¡Viva la revolución de la cuchara!

Les tengo que reconocer que soy seguidor habitual del programa de decoración de los gemelos Scott. Aunque sepas de antemano cuál va a ser el resultado final, ver esas casas diáfanas, sin apenas tabiques y con unas cocinas inmensas donde no falta una isla, que para sí la quisiera el alcalde de Donostia, que te invita, cuando no obliga, a cocinar esos llamativos pastelitos de colores que serán engullidos por los numerosos invitados que se colocarán en los taburetes altos como si fueran periquitos. Con lo sencillo que es tener una buena encimera y luego una mesa donde comer como Dios manda, cómo se complican estos yanquis la vida, total, para acabar comiendo unos míseros sándwiches. Tras ver ese programa, uno se acuesta, con la sensación de no ser nada en este mundo, por tener la casa llena de tabiques y por contar con una cocina, con el sitio justo, a la que le falta la dichosa isla. Como dice un amigo, ahora, si no tienes una isla en la cocina, ¡no eres ná! P...