Navidad en carne viva
Los atracones navideños suelen
ser uno de los temas habituales en artículos de opinión como éste que pretenden
cerrar el año y dar un periodo de respiro, no para el juntaletras que firma
abajo, si no para los sufridos lectores como usted que, semana a semana, van
aguantando las manías y los reiterativos temas que se abordan en esta ventana a
lo rural.
Aunque yo vengo rematando el año
culinario con asadurillas, callos y redondearé la Navidad con un cordero lechal
del caserío ADARRAZPI de Urnieta, no puedo dejar de percatarme que las grandes
comerciales y la distribución andan nerviosas ante la campaña de Navidad, se
juegan mucho, quizás en torno al 25% del año.
Tanto es así, que las comerciales
cárnicas vascas se ponen sentimentales en estas fechas, apelan a la cultura
vasca, a nuestra tradición, a nuestras razas autóctonas, a nuestras raíces,
etc. pero, olvidando, mejor dicho, ocultando, que lo único vasco que hay en
esas empresas es la sede social puesto que la carne, la txuleta, el chuletón de
buey o vaca vieja, salvo puntuales, pero que muy puntuales excepciones, no
dejan de ser carne procedente de centro y norte de Europa. No les hace falta ni
mentir, les vale con utilizar expresiones vagas que nos cubren como una neblina
que actúa de mar de confusión y es que, quién es el majo que rechazaría una
txuleta que se nos presenta como “nuestra cultura servida en plato” o esta otra
“cada corte tiene alma vasca”. Tal cual.
Lo que ocurre es que la realidad
es muy tozuda y las estadísticas oficiales, que son como aquel algodón que no
engaña, nos dicen que el estado español importa un total de 190.000 toneladas,
datos de 2024, de las cuales, aproximadamente, 115.000 son carne fresca, el
resto imagino será congeladas, y que el principal origen de la carne que
importamos europea (Polonia, Países Bajos, Alemania, etc.), seguido, por Brasil.
Mientras que, la producción
española superó las 713.000 toneladas en 2024 y el consumo total aparente,
sumando el consumo doméstico y extra-doméstico, alcanza las 263.000 toneladas y
las exportaciones rondaron las 271.652 toneladas. Por lo que, podemos deducir,
el sector vacuno de carne del estado es excedentario y, por lo tanto, altamente
dependiente de las exportaciones, principalmente, a países de la UE (Portugal,
Italia, Francia) y terceros países (Argelia, Marruecos, Filipinas).
Por ello, vinculando estos datos
con cuestiones de rabiosa actualidad que nos acechan como son las negociaciones
para un acuerdo comercial entre la UE y MERCOSUR y, por otra parte, las
consecuencias de la Dermatosis Nodular Contagiosa, creo que merece enfocar
ambos temas desde una óptica algo más compleja que la reflexión que nos surge
automáticamente desde las tripas, desde lo más adentro de nuestras entrañas.
Si bien la carne importada del
cono sudamericano es limitada, no es menos cierto, que mirando las estadísticas
oficiales comprobamos que son 100.000 y 120.000 T de cortes de solomillo y que
las previsiones apuntan a alcanzar las 220.000 T. que, según los datos del instituto
francés de ganadería, los cortes de solomillo del Mercosur entran en el
comprado europeo a precios entre un 18% y un 32 % más bajos que los de la
producción europea.
Además, más allá de las
cantidades importadas, conviene recordar que la principal exigencia del sector
productor es la aprobación de cláusulas espejo que garanticen una reciprocidad
en las relaciones comerciales y que, por ello, los productores de Mercosur
cumplan los mismos condicionantes, no vaya a ser que los europeos consumamos
carne que no dejamos comercializar a nuestros ganaderos.
En segundo lugar, no menos
importante, es la enfermedad de la Dermatosis Nodular Contagiosa, DNC, el
debate generado sobre la gestión de la vacuna para afrontarla y las letales
consecuencias para el sector ganadero en el caso de que aparezca un caso
positivo que, como habrán escuchado, es el vacío sanitario de toda la cuadra,
tras la aparición de un único animal infectado.
Surge el debate sobre la calificación
sanitaria de la DNC, integrada por la UE dentro del grupo A, y su posible, modificación,
posibilitando que sólo se sacrifiquen los animales afectados y no el total de
la explotación, pero la cuestión es que, ese debate es muy complejo, harto
difícil y con muchas aristas que perfilar.
Una de las principales aristas,
si no la principal, es la incidencia que ese cambio de calificación sanitaria tendría
en las relaciones comerciales internacionales dado que ese cambio podría
conllevar una rebaja en el status sanitario del país y con ello un cierre de
mercados a la exportación y por ello, conviene no perder de vista que tanto
España como Francia, son países fuertemente exportadores.
Por ello, una vez más, con el
riesgo de ser pesado, le aconsejo que cada vez que compre carne, pida y compruebe
que la carne es local, que no le den gato por liebre y, además, cuando acuda a
un restaurante o sidrería exija el origen de esa carne.
Feliz Navidad y Próspero Año
Nuevo. Nos vemos a la vuelta de Reyes.
Xabier Iraola Agirrezabala
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