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El relato

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El relato es, según mi amigo Iñaki, lo más importante en el momento de comunicar bien sea un producto, un plato o un acuerdo político. Incluso tan importante, o más, que el propio producto, plato o acuerdo político. Cuando uno intenta comercializar un producto nuevo, al menos en lo que a alimentación se refiere, en el momento de comunicar resulta clave que el producto tenga una historia, un relato con el que llegara sensibilizar y emocionar el hipotético consumidor. Incluso, hay asesores que, sibilínamente, te aconsejan, en caso de que el producto no tenga nada especial que transmitir, que te inventes un relato con el que envolver, cuál celofán, el producto a comercializar. Con el nuevo gobierno español ocurre otro tanto. En primer lugar, tuvimos que escuchar el relato con el que justificaban la falta de acuerdo en las elecciones de Abril, posteriormente, nos dieron los detalles del nuevo relato sobre la idoneidad del momento para alcanzar un acuerdo entre las fuerzas

Talento y Talante

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Talento y talante Vuelvo de las vacaciones navideñas con un par de kilos adosados a la cintura como la cartuchera que lucía John Wayne en sus películas, fondón y desentrenado porque aunque les tengo que reconocer que uno es adicto al ejercicio de juntar letras, las vacaciones hacen estragos y uno pierde agilidad mental y agudeza visual para captar lo que es noticia o noticiable de lo que es simplemente, bazofia. Eso sí, por muy relajado y ocioso que esté uno, no sé si es por defecto de fábrica o por habilidad innata pero es inevitable que uno mire la realidad que le rodea , las noticias que lee y/o escucha con las agrogafas que no acabo de quitármelas y que como imaginará, irremediablemente, condicionan mi mirada. Pues bien, en esas estamos cuando cae en mis manos una publicación titulada GITalent, impulsada por el diario Noticias de Gipuzkoa con la colaboración de la Diputación Foral de Gipuzkoa, la Cámara de Comercio y la patronal ADEGI. Abordo la lectura de forma

Carne sensible

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El día de Santo Tomás, 21 de diciembre, suele ser un día grande en Donostia. El centro de la ciudad es tomado por cientos de puestos de baserritarras y artesanos que venden sus mejores productos y también por numerosos colectivos sociales y estudiantiles que ofrecen sus pintxos de txistorra para sacar unas perras con las que cubrir sus objetivos sociales y estudiofestivos. Una vez más, vuelve a la palestra la polémica generada por los colectivos animalistas ante el tradicional sorteo de una cerda. La cerda Ximona proviene de un pequeño caserío de Leitza (Nafarroa) que ya el año pasado tuvo que aguantar las iras de un grupo animalista, lo cual ha provocado que este año, el ayuntamiento de su localidad, la asociación de baserritarras y un grupo de consumo hayan tenido que salir en su defensa por considerar que esta ganadera es un “inmejorable aliado de los animales” y alejada de los estereotipos de otros modelos industriales que suelen ser el objetivo habitual de los colectivos

La sonrisa de Greta

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No sé si a usted le ocurre lo mismo pero uno llega a vísperas navideñas, más que harto, de ver desde mediados del mes de octubre, fin de semana fin de semana viene, películas ñoñas de ambiente navideño donde el omnipresente santa claus aparece y desaparece y donde los amores y desamores de parejas y familias son milagrosamente reconducidas por el personaje rechoncho y barbudo, ataviado con su infalible traje rojo y al mando de un trineo tirado por renos. Las películas, ñoñas y bobaliconas a más no poder, son magnífica compañía para la siesta que uno echa en su sillón preferido pero les advierto que dichas películas (quizás sea mucho llamarlas así) de lo empalagosas que son que hasta resultan peligrosas para diabéticos. Por cierto, me llama poderosamente la atención que esta invasión de “santas“s sea tan sumisamente aceptada por el público en general y que no opongamos el más mínimo reparo hacia este sibilino tipo de colonialismo yanqui. Tal es el colonialismo y tal es el

Resignación cristiana

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Vuelvo de la gélida Vitoria-Gasteiz de participar en el lanzamiento en Euskadi del Decenio de la Agricultura Familiar. Una Agricultura Familiar que ha pasado, al menos política y públicamente, de ser un anacronismo incompatible con el libre y moderno mercado a ser, actualmente, una de las claves en la lucha para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible integrados en la Agenda 2030 de la ONU. Según cuentan los que de ello entienden, el 80% de los alimentos son producidos por la agricultura familiar pero al mismo tiempo son agricultores familiares el 80% de los pobres del mundo mundial. Por lo tanto, aplicando la regla de tres que aprendimos de pequeños, impulsar la agricultura familiar mejorando su productividad, rentabilidad y sostenibilidad es el camino más directo y eficaz para abordar los principales objetivos como pueden ser el fin de la pobreza, el hambre cero, el trabajo decente y crecimiento económico, la reducción de desigualdades, …. Pues bien,

Perder la perspectiva

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Una vez más, y van tres, el Kursaal donostiarra ha sido el escenario del Congreso GureLurra3SembrandoFuturo que pretende ser un encuentro del mundo rural y urbano de Gipuzkoa, conscientes unos y otros, que estamos embarcados en el mismo carro. Algo más de 500 personas acudieron a la convocatoria foral y escucharon los numerosos testimonios de famosos, expertos y productores sobre las aportaciones que desde el medio rural y el sector agrario se hacen al bienestar, en su más amplia acepción, del conjunto de la sociedad. El encuentro, además de acercar la ruralidad y la urbanidad que convivimos en la sociedad actual, sirve al mismo tiempo como ejercicio de auto-afirmación sectorial que nos vale a modo de chute de optimismo que tanto requiere el sector. De vuelta a casa, veo el informativo en la televisión pública vasca y no acabo de salir de mi asombro, al comprobar que se informa de las movilizaciones agrarias en París y Dublin e incluso un reportaje sobre la fiesta de Acc

