Un fin en sí mismo
El pasado viernes, despedimos al sacerdote Daniel Eskixabel, una persona buena, un hombre de paz, bondadoso, humilde donde las haya y todo un ejemplo del compromiso social de la iglesia. Personalmente, lo conocí como párroco de mi pueblo, Legorreta, y fue un cura bien integrado en el pueblo, y más concretamente, con la cuadrilla de mis padres. Ahora bien, aunque por diferencias en la edad, no lo conocí en sus labores e iniciativas de apoyo al sector agrario, son muchas las referencias que me llegan de su apuesta, junto con toda una generación de personas comprometidas con la iniciativa comunitaria, por impulsar la visión cooperativa en el sector agrario gipuzkoano y más concretamente, en la puesta en marcha del centro de gestión Lurgintza. La necesidad de unir fuerzas por parte de las explotaciones agrarias familiares, la mayoría de las mismas de tamaño pequeño y medio, para afrontar los enormes retos a los que se enfrentaban y enfrentan, es la base del cooperativismo y así,