El aire fresco de Arantzazu




Mi madre era una apasionada de los programas y documentales de naturaleza y fauna salvaje y esa aficción que arrancó con el legendario Félix Rodriguez de la Fuente, cuajó y así cuando la televisión digital de Euskaltel llegó a casa, el canal Natura (que no sé ni si existe actualmente) pasó a ser la referencia del mando casero pero muy pronto mi madre, seguidora fiel y diaria, cayó en la cuenta que dicho canal repetía más que el chorizo cocido.

Pues bien, como se podrán imaginar, en mi caso, escribir un artículo semanal, más aún teniendo en cuenta la dimensión de mis filípicas y la limitada temática tratada, tiene un doble riesgo, bien quedarte sin inspiración para plantear un tema que te enganche e interesante para un amplio colectivo, bien repetirte, y aquí enlazo con lo que le ocurría a mi madre, tanto en las temáticas como en los mensajes que vas lanzando continuamente por lo que, antes de que se aburran y dejen de leerme, les pido disculpas anticipadas.

Esta ocasión quisiera compartir la enriquecedora experiencia que he mantenido esta semana última al visitar la Escuela de Pastores de Arantzazu, ubicada en el caserio Gomiztegi propiedad de los franciscanos, y conocer de primera mano los proyectos personales de los 13 jóvenes de esta promoción. En dicha visita pude comprobar la importancia que dicha Escuela de Pastores, impulsada por el inefable José Manuel Goikoetxea y dirigida inicialmente por el pastor-bertsolari- fransciscano Nikolas Segurola y magníficamente pilotada en la actualidad por Batis Otaegi, tiene para el pastoreo, tanto para el presente pero sobretodo para su futuro, siendo imposible imaginar un futuro de dicho subsector sin contar con dicha Escuela.

Soy de la opinión que este modelo de formación agraria, intensivo, que aúna tanto la teoría como la práctica en explotaciones reales es un pilar fundamental para el sector y por ello, creo que debiera ser, rápida e inexcusablemente, trasladado y aplicado a otros subsectores como son el vacuno (leche y carne) o al sector hortícola. Los jóvenes, tanto los provinientes de explotaciones con ovejas, así como sus progenitores, como los jóvenes foráneos, que quieran ser pastores y queseros tienen una referencia clara en la Escuela de Arantzazu y este tipo de referencias son imprescindibles para los subsectores antes mencionados.

A lo que iba, que me desparramo y acabo nuevamente en una interminable filípica, acudí a Arantzazu pretrechado de ciertos clichés y me lleve una sorpresa al ver ....



... la disparidad, pluralidad quedaría algo más fino, de proyectos que van desde aquellos como Eneko de Segura, Abel de Idiazabal y Manex de Baztan que quieren seguir con la explotación familiar, invirtiendo en mejores instalaciones y una mayor base territorial, hasta los hermanos Baskaran de Markina que optan por la diversificación de producto, la vuelta a sus raices en Eskoriatza en el caserio de la abuela de la pareja conformada por Asier y Garazi que ya sueñan con el aroma de su queso Atxalde, la apuesta de Amaia de Antzuola que cambia los altos vuelos en avion por las altas cumbres del caserío de sus abuelos para poner un rebaño y elaborar queso bajo la normativa ecológica, el arrojo de Iñaki de Betoño que sin precedentes familiares opta por un rebaño de cabras con las que elaborar queso, la apuesta de Mikel de Roitegi por las ovejas rompiendo con la tradición cerealista de su familia, el proyecto de vida del navarro Ricardo con un objetivo claro de conciliación familiar o el el donostiarra Jon que se tira al monte en la Baja Navarra con el rebaño gobernado por su padre o finalmente, la aventura vital de la riojana Cristina de Ezcaray (más concretamente en la aldea de Ayabarrena, para que luego digan que no hay vestigios del euskara por aquella zona) que plantea su futuro en una aldea semiabandonada en la alta montaña.


13 jóvenes con 13 ilusionantes proyectos de vida. Cada uno con sus motivaciones y experiencias de vida diferentes, alguno quizás con más ilusión que ideas realmente ejecutables, unos intentando introducir mejoras en sus explotaciones familiares, otros intentando recuperar las explotaciones abandonadas en la anterior generación familiar, pero todos ellos optando por el pastoreo como modo de vida que les permita proyectar su vida en un entorno rural, ligado a la tierra y al medio natural, con una dimensión adaptada a su base territorial pero también ajustada a su ambición de compaginar la actividad con una vida familiar y social plenas, con un planteamiento productivo más vinculado al consumidor final y dimensionado a sus necesidades sin dejarse llevar por planteamientos ajenos.

Fui al encuentro pensando en que todos los jóvenes presentarían proyectos bastante similares entre ellos y acordes al cliché con que algunos pretenden atacar a la escuela (pastor-elaborador, 300 ovejas, pabellón ganadero, etc.) y volví asumiendo que la realidad pastoril es bastante más plural de lo que algunos piensan o pensamos y más aún, en el caso de los jóvenes.

Los jóvenes baserritarras,más allá del subsector que elijan, especialmente, aquellos que no son continuadores de una explotación ya en marcha, vienen con otros aires, no digo ni mejores ni peores, pero lo que es impepinable es que son aires nuevos, diferentes, innovadores y por ello, todos los que conformamos, directa o indirectamente el sector primario, debemos estar atentos a esta nueva realidad y ser lo suficientemente flexibles para integrarlos y así, desde la diversidad, mejorar el conjunto del sector.


Xabier Iraola Agirrezabala

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