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Mostrando las entradas etiquetadas como alimentación

En dos palabras, IM-PRESCINDIBLE

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Días antes de las Navidades del 2007, acudí a la Clínica de la Asunción en Tolosa acompañando a nuestra madre aquejada por un insoportable dolor en su brazo. A las pocas horas del ingreso nos comunicaron que nuestra madre tenía dos tumores, uno de pecho y otro en el cerebro, y que presentaba, ya perdonarán los profesionales en la materia mi imprecisión, una metástasis y que la cosa apuntaba, muy pero que muy mal. Como se imaginará el shock de los familiares fue terrible, inmenso y paralizante. Tras el primer golpe, todo, pero todo, pasó a un segundo o tercer plano y tanto es así, al menos en mi caso personal, mi único pensamiento y tarea era ocuparme de, perdonen la expresión, la madre que me parió. Algo similar, creo, nos ha ocurrido con el coronavirus. La semana pasada andábamos haciendo bromas sobre los chinos, chanzas sobre las distancias para con aquellos que no nos caían especialmente bien o en mi caso, sobre el posible cierre de nuestra sociedad gastronómica. Por c

El virus de marras

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Resuenan por toda la estepa castellana-aragonesa que rodea la capital que todo lo absorbe, las carcajadas de los paisanos al escuchar las ordenes administrativas de nuestras autoridades que recomiendan que dejemos un metro de distancia entre uno y otro en aquellos eventos de más de 1.000 personas . Ellos, los paisanos, que viven en nanopueblos y acostumbrados a distancias kilométricas para poder encontrar otro poblador estepario con el que simplemente mantener una conversación, flipan en colores al escuchar las ordenes que, al parecer, no van con ellos y por la paranoia generada en las urbes ante la imposibilidad de arrejuntarse masivamente en eventos lúdicos sin los cuáles su vida pierde todo el sentido. Mientras tanto, uno que es obediente, siguiendo a pies juntillas las instrucciones de la autoridad competente, ha optado por el teletrabajo para afrontar la dura tarea semanal de juntar letras con el objetivo último de, además de chinchar a mis seguidores más acérrimos, refl

Ése no es el problema

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Visitaba el ministro Planas una feria en Extremadura cuando las movilizaciones agrarias fueron recibidas a palos no fuera que Don Luis fuese interpelado por los furiosos productores que estaban a las puertas del recinto ferial. Los televidentes se sentaron a la mesa de la cocina impresionados con las imágenes de la sarta de palos que los policías propinaron a aquellos agricultores que pretendían arrimarse al ministro y compañía para susurrarles al oído las verdades del barquero que no es otra que la falta de rentabilidad que asfixia al actual sector productor, vacía los pueblos y mata toda esperanza para el sector en su conjunto. Luis pensando que la protesta era un calentón más, algo momentáneo, pensó quizás que sería suficiente con salir por peteneras y así, agarrando el rábano por las hojas, refiriéndose a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), en su particular minuto de gloría, dijo la frase de oro: “ése no es el problema”. Cuando los agricultore

Cuestión de Tiempo

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En un mundo cada vez más concienciado con el problemón del cambio climático y donde el transporte de mercancías, personas y bienes es uno de los grandes causantes del problema en cuestión, alucino en colores al ver el anuncio televisivo de una app que alardea de la sencillez (y bajo coste) con el que puedes revender prendas y/o objetos y así que unos pantalones que llevas 2 años sin ponértelos, los puedas revender a un cliente que, por ejemplo, se encuentre a las afueras de Berlín. Algo similar me ocurre cuando en algunas ciudades observo repartidores de alimentos, platos precocinados, etc. que recorren a toda mecha las calles llevando su mercancía desde el establecimiento original hasta el domicilio particular de uno. Moteros y bicicleteros que se juegan el cuello al tener que entregar, pongamos, un tupper de ensalada porque, al parecer, el consumidor de marras no tiene tiempo para juntar unas tristes hojas de lechuga con algo de tomate y cebolla. En uno y otro ca

Sal de frutas

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Asistí recientemente a una sugerente mesa redonda sobre alimentación al sentirme interpelado por el llamativo título de ¨¿Somos lo que comemos o comemos como somos?” y en el transcurso de la misma escuché verdades como puños con las que, en gran medida, estaba de acuerdo. La apuesta, personal y colectiva, por una alimentación saludable y sostenible parece ser algo innegable si bien todos somos conscientes de las muchas y constantes incoherencias que cada uno de nosotros protagonizamos y que al final, la simple apelación a dichos adjetivos, saludable y sostenible, puede acabar siendo un mantra comercial en boca de cualquier despiadado. Los alimentos de calidad y de proximidad, a poder ser de temporada, la importancia de dedicar tiempo suficiente y de calidad al acto de la compra y a cocinar, a poder ser implicando a los más jóvenes en ambas tareas, el mimo hacia los productores, pequeño comercio frente a formatos inmensos y lejanos, la opción por una hostelería comprometida co

