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La frasecita de marras

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  El potencial de la juventud agraria, en los sistemas alimentarios sostenibles, fue el titular elegido por el Foro Rural Mundial y el Comité de Euskadi de la Agricultura Familiar, impulsores de una Jornada celebrada esta semana en Bilbao, en la que se pretendía abordar el reto del relevo generacional en el sector primario. Si bien, la delicada situación que vive el sector nos puede hacer pensar que cuestiones como el rejuvenecimiento y el imprescindible relevo generacional al frente de las explotaciones, son cuestiones secundarias en un momento como éste donde la asfixia nos ahoga y nos impide pensar con la lucidez que la cuestión requiere, no es menos cierto, que debemos ser capaces de aunar y compatibilizar, lo urgente con lo importante, es decir, la asfixia actual con el futuro del sector productivo. Los datos estadísticos, esos datos que nos ponen frente al espejo, aquellos que ponen negro sobre blanco sobre lo que está ocurriendo en el día a día y tras los cuales se esconde

Ahogados

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  Lo reconozco. Tengo un trauma con las inundaciones del año 83. Desde aquel año, en el que el río Oria que está pocos metros de nuestra casa, arrasó con todo nuestro entorno, entró sin permiso alguno en nuestra casa y alcanzó el metro ochenta en la planta baja, desde aquel día, cada vez que llueve de forma extraordinaria, no puedo dejar de recordar aquella riada, miro y remiro obsesivamente al río y se apodera de mí, un dolor corporal que me deja hecho polvo. Lo reconozco. Para la gente que no vivió aquello en sus propias carnes, le es difícil, cuando no imposible, comprender miedos y actitudes como la mía, pero como comprenderán, no lo puedo evitar y me resulta imposible abordar esta cuestión con la templanza que requiere la situación. Este pasado jueves, volvió a ocurrir, el río se aproximó a nuestras casas y el miedo, nuevamente, se apoderó de mí. Gracias a Dios, la cosa acabó en un susto y en nuestra casa, no hemos sufrido nada, más allá de una noche en vela y un agarrotamient

Mojarse hasta las cachas

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  El invierno, en mi caso, comienza todos los años con dos “acontecimientos”; por una parte, a primeros del mes de Noviembre, cuando la familia Segurola del caserío Elosiaga de Azpeitia pasa con su rebaño por delante de nuestra casa en su viaje de retorno a casa tras haber pasado el verano, que no veraneo, en los pastos montanos de Aralar donde, aquí va mi píldora publicitaria, elabora un sabroso queso cuyo nombre, Beltzulegi, hace honor a la txabola de la sierra. El segundo acontecimiento es la alubiada en el Restaurante Arregi de Berastegi donde la familia del mismo nombre nos agasaja con unas alubias de Tolosa, riquísimas, acompañadas de los sacramentos (morcilla, chorizo, etc.), no apta para veganos, que redondeamos, al menos en mi caso, con la mejora tarta de queso del mundo mundial. Como verán, como buen vasco, mi calendario anual viene jalonado de acontecimientos y eventos, muchos de ellos, ligados con el sector primario y la gastronomía. Por cierto hablando de buenos vas

Los listos

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  Quizás sea al único que le ocurre, pero les tengo que reconocer que, estas costumbres importadas, que no se caracterizan precisamente por hacernos mejores personas, si no única y exclusivamente como impulso al consumismo desenfrenado, me dan, más que pereza, dolor de tripas. Dolor por que, aunque los grandes estudios de opinión destaquen, de forma reiterada, que la cuestión medioambiental y que la lucha contra el cambio climático es una de las prioridades de la ciudadanía, a la postre, me doy cuenta, o al menos así lo percibo yo, que esa sensibilidad o preocupación manifiesta dura lo que tarda en apagar la grabadora el encuestador. De otra forma, no hay modo de entender la locura del dichoso Black Friday que nos acosa por tierra, mar y aire con ofertones sobre las mayores chorradas que podamos imaginar y lo que es peor, los consumidores, al menos, muchos de nosotros, picamos en el anzuelo. Dolor, igualmente, el que me genera que centros comerciales como Garbera en Donostia sigan

El concepto es el concepto

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  Lo enrevesado de la situación actual en el mundo agroalimentario y el cariz surrealista de los acontecimientos, me ha hecho recordar una memorable actuación del actor gallego, Manuel Manquiña, que bordó su papel del sicario Pazos en la película Air Bag allá por los años 90 cuando se enredó con su mítica frase de “El concepto es el concepto” para estar un rato largo hablando, eso sí, sin decir nada. Pues bien, en estos últimos años, hay un concepto, mejor dicho, un mantra que vale para un roto y un descosido según el cual, la población mundial vivirá un crecimiento exponencial por el que aumentará en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, pasando de los 7.700 millones actuales a los 9.700 millones en el año 2050, e incluso, se prevé que en el año 2100 se pueda alcanzar los 11.000 millones de habitantes. ¡Ahí es nada! Obviamente, el crecimiento exponencial se dará en unas zonas y continentes como Asia, África o América Latina mientras las otras zonas o continentes, Eur

Entre pucheros

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  Esta semana tuve el inmenso privilegio de ser invitado a un encuentro del colectivo de cocineros MAHAIA (Mesa) con gentes de diverso pelaje con el objetivo de compartir sus puntos de vista sobre la gastronomía, el mundo de la cocina y del producto alimentario, como decía, con quienes conectamos desde diversas disciplinas como la antropología, la historia, el paisajismo, el periodismo, etc. y en mi caso, desde la in-disciplina de los productores de alimentos. La cita tuvo lugar en la Bodega HIKA de Billabona-Amasa, con el incombustible Roberto Ruiz como anfitrión, y nos deleitaron con una exquisita cena trabajada por 5 cocineros diferentes que, tengo que reconocer, alcanzó la categoría de momento mágico e histórico, si tenemos en cuenta el nivelazo de los allá congregados y una oportunidad irrepetible para gente mediocre como yo, que alcanzaron el éxtasis al escuchar al cocinero Aitor Arregi del Restaurante Elkano hablar con una pasión sobrecogedora sobre un pescado, de nombre L

Políticos de diferente clase

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  Cada vez es más frecuente que en las redes sociales encuentres frases redondas y perfectas que, cuando menos, te dan qué pensar. Pues bien, hace unos pocos días, en el muro de una política vasca, Muriel Larrea del PP, encontré la siguiente “En la vida hay dos clases de personas: las que se ahogan en problemas o las que nadan entre soluciones”, que me dio mucho que pensar. Seguramente a usted, al igual que a mí, le ocurrirá que, en una lectura rápida, en diagonal, algo habitual hoy en día, se vea mejor reflejado en la segunda parte de la frasecita, entre aquellos que nadan entre soluciones, pero tras cansar la cabeza, me di cuenta de que, una vez más, ni con unos ni con otros, ¿seré híbrido?, resulta que lo que yo soy, al menos en estos últimos tiempos, es que soy de aquellos que nadan entre problemas, pero, por ahora, sin ahogarme. No son tiempos para la lírica y menos aún para los que nos dedicamos al sector primario, sector cuyas gentes miran con sorna la escandalera que se m