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Con la oreja puesta

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Mi amiga Lurdes es la cartera del pueblo con la que mantengo un rifirrafe dialéctico-humorístico porque no acaba de entregarme la carta de una tía argentina que creo me ha beneficiado en su testamento y yo, ahondando en la broma, le suelo recordar que ante la imparable bajada de cartas ordinarias (salvo facturas y certificados de Tráfico o Hacienda que, éstos sí, llegan puntualmente) va a quedarse en el paro. Ahora bien, viéndole como anda de un lado para otro con el carrito lleno de paquetes, emulando a las reinas magas que tanta polémica generaron en Navidad, creo que mientras la compra online siga fortaleciéndose, no tengo más remedio que seguir sufriendo el pasotismo de, dicho sea de paso, mi cartera favorita. Como uno mismo, además de juntaletras es consumidor, ha solido recurrir a la red de redes para hacerse con unas zapatillas de correr (quizás debiera decir, andar deprisa) , adquirir alguna prenda de vestir o algún billete de avión, desde mi propia experiencia

Los pelos como escarpias

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Dicen que lo difícil es encontrar el termino medio en las diferentes cuestiones que tenemos entre manos y al igual que yo suelo utilizar una expresión tan coloquial “o calvo o cuatro pelucas” para señalar lo que yo estimo planteamientos extremos, en el sector agrario parece ser que, poco a poco, a la chita callando, se van introduciendo algunos planteamientos y propuestas que son, en mi opinión, cuando menos, preocupantes. Ya hace unos meses, en un artículo titulado “¿Agricultura sin agricultores?” hacia mención a la tendencia, creciente , hacia un modelo de producción agrario desligado del tejido productivo familiar y del territorio y entramado social rural de nuestros pueblos y hoy, tras observar numerosos casos de este fenómeno desarraigador, quiero referirme a otro fenómeno, no menos importante que como todos los procesos de cambio importantes no es percibido hasta que lo tenemos campando entre nosotros. Pues bien, queriendo contextualizar mi reflexión traigo a colación

INSISTENCIALISTA

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No sé si le ocurrirá a usted, estimado lector, que cuando anda trabajando sobre un tema, el grado de concentración es tal que, a riesgo de ser un pesado, no ve más que cuestiones relacionadas con el dichoso tema y para más inri, le es mentalmente imposible, abordar otra serie de cuestiones diferentes al tema de marras. Pues bien, últimamente ando muy centrado en la cuestión del relevo generacional en nuestros caseríos y por lo tanto, ya me perdonará la insistencia (utilizo la expresión de “insistencialista” para referirme cariñosamente a los miembros de ELKARRI, grupo pacifista caracterizado por su insistencia en sus postulados), siguiendo la estela de un artículo anterior titulado “Orgullo Rural” creo conveniente abordar nuevamente esta cuestión y/o problemática. Comienzo refiriéndome a un magnífico documento cuya lectura acabo de finalizar titulado “La sucesión en la ganadería familiar: El ovino de leche en el País Vasco” que es la tesis doctoral de la socióloga

Un fin de año calentito

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Mi amigo Juan Ramón, señalando con el dedo sus labios, solía afirmar con acierto y sabiduría el dicho aquel de “un segundo aquí (en la boca), una eternidad aquí (tocándose el michelín) y así, haciendo realidad la máxima del azkoitiarra, aquí vuelvo yo, a la vuelta del periodo navideño, habiendo recogido ya todos los adornos, figuritas, pinos y luces que puse a lo largo y ancho de la casa y, como les decía, con un par de kilos más que engalanan mi “gerribuelta”, como diría el salado de Paulino en el programa Kontrako Eztarria de ETB. Pues bien, dado que mi último artículo coincidió con las elecciones del 20-D, no tengo más remedio que comenzar refiriéndome a las mismas y constatando, en lo que respecta a España, el fuerte “suelo” de los populares así como el susto dado por Podemos que, visto lo visto, queda a la espera del segundo asalto para sobrepasar de una definitiva vez a los socialistas y erigirse en referencia de la izquierda estatal y por otra parte, fijando la vist

Ilusión láctea

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Hace unos cuantos años recibí la llamada de mi buen amigo Joxemanuel Goikoetxea, ya fallecido tras una larga enfermedad, y ex de muchas cosas pero sobretodo un verdadero líder del sector agrario que supo, desde sus diferentes responsabilidades, impulsar proyectos y estructuras que sustentasen la actividad en un sector primario tan pequeño y difuso como el vasco. Pues bien, a lo que iba, Joxemanuel me llamó nervioso porque el mandamás de la empresa láctea de base cooperativa EMMI de Suiza, inesperadamente, había aterrizado en Loiu con el propósito de dar una charla a ganaderos encuadrados en la cooperativa KAIKU y hacía falta activar unos cuantos ganaderos para que llenasen la sala a modo de atrezzo y el orador no se viese frustrado por su escasa capacidad de convocatoria. Pues bien, los que acudimos a dicha charla, como se suele decir coloquialmente “para hacer bulto”, salimos mareados con la avalancha de números, estadísticas y conceptos que se nos escapaban al común de

Las ausencias del debate (decisivo)

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Viendo el Teleberri del finde caí en la cuenta que fui uno de los pocos que optó por quedarse por casa en el Puente de la Inmaculada ya que el que no se había ido a Madrid, se había ido a Munich y el que no, volvía al pueblo que, según parece es el refugio seguro al que todos recurren cuando el bolsillo anda constipado. Pues yo, también me quedé en el pueblo, en el mio, Legorreta para más señas, y siguiendo con la tradición familiar me dediqué a labores decorativas navideñas que van desde poner el pino hasta engalanar todos los rincones de la casa. Agotado de subir y bajar de la escalera para el dichoso pino, además de reponer bombillas y mover figuritas y espumillones de un lado para otro, el lunes por la noche, incauto de mí, me puse frente al televisor para seguir el Debate Decisivo, la madre de todos los debates, tal y como lo venían vendiendo los de Atresmedia desde hace un mes, y tengo que reconocer que debo ser algo masoquista puesto que aguanté hasta el final.

Orgullo casero

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El imparable aumento de la población mundial previsto por todos los organismos internacionales hace que tanto las empresas agroalimentarias multinacionales como los estados más poderosos hayan fijado el sector agroalimentario entre sus prioridades. Ahora bien, esta prioridad global no casa con las prioridades locales o más cercanas y menos con las prioridades personales de cada uno de nosotros pues de otro modo resulta difícilmente comprensible que en un panorama global tan, en principio, goloso nos encontremos con un sector productor cada vez más reducido y envejecido. En Euskadi, tenemos un sector agrario con unos titulares cuya edad media es de 58 años, es decir, en puertas de la jubilación “legal” y si acercamos la lupa a la estadística comprobamos que sólo el 10% de los titulares es menor de 40 años (40 años es el límite fijado por la Unión Europea para considerar a un productor, joven agricultor o no) y si miramos al tramo superior, comprobamos, con estupor, que el