Pesimismo

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Les tengo que reconocer que no llevo una buena temporada. Los datos y los comentarios que me llegan de aquí y de allá no son nada halagüeños y consecuentemente, por mucho que uno se empeñe en ser un optimista empedernido, la moral se resiente. La semana pasada di cuenta de los inquietantes datos sobre la brecha salarial o de rentabilidad que el campo tiene para con el conjunto de la economía (un 30% menos si contamos las ayudas europeas y un 65% en ausencia de las mismas) y si bien, cuando se manejan datos estadísticos, uno debe ser precavido y consciente que las estadísticas reflejan medias que dejan en la sombra numerosas realidades particulares, me ha llamado la atención sobremanera que los datos hayan causado una gran sorpresa en mucha gente y particularmente, entre personas con responsabilidades sectoriales tanto privadas como públicas. Uno que ya lleva bastantes años vinculado a la cuestión, sin necesidad de grandes datos estadísticos pero con datos económicos particular

Incoherencia plastificada

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Sorpresa, cuando no indignación, es el sentimiento que me aflora cada vez que veo en algunos comercios, sobretodo en esos puntos mal llamados comercios de oportunidad, una pieza de fruta embolsada o embandejada con su consiguiente cierre plastificado. Incluso, he podido ver en redes sociales, una naranja pelada que viene en su envase plástico donde, obviamente, se alude a su facilidad de consumo al no tener que ser pelada. Por ello, no me extraña nada y comulgo plenamente con la impactante campaña “Cero Plástico” impulsada esta semana última por diversas entidades y colectivos conservacionistas con la que pretenden concienciar a la sociedad de las perniciosas consecuencias que tiene nuestra desaforada utilización de plásticos de un único uso y consecuentemente, reducir el uso de dichos plásticos. Al ver las terribles imágenes de playas y océanos anegados de plástico se nos encoge el alma, dos minutos a lo máximo, y rápidamente cambiamos de cadena o noticia puesto que esta

Ojo Avizor

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El sector agroalimentario vasco respira aliviado al conocer que la cadena de distribución EROSKI ha alcanzado un acuerdo con la banca para refinanciar su deuda, al menos con aquellas que suponen más del 75% de su deuda a refinanciar que asciende a un importe aproximado de 1.540 millones de euros. Este acuerdo despeja su horizonte financiero hasta el 31 de julio de 2024 y supone, en vísperas de su celebración del 50 aniversario, un chute de confianza para los miles de trabajadores que emplea la cadena pero también supone un horizonte de estabilidad y esperanza para sus miles de proveedores entre lo que se encuentran cientos de empresas agroalimentarias y baserritarras particulares y cooperativas que proveen de verduras, legumbres, carne, leche, sidra, txakoli, queso, etc. y que tienen en la cadena cooperativa, además de un cliente, un aliado para su viabilidad. Por todo ello, no queda más que alegrarse de dicha noticia porque para criticarle, ya surgirán ocasiones pero

Una chapa para cambiar de chip

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Les pongo en antecedentes. En Euskadi, aprovechando que el día 3 de Diciembre se celebra el día del Euskara (lengua vasca), se ha impulsado una iniciativa llamada Euskaraldia (tiempo del euskara) cuyo objetivo es impulsar el uso del euskara en nuestra cotidianeidad intentando que cada uno de nosotros superemos las inercias que nos llevan, por el motivo que sea, a arrinconar nuestra lengua y optar por la del Imperio. Las 200.000 personas que nos hemos adherido a esta iniciativa hemos podido hacerlo bien como Ahobizi (persona que domina el euskara y se compromete proactivamente a utilizarla) o como Belarriprest (gente que entiende el euskara y que quieren los vascoparlantes que se les dirijan en esta lengua) y yo, les informo, me he inscrito como Ahobizi. Después de reflexionarlo mucho y con mis dudas sobre mi grado de compromiso. Cada uno de nosotros va por la calle con su correspondiente chapa en la solapa y les tengo que reconocer que si bien colocarse la chapa es realm

