AGROINNOVA





Recientemente, acudimos a dar tierra a un familiar fallecido en el majestuoso cementerio de Derio y los allá presentes acogieron con gesto de sorpresa la novedosa utilización de un ebook por parte del sacerdote que celebraba el acto de despedida.

La innovación, y lo del sacerdote era un ejemplo de ello, entendida como la renovación constante en todos los pasos y procesos de un producto enfocado al mercado abarca toda su dimensión (producción, elaboración, presentación, formato, comercialización, etc.) y requiere de una actitud proactiva del empresario para mantener vivo ese ímpetu innovador en el tiempo, más allá de las premuras y estrecheces coyunturales.

Osea, acercándonos a la cuestión agraria y alimentaria, los miembros de la cadena alimentaria deben ser proactivos en un proceso de mejora constante para así detectar en todo momento lo que el resto de eslabones y particularmente, lo que el consumidor final (el jefe, como diría Juan Roig de Mercadona) desea, necesita o es capaz de ir asumiendo.

Ya no es suficiente con producir bien sino hay que ser eficientes, producir ajustando al céntimo los costes sin que por ello disminuyamos la calidad final del producto; ser capaces de adaptar nuestra gama de producto y sus formatos a las tendencias imperantes o al menos a parte del target al que nos queramos dirigir; ser flexibles y dinámicos para utilizar diversas vías y modos de comercialización en función del cliente o del momento de consumo, etc.

Son muchos los ejemplos de innovación, desde la más básica hasta la más compleja, que se están dando en nuestro sector y valgan como ejemplo las bolsitas de verduras peladas y troceadas que venden en los mercados municipales; las guindillas de Ibarra prefritas para su servicio inmediato o en unas exquisitas gildas ya preparadas; las magníficas hamburguesas con carne Label; el cordero precocinado con el que en diez minutos quedas en el txoko como un experto chef; el txakoli de vendimia tardía o el txakoli rosado con vistas al público gay de Norteamérica; los quesos azules que han comenzado a elaborar algunos pastores que también elaboran un magnífico Idiazabal; el yogur con bífidus; las bolsas con diferentes tipos de lechuga; los horticultores que recuperan variedades locales, etc.



No obstante, siendo numeroso y variado el elenco de innovaciones en el sector agroalimentario más vinculado al productor, no debemos obviar que aún hoy son mayoría los que producen, transforman y comercializan como lo hacían hace unos años, sin adaptarse a lo que demanda el consumidor y/o los otros eslabones de la cadena pensando, erróneamente en mi opinión, que son los clientes los que deben adaptarse a su modo de trabajar que, sin que valga como autojustificación, es el que lleva haciendo toda la vida.

Los que llevamos unos años en la cuestión agraria solemos comentar con respecto a la enésima reforma de la Política Agraria Común europea que lo único constante en ella es la propia Reforma puesto que se halla inmersa en un proceso de reforma y adaptación constante y ésta es, a mi entender, la actitud que los baserritarras deben asumir como propia.

Extender la antena de la innovación, analizar constantemente sus procesos de producción para ver cómo ser más eficientes, husmear las tendencias para diversificar y ampliar gama de producto, revisar si los formatos o modos de presentación que utilizamos se adaptan a las prácticas de la tienda, delicatessen o super en el que comercializamos y lo que es más importante, si se ajustan a las demandas y gustos del consumidor final; analizar si las vías de comercialización son las idóneas para nuestro producto o si por el contrario debemos unir fuerzas y colaborar con los hasta ahora competidores, diversificar nuestros canales de venta y muy especialmente, la atención que le prestamos a las nuevas tecnologías, etc.

En definitiva, adaptarse al mercado pero sin que por ello perdamos nuestra personalidad ni la de nuestro producto puesto que en muchos casos nuestra alternativa será el proceso de producción y transformación más tradicional, la apuesta por variedades y razas propias, la venta directa o canal corto, la imagen de producto típico y de país pero ésta alternativa, en mi opinión, debe ser fruto del análisis constante de nuestro trabajo y del consumidor y no, como suele ocurrir habitualmente, fruto de la inercia y de la apatía.

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