Irrelevante

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¡Judio tenía que ser! fue la exclamación que me brotó al leer la última página del libro que más me ha impactado en estos últimos años que no es otro que “21 lecciones para el siglo XXI” del israelí Yuval Noah Harari. Mis gustos literarios navegan por la novela y desde hace unos años, por autodisciplina, voy alternando libros en euskara con otros en castellano y en esta ocasión, aunque lo habitual es optar por alguna novela, opté por este ensayo tras haber leído una reseña que me logró cautivar. El historiador, escritor y profesor universitario, tal y como indica el propio título, a lo largo de 21 capítulos trata cuestiones como el trabajo, la libertad, la religión, la educación, .. y nos invita a la reflexión sobre esas cuestiones tan trascendentes pero que por su cotidianiedad las asumimos como tal y por lo tanto, ni nos paramos en reflexionar sobre las mismas. En el segundo capítulo, el dedicado al Trabajo, aporta una reflexión sobre los retos que la infotecnología

El vaso de la paciencia

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No sé a usted cómo se le habrá quedado el cuerpo tras el domingo electoral pero a mí, personalmente, peor que el cuerpo se me ha quedado el alma (sensible que es uno) al observar la fortaleza lograda por la ultraderecha que, incluso, ha llegado a superar la barrera de los cincuenta diputados. Su mensaje ha calado en municipios con fuerte presencia de inmigrantes, muchos de ellos municipios agrícolas con un sector productor y transformador altamente dependiente de mano de obra extranjera; su mensaje ha calado entre capas sociales ansiosas de más mano dura ante la cuestión catalana como si la cuestión se solucionase con sólo envolverse en la rojigualda y lo que más me duele, aunque no me extrañe, su mensaje ha calado entre gente del campo y del mundo rural que hartos de ser ignorados por el stablishment dominante hasta el momento y vilipendiados por diferentes movimientos ecologistas y animalistas, se han agarrado, como clavo ardiendo, a un mensajero que ha sabido tocarles

Vivito y coleando

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Hace bien poco comenté en otro artículo que me hallaba inmerso en un periodo de cierta debilidad y con el ánimo algo bajo. Quizás sea por ello que en estas fechas me llegan informaciones que me afectan y me dejan el alma encogida y el cuerpo traspuesto. Llego al día D, la cita electoral, con el alma supurando rabia al escuchar las barbaridades de algunos dirigentes de la ultraderecha que, independientemente de lo que sean cada uno de sus votantes, cumplen muchas características de lo que venimos llamando fascismo. Pero en fin, veremos en qué queda, la historia y que el tiempo, como siempre ocurre, ponga a cada uno en su sitio. A estos dirigentes de la ultraderecha que, a modo de Trump ibéricos, se jactan de negar el cambio climático les hubiese invitado yo a la interesantísima jornada celebrada hace unos quince días en en el centro de investigación BC3Research ubicado en la Universidad del País Vasco donde expertos como Agustín del Prado y Pablo Manzano dieron la visión

La boina

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El próximo fin de semana, usted y yo, tenemos una cita muy importante. El domingo 10 están convocadas las elecciones al Congreso y Senado y una vez constituidas ambas cámaras, será el momento de elegir el nuevo gobierno que rija los designios del país y entre otras tareas, el nuevo presidente deberá nombrar la persona que lleve el timón del Ministerio de Agricultura. Quizás lo siga siendo Luis Planas, al que yo denomino el ministro plano, o quizás se opte por una persona con más arrojo, que se moje y que, a riesgo de equivocarse, impulse políticas más osadas que vayan más allá de mantener el status quo. La víspera, el sábado 9, en plena jornada de reflexión electoral, un grupo de jóvenes baserritarras acompañados de otros cuantos jóvenes de cierta edad, dentro de una mini-jornada titulada “Soy un joven baserritarra y estoy orgullosos de ello”, analizarán en Zaldibia, a los pies de la Sierra de Aralar, las políticas públicas que promueven la incorporación de jóvenes y la t

Cuestión de Tiempo

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En un mundo cada vez más concienciado con el problemón del cambio climático y donde el transporte de mercancías, personas y bienes es uno de los grandes causantes del problema en cuestión, alucino en colores al ver el anuncio televisivo de una app que alardea de la sencillez (y bajo coste) con el que puedes revender prendas y/o objetos y así que unos pantalones que llevas 2 años sin ponértelos, los puedas revender a un cliente que, por ejemplo, se encuentre a las afueras de Berlín. Algo similar me ocurre cuando en algunas ciudades observo repartidores de alimentos, platos precocinados, etc. que recorren a toda mecha las calles llevando su mercancía desde el establecimiento original hasta el domicilio particular de uno. Moteros y bicicleteros que se juegan el cuello al tener que entregar, pongamos, un tupper de ensalada porque, al parecer, el consumidor de marras no tiene tiempo para juntar unas tristes hojas de lechuga con algo de tomate y cebolla. En uno y otro ca