Mi suegra no tiene desperdicio

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Donostia ha sido durante unos días la capital gastronómica mundial con la celebración del fantástico y mediático congreso GASTRONOMIKA que este año ha celebrado su vigésimo aniversario. El congreso es un evento que suscita el máximo interés y atrae a cientos de asistentes entre los que destaca la presencia de numerosos cocineros, desde el más sencillo hasta el más galáctico, críticos gastronómicos, publicaciones y medios especializados y, cómo no, empresas agroalimentarias. Unos y otros, además de trabajar y hacer contactos que fructificarán posteriormente asisten, quizás contagiados por tanto galáctico de la sartén allí reunidos, para dejarse ver y reforzar su papel en el mundillo gastronómico. Apagados los cegadores focos y los flashes de las cámaras, despejadas las escalinatas del Kursaal, nos encontramos con que este martes la comunidad internacional, ósea el mundo mundial, celebra el Día Internacional de la Alimentación que suele ser una efemérides que todos utilizam

TORQUEMADA

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  Recientemente, al salir de un entierro, acudí a una sociedad gastronómica de Antzuola donde un parlamentario le advirtió al estiloso camarero, hijo de la difunta, que se asegurase bien del origen de las bebidas que iba a servir puesto que al estar yo entre los congregados, en caso de detectar alguna bebida que no fuese “Made in Euskadi”, se podía ver “ascendido” a las redes sociales por este humilde juntaletras que, sin pretenderlo, es visto por algunos como un Torquemada agroalimentario y ello, por el único hecho de ir mostrando las incoherencias de algunas gentes y/o instituciones que con la boca grande dicen defender el producto local y con la boca pequeña, con la de todos los días, nos demuestran día sí y día también, que sólo miran al precio. Eso sí, en este tipo de renuncio pillo a alguna institución, como se imaginarán, soy implacable pero para otros casos (privados) procuro, desde la discreción, comunicárselo al afectado y buscar que se corrija la actuación incorrecta o

PACólogos Sin Fronteras

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Cuando mis amigos Jesús y Joxemari eran pequeños y se sentaban a la mesa para comer, una mesa larga y humilde pero bien repleta de gente, el patriarca familiar utilizaba la expresión en euskara “egon hadi lo, eta jango duk mehe!” que traducido libremente al cervantino significa “si no andas espabilado, no te vas a comer un colín”. Algo similar deben estar pensando los diferentes gobiernos de los Estados miembros de la UE en estos momentos donde es vital andar espabilado para convencer al resto de compañeros de patio comunitario sobre cuáles deben ser las prioridades de la política europea en su ámbito más genérico, incluyendo entre ellas la siempre polémica PAC (Política Agraria Común) y, lo que es más importante, o al menos más urgente, fijar el techo presupuestario al que deben suscribirse el conjunto de prioridades. Es la versión política del huevo y la gallina, es decir, ¿qué es antes, el huevo o la gallina? y en la UE están debatiendo, ¿qué es antes, fijar el presupuesto

La Cofradía de la Santa Amargura

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Entramos en vísperas navideñas y afronto este último artículo (del año) deseándoles a todos mis lectores una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo que lo celebren en familia y amistades y fíjense si estoy imbuido del espíritu navideño que, incluso, le deseo unas felices fiestas al amargado que vive encima de mi sociedad que, les anuncio, este Don Errequeerre, ha logrado cerrarla y al que, desde aquí, nombro como gran cofrade de la Cofradía de la Santa Amargura. Mi fiebre navideña es tan acusada que también les voy a desear unas felices fiestas a los mal llamados ecologistas (otros de la Cofradía de la Santa Amargura) que decidieron denunciar la construcción de los accesos a los pastos de Aralar por parte de la Mancomunidad de Enirio-Aralar con la colaboración de la Diputación Foral de Gipuzkoa (esta misma semana su directora de Montes ha tenido que acudir a declarar al Juzgado de Tolosa) y el apoyo del sector ganadero guipuzcoano que, a fin de cuentas, son los verdaderos eco

En pelota picada

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Hace ya un tiempo le escuchaba a un agricultor valenciano lamentarse de los irrisorios precios que percibían por sus cítricos vendidos, principalmente, en Centroeuropa ya que a consecuencia del endiablado sistema de “venta a resultas”, el agricultor inicial, como se dice vulgarmente, no se comía un colín. Según me comentaba este agricultor, el citricultor valenciano cobraba lo que “resultase” de restar al precio de venta al público los beneficios del comerciante, del transportista,intermediarios varios, de la cooperativa manipuladora o empresa comercializadora y frecuentemente, lo “resultante” no llegaba no siquiera para cubrir los costes de producción del campo, ósea, hablando alto y claro, que todos los agentes de la cadena alimentaria en cuestión tenían derecho a cobrarse sus costes de producción salvo, como siempre, el productor. Pues bien, parece ser que esta antiquísima y enraizada práctica comercial se ha debilitado con la aprobación de la Ley de Cadena Alimentaria que

