El tupé de Donald Trump


Me llama poderosamente la atención a que grado de banalidad, cuando no estupidez, hemos llegado en este mundo globalizado e interconectado, total y permanentemente a través de los medios y redes sociales.

Vengo oyendo y leyendo estas últimas semanas, el interminable proceso electoral que siguen en los Estados Unidos de Norteamérica y más concretamente, me llama poderosamente la atención la atracción informativa que sentimos por el sistema de caucus que siguen en los estados más rurales donde rudos vaqueros, verdaderos fanáticos de la religión y de fuertes convicciones conservadoras, principalmente en el bando republicano, se reúnen en iglesias y escuelas para celebrar unas votaciones donde van descartando sucesivamente los candidatos menos votados hasta dejar, finalmente, bien claro cuáles son los favoritos.

Pues bien, como decía, seguimos con gran interés el devenir del histriónico multimillonario Donald Trump (¡Dios nos pille confesados, si el magnate del tupé dorado triunfa!) a través de periódicos, radios, televisiones y redes sociales mientras somos unos auténticos ignorantes de otros sistemas, modelos y procesos de organización local propios como pueden ser las Juntas Generales en cada uno de los tres territorios históricos (todavía hay algún zoquete que les sigue llamando provincias), las juntas administrativas de los concejos alaveses, las anteiglesias de Bizkaia y del valle del Deba en Gipuzkoa u otros como el extinto modelo Zerain. Si me permiten la licencia, nos ocurre algo similar a lo que ocurría en el antiguo sistema educativo donde te aprendías de memoria los reyes godos, los de Castilla, etc. pero no tenías ni repajolera idea sobre personajes trascendentales en la historia de tu pueblo o territorio histórico.

Algo similar nos ocurre en el mundo de la alimentación cuando miramos con gran interés a productos y alimentos producidos en otros continentes mientras escondemos la cabeza bajo el ala en lo relativo a lo que nos ocurre en la proximidad. Pues bien, a pesar del escaso interés de muchos consumidores por lo que ocurre en el campo, les tengo que recordar que el sector lácteo vive una dramática crisis que tiene el riesgo de llevarse al sector productor por delante.

Me explico, los gurús de las consultoras .....



calentaron la oreja de nuestros eurodirigentes anunciando una gigantesca tarta comercial a consecuencia del incremento de consumo en Oriente (siempre con la puñetera China) y Africa y éstos, los políticos, aupados por los dirigentes de las industrias exportadoras del Centro y Norte europeos optaron por eliminar las cuotas lácteas, sistema de control de la producción, con lo que se disparó la producción porque nadie quería perderse el festín. Eso sí, los gurús fallaron en su previsión del consumo chino y ahora nos encontramos que la tierra se halla con un magma lácteo en su interior que puede provocar una explosión de tal calibre que se llevará al sector por delante.

En este lamentable panorama nos encontramos cuando las autoridades españolas optaron por impulsar un acuerdo lácteo, allá por el mes de septiembre, pomposamente escenificado en sede ministerial, que fue suscrito por la distribución, industrias lácteas y parte de las organizaciones agrarias, Asaja y Cooperativas, que se subieron a este tren, en mi opinión, pensando que era el último vagón para la esperanza. Ahora bien, este tren de la esperanza “blanca” va más lento de lo necesario y deseado y así nos encontramos, 6 meses después, pocos compromisos ejecutados y muchos, demasiados diría yo, incumplimientos.
Los ganaderos, salvo excepciones como es el caso vasco, agobiados por la falta de rentabilidad en el corto plazo no tienen la cabeza para estrategias a medio plazo, por lo que no terminan de adoptar las decisiones de estructuración (OP, cooperativas,etc.)  imprescindibles para afrontar el futuro con ciertas garantías.
Las industrias, por su parte, salvo excepciones participadas por el cooperativismo ganadero, juegan también en el tablero del corto plazo, importando leche que según los gurús debería haber ido a China, abandonando repentinamente rutas de recogida con incipiente estructuración y rehaciendo los contratos con una fuerte bajada en el precio al ganadero sin compartir con el ganadero la revalorización obtenida desde la parte de la distribución.
Una distribución, por cierto, que con carácter generalizado ha dejado de utilizar la leche como reclamo comercial aunque no es menos cierto que aún hay excesiva leche en el mercado por debajo del ya raquítico límite de 0,60 €/litro que impide insuflar oxigeno al conjunto de la cadena láctea pero muy especialmente al sector ganadero. Sí, me refiero al umbral mínimo del 0,60 que ha sido adoptado como el precio referencia de las marcas blancas (aproximadamente el 62% de la leche líquida consumida) porque ello hace muy difícil que, como dice el coletas, las sonrisas lleguen al campo.


Xabier Iraola Agirrezabala

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