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Cuestión de Tiempo

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En un mundo cada vez más concienciado con el problemón del cambio climático y donde el transporte de mercancías, personas y bienes es uno de los grandes causantes del problema en cuestión, alucino en colores al ver el anuncio televisivo de una app que alardea de la sencillez (y bajo coste) con el que puedes revender prendas y/o objetos y así que unos pantalones que llevas 2 años sin ponértelos, los puedas revender a un cliente que, por ejemplo, se encuentre a las afueras de Berlín. Algo similar me ocurre cuando en algunas ciudades observo repartidores de alimentos, platos precocinados, etc. que recorren a toda mecha las calles llevando su mercancía desde el establecimiento original hasta el domicilio particular de uno. Moteros y bicicleteros que se juegan el cuello al tener que entregar, pongamos, un tupper de ensalada porque, al parecer, el consumidor de marras no tiene tiempo para juntar unas tristes hojas de lechuga con algo de tomate y cebolla. En uno y otro ca

Estorbo

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Acabo de regresar de Roma donde he acudido a la Junta Directiva del Foro Rural Mundial que se celebra en la capital del Tiber aprovechando la mega cumbre que organiza la FAO coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Alimentación. Este tipo de organismos mundiales ejercen de imán para todo tipo de entidades, colectivos, asociaciones, lobbys y gobiernos que pasillean y trabajan en maratonianas reuniones para llevar el agua a su molino. Los hay bienintencionados, entre ellos el Foro Rural Mundial, que pretenden fortalecer la agricultura familiar como mejor garantía para combatir la plaga del hambre desde un total respeto a los derechos humanos de los agricultores y un respeto a los valores ambientales de sus tierras frente a otros modelos impulsados por otros no tan bienintencionados, lobos con piel de cordero, cuyo único objetivo es impulsar un modelo agroindustrial orientado exclusivamente a la exportación mientras los agricultores se mueren de hambre y mientras sus

Sal de frutas

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Asistí recientemente a una sugerente mesa redonda sobre alimentación al sentirme interpelado por el llamativo título de ¨¿Somos lo que comemos o comemos como somos?” y en el transcurso de la misma escuché verdades como puños con las que, en gran medida, estaba de acuerdo. La apuesta, personal y colectiva, por una alimentación saludable y sostenible parece ser algo innegable si bien todos somos conscientes de las muchas y constantes incoherencias que cada uno de nosotros protagonizamos y que al final, la simple apelación a dichos adjetivos, saludable y sostenible, puede acabar siendo un mantra comercial en boca de cualquier despiadado. Los alimentos de calidad y de proximidad, a poder ser de temporada, la importancia de dedicar tiempo suficiente y de calidad al acto de la compra y a cocinar, a poder ser implicando a los más jóvenes en ambas tareas, el mimo hacia los productores, pequeño comercio frente a formatos inmensos y lejanos, la opción por una hostelería comprometida co

Pesimismo

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Les tengo que reconocer que no llevo una buena temporada. Los datos y los comentarios que me llegan de aquí y de allá no son nada halagüeños y consecuentemente, por mucho que uno se empeñe en ser un optimista empedernido, la moral se resiente. La semana pasada di cuenta de los inquietantes datos sobre la brecha salarial o de rentabilidad que el campo tiene para con el conjunto de la economía (un 30% menos si contamos las ayudas europeas y un 65% en ausencia de las mismas) y si bien, cuando se manejan datos estadísticos, uno debe ser precavido y consciente que las estadísticas reflejan medias que dejan en la sombra numerosas realidades particulares, me ha llamado la atención sobremanera que los datos hayan causado una gran sorpresa en mucha gente y particularmente, entre personas con responsabilidades sectoriales tanto privadas como públicas. Uno que ya lleva bastantes años vinculado a la cuestión, sin necesidad de grandes datos estadísticos pero con datos económicos particular

Por favor, seamos serios

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Asistí hace unos días al estreno del documental ZUBIAK (Puentes) en el Festival Internacional de Cine de Donostia, documental que magníficamente ha sido dirigido por el periodista irunés Jon Sistiaga y que será emitido el próximo 31 de octubre en la cadena Zero de la plataforma Movistar. No se crean que estoy haciendo publicidad de la antigua Telefónica ya que lo hago, primero, por difundir al máximo el mensaje de paz y reconciliación que Maixabel Lasa, viuda de mi amigo Juan Mari Jauregi, asesinado por ETA hace 19 años, nos hace llegar con una naturalidad pasmosa e incluso incomprensible para el común de los mortales y segundo, por egoísmo, confiando que las gentes del cinealgún director de cine al ver el documental sabrá apreciar mi aportación a dicho documental, en tanto en cuanto era el alcalde de Legorreta en el fatídico momento, y así (utilizando un humor ciertamente macabro) podría ofrecerme algún jugoso contrato cinematográfico que me jubilaría de este ingrato trabajo

Ironías de la vida

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El poso suscitado por la visita veraniega a tierras oscenses ha sido de tal calibre que aquí ando yo en el coche escuchando y gozando con las canciones de La Ronda de Boltaña, banda musical folclórica que va, nunca mejor dicho, rondando por los pueblos y ciudades y cantando las verdades de sus gentes, de forma amateur pero con gran maestría y cuya canción AQUÍ fue el himno de la exitosa manifestación de la Revuelta de la España Vaciada celebrada el pasado 31 de Marzo. Los ronderos serán muy de pueblo pero no por ello dejan de ser ultramodernos y tal es así que, publican sus canciones en formato CD sin caer en la cuenta que el coche de un servidor no tiene aparato de CDs sino de cassete y por ello, me veo obligado a escuchar sus poéticas y reivindicativas letras en el coche grande que, como imaginarán, es el de mi mujer. Pues bien, iba yo conduciendo el mío, con mi cassete de rancheras de Paquita la del Barrio, tan barriobajera como maravillosa ella, cuando escuch

El tamaño sí importa

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A la vuelta de mi viaje anual al camping de Las Landas me dirigí hacia tierras aragonesas acompañado de unos amigos y de 4 adolescentes cuya única preocupación era si el municipio de destino, Aínsa, y más concretamente el hotel en el que nos íbamos a hospedar contaba con wifi o no. Broma arriba, broma abajo, la cuestión es que esta preocupación de estos adolescentes nos sitúa en la cruda realidad sobre las prioridades de la sociedad actual. Te puede faltar qué comer pero, ¡por Dios, que no caiga la maldita red! Pues bien, al día siguiente, fue la torre del castillo de Aínsa, bella localidad oscense de la Comarca del Sobrarbe, el escenario elegido por la asociación Porc Libre para celebrar una mesa redonda bajo el título “Medio Rural, despensa del medio urbano” donde participé junto con José Casasnovas, magnífico comunicador además de veterinario y profesor, Miguel Gracia, buen conocedor del mundo rural y agudo socialista además de presidente de la Diputación Provincial de Hu