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Fenomeno PARA-NADA-NORMAL

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  En los tiempos que corren ya nada es lo que era ni lo que parecía y corriendo el peligro de hablar como el abuelo cebolleta, creo reflejar el sentir de mucha gente de edad media que siente, sentimos, que el suelo se mueve bajo sus pies y que aquellas cosas que hasta ahora daban por asentadas y perpetuas se diluyen fruto de los continuos cambios que vivimos, acelerados aún más si cabe, con la aplicación de las nuevas tecnologías. Me explico, con tres ejemplos ilustrativos como son el de mi amigo Jesús que está haciendo el camino de Santiago por etapas, a trompicones, y cómo para volver a al lugar de inicio de la etapa a recoger su vehículo particular no recurre ni al autobús ni al taxi sino a Blabacar donde comparte coche con otros individuos a los que no conoce de nada; mi compañera de trabajo Ixiar recurre al servicio de intercambio de casas HomeforHome donde planifica sus vacaciones intercambiando su casa con la de otro individuos que tampoco conoce de antemano y final

La alergia de PHIL

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Esta última semana, personalmente hablando, ha sido bastante fastidiosa puesto que la dichosa alergia al polen me está dejando literalmente K.O., con una debilidad general qu eatontece mis huesos, los ojos llorosos y un dolor de cabeza que, tal y como dicen los de mi cuadrilla, dado el tamaño de la misma, es un dolor harto considerable. Pues bien, dicho lo anterior, espero que sepan ser condescendientes con mis desvaríos pero es que la última moda de los ayuntamientos de plantar tanto árbol floreado, moda que hace que este país parezca más Japon que Euskadi, me tiene con una flojera mental que sabrán tener en cuenta porque ahora, que yo también he comenzado a fomentar la empatía, les tengo que informar que esta semana he empatizado con el responsable foral de conformar el grupo de 300 representantes de la sociedad organizada que acudieron a Tabakalera al pomposo acto de presentación del proyecto ETORKIZUNA ERAIKIZ (Construyendo el futuro), al habérsele olvidado a dicho r

Políticos metemano

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Llevo meses escuchando tremebundas noticias sobre las negociaciones que las autoridades europeas y norteamericanas están manteniendo para crear una zona de libre comercio a ambos lados del atlántico. Como se podrán imaginar lo poco que conocemos, al menos en mi caso, es lo que venimos leyendo en diferentes medios que reproducen opiniones y filtraciones de parte, muchas de ellas interesadas pero también filtración de informaciones arrancadas a esos negociadores que trabajan en la penumbra y cuya verdadera faz nunca conoceremos porque no quieren ser reconocidos pero los detalles sobre los modos (reuniones secretas, imposibilidad de coger apuntes de los documentos, etc.) nos ponen los pelos de punta y lo que conocemos sobre el fondo, no menos importante que los modos, es bastante inquietante. Dicen los contrarios al acuerdo, archiconocido como TTIP, que los europeos perderemos todos los derechos sociales que venimos disfrutando, que nos veremos obligados a aceptar legislac

Empatizar, sí o sí

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En estos momentos donde el cambio, además de ser constante, es vertiginoso e imparable es harto frecuente encontrarte con personas y colectivos o gremios que no ven más allá de sus propias narices e incapaces de empatizar (ya perdonarán, pero acabo de aprender el significado de esta palabreja y ahora, venga o no a cuento, la utilizo) con el vecino, con el contricante, adversario y acercándome a mi campo, al consumidor final. Observo con tristeza cómo numerosos productores se lamentan continuamete, emulando a Calimero, que los consumidores no aprecian su producto, ni el trabajo que ejecutan y que, por el contrario, prefieren comer alimentos de peor calidad pero más “bonitos, cómodos y baratos” . Del mismo modo observo cómo técnicos sectoriales (incluyéndome a mí mismo como técnico de una organización agraria que soy) e investigadores trabajan más por asegurarse “carga de trabajo” (asimilando a la jerga sindical obrera) para sus centros sin preocuparse en exceso por la utilida

Amores que matan

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De pequeño,era bastante frecuente llegar con retraso a clase porque un buen grupo de nosotros nos distraíamos con el espectáculo que protagonizaba Nicolás, uno de los carniceros locales, al sacrificar alguna vaca en el matadero local; veaíamos el animal colgado de la cadena dentro del matadero puesto que la puerta estaba totalmente abierta y así, además del animal colgado, podíamos ver cómo las visceras se desparramaban por la acera. Como se podrán imaginar este espectáculo seria impensable en la actualidad en una sociedad tan habituada al celofán, al acero inoxidable y a la limpieza inmaculada y donde la gente espera que matemos los animales a besos. Por cierto, el matadero local, junto al centro escolar, cerró hace muchos años y en el pueblo, de los cuatro carniceros de aquellos entonces, Jexux, Venicia, Rosa y Nicolás sólo queda una única carnicería, la carnicería del hijo del último. Aunque lo que les cuento parezca el cuento del abuelo Cebolleta, les aseguro que es la rea

La banda de los cuatro

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Ya hace unas semanas hablaba de los amores y desamores de Pedro y Pablo, que tanto se acariciaban como zascaban con el permiso del combativo Albert y aprovechando que Mariano sigue en la siesta, y ahora, tras unos cuantos meses de dimes y diretes, tuits y retuits, declaraciones virales y demás chorradas de la política moderna, nos volvemos a encontrar en la casilla de salida de una carrera de trileros que no saben interactuar y cooperar, si no son ellos mismos los protagonistas de la película. Mariano, hace tiemnpo que se echó a la bartola, porque él no quiere participar en ningún juego que no le garantice el sillón presidencial; Pedro se afanó en buscar el cambio con más ganas que acierto y combinando entre lo que él desea y lo que su comité federal le deja; Pablo ha jugado a desestabilizar el tablero con unas formas más que contraproducentes y confiando que a la próxima partida, con la pértiga garzonista, podrá pasar por encima de Pedro y finalmente, está Albert que auto

La matraca de la soberanía alimentaria

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E stos días viajé hasta Madrid en un interminable  tour  ferroviario de hasta siete horas por tierras castellanas donde, además de disfrutar con la lectura de  Zu , de Anjel Lertxundi (libro que les recomiendo), pude ir observando lo encharcadas que están las fincas de cereal por las abundantes lluvias de las últimas semanas. Decían los palentinos, con los que intercambié algunas palabras en el receso de la reunión de trabajo, que la cosa apunta bien y que de seguir así, tendrán una buena cosecha. No obstante, la experiencia les demuestra que hasta el mismo día de la cosecha no se puede cantar victoria porque en un sector primario dependiente, en gran parte al menos, de la voluntad del de “arriba”, la cosecha se puede perder en unas pocas horas. En esa misma reunión también había representantes navarros a los que tanteé sobre el aterrizaje de las nuevas autoridades agrarias del Viejo Reyno y, haciendo una interpretación de sus palabras, siempre correctas y diplomáticas, creo que