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¡Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!

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El próximo viernes, 8 de mayo, arranca la campaña electoral para conformar, en nuestro caso al menos, los ayuntamientos y diputaciones forales y por ello, aunque no sea de obligado cumplimiento, me voy a autocensurar y procuraré no entrar en temas directamente ligados a la campaña en los dos próximos fines de semana, no vaya a ser que, aquellos que me leen con lupa, vean hasta lo que no está escrito. Ahora bien, antes de que den el chupinazo de campaña, he estimado conveniente hacer un ejercicio de empatía electoral, es decir, entendiendo la empatía como la capacidad cognitiva de percibir lo que otro individuo puede sentir, me gustaría ser capaz de ponerme en el lugar de esos cientos o miles de personas que viven en pueblos más o menos pequeños del territorio guipuzcoano, que viven vinculados, en mayor o menor medida, al mundo del caserío y de la actividad agraria y que en las anteriores elecciones, en el año 2011, optaron por un cambio radical en las políticas forales ha

La falta de compromiso social

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Pienso que los taberneros de los pueblos pequeños habrán sentido un enorme alivio al comprobar que, por fin, ya se han publicado en el boletín oficial las listas electorales para conformar los ayuntamientos de sus municipios. Me explico. En los pueblos pequeñitos, ignoro cuál es la táctica que siguen en las ciudades, suele ser muy habitual que en los meses previos a la celebración de los comicios municipales, se te acerque gente, que tú sabes que son los jefes de los partidos políticos a nivel local, con el que durante todo el año no tienes apenas relación, no porque te lleves mal sino en la mayoría de los casos por lejanía generacional o porque no pertenecen a tu circulo de amistades, y te proponga, así de sopetón, una vez finalizado las palabras obligadas de cortejo inicial, sumarte a su proyecto y ficharte para su lista electoral. Pues bien, como la gente de los pueblos es muy sabia, la gente suele negarse rotundamente a tomar un café, un vino o refresco con dicho “cazad

Los cuatro del “taco”

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Si algo me ha enseñado la crisis son principios tan básicos como que la austeridad es un modo de vida donde lo superfluo deber relegarse o eliminarse para poder mantener lo verdaderamente fundamental y en segundo lugar, que en este puñetero sistema en el que vivimos, mandan los cuatro de siempre. Me explico. La austeridad, no tal como la entienden ni Mario (Draghi) ni Mariano (Rajoy) no es recortar cuestiones básicas como la educación, sanidad, pensiones o reducir al mínimo minimorum los derechos de los trabajadores, sino tal como dice mi amiga Kontxi de Lastur (a la que mando un fuerte abrazo porque sé que anda bastante pachucha) es reducir los gastos superfluos, sacar el máximo jugo a lsus propios recursos, reutilizar lo teóricamente desechable, realizar previsiones para el duro invierno  y , resumiendo, sacar  dinero donde no lo haya. Con respecto a la segunda cuestión, convendrán conmigo que si bien hace unos años, cuando todos vivíamos alelados y maravillados en la

Fidelizar para estrujar la cartera

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Hace unas semanas Juan Roig, el gran capitán del emporio Mercadona presentó los resultados de su empresa correspondientes al ejercicio 2014 y a pesar de que reconoció que las ventas habían subido un 2%, por debajo del 3,5% previsto, como suele ser habitual en sus comparecencias públicas lo que verdaderamente ha captado la atención de los medios y redes sociales han sido sus frases redondas como las tres siguientes que me gustaría destacar : “Estamos conociendo que la leche no nace de un brick, sino que detrás hay muchas cosas más, como cereales, etc.", “El sector primario tiene que tener garantizada la venta, pero antes tiene que haber plantado o pescado lo que el cliente quiere y los días que quiere” o la no menos jugosa "Somos una empresa de secos que queremos vender frescos. Vendemos la mitad de los secos. Estamos satisfechos, pero el camino a recorrer es largo. Tenemos que mejorar la calidad en frescos”. Las frases ilustran lo que quiere impulsar este empresari

El cuento chino de la industria láctea

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(Carátula de una película argentina) Los medios de comunicación andan revueltos con la noticia sobre el fin de las cuotas lácteas y muchos de ellos, desconocedores absolutos de la realidad ganadera, andan acercándose micrófono en mano a todo pitxitxi que se preste a opinar sobre las consecuencias que dicha decisión, que se aconseja trascendental, tendrá en el sector primario. Europa ha aplicado durante los últimos 30 años el sistema de cuotas lácteas que, a fin de cuentas, no era más que un sistema de control de producción con el que evitar una sobreproducción y con ello, minimizar el coste de otras herramientas de gestión de los mercados (intervención, restituciones, etc.) que, en ciertas épocas, supusieron un fuerte desembolso a las arcas comunitarias. La cuota láctea, para aquellos ajenos al sector productor, es un tipo de concesión o licencia administrativa por el que las administraciones permiten a los ganaderos producir leche hasta el límite de lo asignado y para e

Bocadillo de chorizo con pan duro

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Por lo que observo en mi entorno, resulta bastante habitual entre los críos que van a merendar comerse el chorizo y dejar el pan, o tirarlo a cualquier papelera o a la primera esquina que pillen. Mi hijo Martín, que en esto de la merienda es monocultivo del chorizo, al menos, lo hace y como él otros muchos, por lo que somos muchos los padres quienes peleamos para que el dichoso crio se coma el bocadillo en su totalidad y no sólo, lo que en principio es, la parte más jugosa. En la vida ocurre como con el bocadillo y solemos tener que afrontar y asumir que en nuestro día a día hay tareas, personas, entornos y realidades que aúnan tanto aspectos jugosos y agradables al mismo tiempo que otras partes no tan atractivas. Como decían antes los curas cuando te acercabas al altar, “a las duras y a las maduras”. En el sector agroalimentario y más concretamente, en el sector de la restauración o de la hostelería también ocurre algo similar cuando determinados establecimientos o subsec

Mosqueado con el MOSCATO

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Dice Joantxo Llantada , un bilbaino que nació y vive donde él quiere, que el 38% de los viajeros suele ampliar su dieta alimenticia habitual tras sus viajes dado que a la vuelta a su hogar acaba incorporando alguno de los alimentos que ha probado, catado o comido en el transcurso del viaje. Vascos que viajan a otras comunidades y/o países acaban integrando a su cesta de la compra productos, en principio, ajenos a nuestra cultura gastronómica como pueden ser el cuscus, el sushi, el moscato, etc. Por cierto y sin ánimo de herir a nadie, menuda la que está liandose con la dichosa moda del moscato cuando, además de por hacer patria, tenemos fántásticos vinos blancos en nuestro entorno más inmediato como pueden ser el txakoli. Como decía, los viajes son la formula idónea para ir conociendo nuevos pueblos, nuevos productos y nuevas gastronomías y por ello, haciendo el razonamiento a la inversa, debemos ser conscientes del potencial que el creciente turismo tiene en Euskad