Ramón el auténtico

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No quisiera ser como Vicente, el del dicho popular, que va donde la gente ni meterme en fregados que no domino (la verdad sea dicha, no domino ninguno) pero cada vez es más frecuente leer, ver y escuchar voces que alertan sobre las nefastas consecuencias del turismo masivo y masificado. Quizás pensando en lo que viene ocurriendo en otras grandes ciudades, Barcelona por ejemplo, son muchos quienes ya han encendido las luces de alarma sobre lo que está ocurriendo o puede ocurrir en muy poco tiempo en una ciudad tan bella como Donostia y se ponen a enumerar las terribles consecuencias, principalmente el fenómeno de la gentrificación, que ello conlleva para la población local. Pues bien, como decía, no quisiera caer en la simpleza de atacar porque sí el modelo turístico masivo pero sí aprovechar la coyuntura sobrevenida a la vuelta de unas pequeñas vacaciones en tierras lusas para apuntar una serie de reflexiones que me vienen a la cabeza nada más hacer un breve y somero re

OCNIs en nuestra galaxia

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Habitualmente se utiliza la expresión “el mundo se acaba dos veces al año, el 31 de julio y el 31 de diciembre” refiriéndose a esas dos fatídicas vísperas de fechas clave donde todo pichichi quiere solventar los temas pendientes y se alivia, mentalmente al menos, al comprobar la mesa limpia de papeles tras haber trasladado, vía email o guaxap, nuestro problema a otro. ¡Ahí te va eso que yo me voy de vacatas! Pues bien, este año creo que la cosa se está complicando porque noto una cierta efervescencia incluso antes de comenzar oficialmente la temporada estival y es por ello que voy a aprovechar la ocasión para hacer una pequeña entresaca y trasladarles unas cuantas cuestiones y reflexiones que me han parecido lo suficientemente interesantes. Comienzo informándoles que Altzo, pequeño municipio de Tolosaldea, cuenta en adelante con un coqueto espacio, una preciosa borda apegada al caserío Iriarte, para albergar pequeños eventos donde el contacto con la huerta y el amor po

Diálogos valencianos

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A la vuelta de unos días de descanso con motivo de la Semana Santa y con un país plagado de turistas, ¡menos mal que seguimos en crisis!, la alegría me ha llegado a través de los medios de comunicación al conocer que un juzgado ha condenado a una turista, catalana para más señas, cuyo perro, suelto, atemorizó a un nutrido rebaño de ovejas en Otsagabia y provocó la consiguiente estampida que se saldó con 12 ovejas muertas, 27 desaparecidas y 141 abortos. La sentencia, por lo reflejado en la prensa, destaca la actitud de su propietaria que además de mostrar un desinterés por los daños ocasionados y desprecio por el enfado del pastor, incluso llegó a manifestar que Navarra, como comunidad que quiere vivir del turismo, debiera asumir como algo normal el incidente ocurrido. Pues bien, toda persona que haya caminado o estado al lado de un rebaño sabrá que las ovejas son muy miedosas, huidizas, gregarias y tan alocadas que apoderadas por el miedo son capaces de cualquier co

El patio trasero de la Granja X

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  Recuerdo que cuando yo empecé a salir con la que hoy es mi mujer, le dije que yo era de un pueblito muy pequeño (frente a ella que era de Bilbao) y queriendo sugerir un poderío económico que brillaba por su ausencia, que mi familia tenía pinos y así fue la historia de mi media verdad cuando, una vez enfilada la relación, mi novia supo que mi padre no tenía ningún pinar sino tablas de pinos en su pequeña carpintería. Pues bien, cuando uno va a un mercado o feria tradicional y otea el paisanaje allí presente observa que son franca mayoría las señoras de edad avanzada y curiosamente, son éstas las que generan una mayor confianza al consumidor puesto que identifican mejor a estas mujeres con la idea que ellos tienen de la baserritarra tradicional. Por ello, no descubro el Cantábrico si saco a colación el caso de algunas “caseras, aldeanas, etc” , habituales de nuestros mercados, que viven en un caserío o incluso en un piso y que al no tener un puñetero metro