Agricultor activo, ministro inactivo y Robin Hood



Esta última semana hemos dado carpetazo, al menos formalmente, a un asunto vital para nuestros

baserritarras como es la fiscalidad que se aplicará de aquí en adelante y más concretamente, con

carácter retroactivo, desde el 1 de enero de 2014.

El pasado miércoles, se celebró la votación en pleno de Juntas Generales de Gipuzkoa y transcurrió

según lo esperado, sin sorpresas y con un sonoro bofetón del conjunto de la oposición al gobierno

foral que veía como se le esfumaba uno de sus proyectos estrella para esta legislatura, la fiscalidad.

En Juntas Generales, me ocurrió algo similar a lo que ya conté sobre el pleno monográfico

celebrado en otoño en el Parlamento Vasco, puesto que comprobé que los autónomos, ni que decir

de los baserritarras encuadrados en este régimen, y su sistema de tributación por módulos brillaron

por su ausencia en el transcurso del debate y que a la postre, el perdedor del debate, EHBILDU,

se encontraba feliz y radiante puesto que esta derrota podía ser un fenomenal argumento en su

estrategia victimista del “todos contra mí” o tal y como les gusta a ellos, disfrazándose de Robin

Hood abertzale, “el frente tripartito que defiende a los ricos frente a nosotros que defendemos a los

Pues bien, en lo que a la actividad agraria se refiere, todos y cada uno de los partidos políticos, de

buena o mala gana, presionados o por convencimiento, han defendido la eliminación del sistema de

módulos y este planteamiento es, incontrovertidamente, negativo para el conjunto del sector. Malo

porque el modo de trabajar y gestionar en el campo es en muchos aspectos difícil de encajar en las

etxekolanas que se requieren desde hacienda y en segundo lugar, porque, sí o sí, va a incrementar la

presión fiscal a nuestros profesionales.

No obstante cabe reconocer el esfuerzo desarrollado por los jeltzales (con el visto bueno de

socialistas y populares) para mitigar el golpe que los baserritarras sufrirán al pasar de módulos a

estimación directa y su sensibilidad para con el tratamiento que la hacienda foral debe aplicar a las

ayudas europeas que resultan vitales para el mantenimiento de una buena parte del sector.

 

Ahora falta lo más difícil, que los baserritarras conozcan y asuman la nueva fiscalidad (ingente

trabajo para el entramado agrario y para el propio departamento de hacienda) y que, en

consecuencia, reaccionen adoptando todas aquellas medidas conducentes a pasar con nota el

examen fiscal que andereño Helena les pondrá en la primavera del 2015; un examen, por cierto,

que llegará en plena campaña electoral foral por lo que creo que a nadie, y menos a los que están al

frente de la Diputación, le interesa que el ciudadano baserritarra se acerque cabreado por cuestiones

fiscales al colegio electoral que, a la postre, suelen ser temas delicados con posibles repercusiones

Cerrada la cuestión fiscal, abrimos una semana donde el otro gran tema del año, la aplicación

de la reforma de la PAC en el estado español, será el punto clave de la Conferencia sectorial del

martes, 21 de enero, donde el ministro Arias Cañete acompañado de los consejeros agrícolas de las

autonomías deberán decidir sobre asuntos clave como la definición del agricultor activo.

La Comisión Europea harta ya de tanta crítica en los medios de comunicación por el cobro de

ayudas directas por parte de campos de golf, aeropuertos u otras empresas donde la actividad

agraria es algo menos que testimonial, publicó una lista “negativa” definiendo un mínimo de

entidades que quedarían fuera del reparto y dejó en manos de los diferentes gobiernos estatales la

potestad de aumentar esa lista y de definir los condicionantes que deben cumplir todos aquellos

perceptores que quieran seguir siendo beneficiarios de las ayudas europeas.

Pues bien, el ministerio, parapetado en la mayoría de autonomías populares y basándose en las

conclusiones del Grupo de Trabajo de Alto Nivel conformado para la ocasión (grupo de altos

funcionarios y directivos autonómicos) optará, al menos eso se prevé, dejar el nivel de condiciones

tan bajo que, en la práctica, seguirá siendo un coladero como hasta el momento.

Según éste Grupo de Trabajo, el criterio de producción mínimo en el caso de los pastos basta

con indicar las parcelas para la cría de ganado, mostrar el código de explotación al que se asocia

y efectuar una labor anual como dejar pastar ganado (aunque sea de otro propietario) y con ello

mantener en un estado adecuado la parcela.

Igualmente, dicho Grupo, para abordar la cuestión de la insignificancia de la actividad agraria, es

decir, que los perceptores sean personas sin actividad agraria alguna o con su mínima expresión, ha

optado por no considerar agricultor activo aquel cuyas ayudas supongan más del 90% del total de

sus ingresos agrarios.

Finalmente, dicho Grupo se niega a ampliar el listado negativo impulsado desde la Comisión.

Osea que, visto lo visto y sabiendo cómo discurre la citada conferencia Sectorial, no me cabe más

que acordarme del dicho popular “para este viaje no hacía falta semejantes alforjas” puesto que

el Ministerio tiene clarísimo que no quiere enfadar a nadie y menos a los miles de agricultores

parciales con actividad mínima de sus graneros electorales.

Es decir, el día 21, tenemos nueva sesión de teatro.

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