueda tener, habrá que esperar para ver las consecuencias reales y no caer en precipitaciones interesadas; ahora bien, dicho lo dicho, tiene bemoles la actitud del ex-alcalde londinense Boris Johnson que haciendo gala, una vez más, de su actitud de pijo rebelde con los riñones cubiertos de titanio, que en vez de afrontar las consecuencias de su actitud irresponsable, ha dado la espantá y se aparta a la e

El calentón final

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Bochorno es la sensación que se me impone al ver el anuncio de una multinacional alimentaria publicitando un caldo industrial como “caldo casero” puesto que con dichas denominaciones no provocan más que el escepticismo de los consumidores así como una banalización de los términos y , por extensión, de los mismos productos. ¿Cómo se puede llamar “casero” a un producto elaborado en una fábrica, mediante procedimientos industriales y en cantidades ingentes? No quisiera ser inocente o ingenuo pero creo que el término “casero” debiera reservarse a aquellos alimentos producidos y/o elaborados en casa o en el caserío y , por eso mismo, creo que este caso del supuesto caldo casero es un claro ejemplo de engaño y/o fraude al consumidor donde empresas industriales se apoderan de dicha terminología que, lógicamente, no les corresponde. Algo similar ocurre, al parecer, en el mundo de la restauración de hoy en día con numerosos establecimientos de “cocina casera” dedicados en cuerpo