El patrioterismo agroalimentario



Hoy, domingo de resurrección, Aberri Eguna, se celebra la fiesta de la Patria Vasca y 

mientras unos exaltarán las bondades de una nación vasca con capacidad plena para 

decidir su propio futuro, los otros, ningunearán dichas reivindicaciones (como si la 

unidad de España importase a alguien) apelando que el principal quebradero de cabeza 

de los vascos es el paro y la crisis económica. Uno y otro entran dentro del guión 

prestablecido del calendario político y los ciudadanos, nos amoldamos y adaptamos 

nuestro quehacer a la parte de la misa que nos gusta y, al mismo tiempo, desechamos la 

que no nos gusta.

Yo, particularmente, este año, para cuando usted lea estas líneas andaré paseando a mi 

padre, enfermo de alzheimer desde hace bastantes años y celebraremos el día, con una 

sencilla comida que redondearemos con un brindis y un ¡Gora Euskadi Askatuta!, tras el 

cual, mi padre se envalentonará y nos amenizará la sobremesa con cánticos patrióticos 

mezclados con numerosas cosas sinsentido. Así es la vida y así la afrontamos.

Llegados a esta altura del artículo, usted se preguntará qué ando yo hablando del 

Aberri Eguna, de mi padre y de sus cánticos patrióticos y todo ello viene a colación, del

discurso patriótico español que han mostrado numerosos políticos, dirigentes agrarios

y comentaristas de la cosa ante la operación empresarial suscitada en el mundo del 

aceite de oliva, alimento español por antonomasia, tras comprobar que la principal 

empresa estatal, DEOLEO, matriz de marcas tan populares como Carbonell, Hojiblanca, 

Koipe, Louit o Bertolli, puede perder su carácter español tras la compra del 29% de sus 

accionariado por parte del fondo de inversiones CVC británico a los bancos españoles, 

Bankia y BMN.



Resulta que dichos bancos, tanto el madrileño Bankia como el mediterráneo Banco Mare 

Nostrum, son antiguas cajas de ahorros que han tenido que ser intervenidas y reflotadas 

con ingentes fondos públicos y ahora, con el silencio cómplice del gobierno central, en 

el momento de apostar por conformar un grupo aceitero con mayoría española, se ha 

preferido vender su participación, hacer caja, mejorar sus balances y de paso, dejar en 

la estacada la otra opción existente, propuesta de base cooperativa DCOOP liderada por 

Antonio Luque que, si algo tiene claro es que los productores agrarios deben concentrar

la oferta a base de integraciones cooperativas con las que hablar, de tu a tu, a la 

poderosa distribución.

Algo similar ocurrió en el año 2010 con la venta de Puleva por parte de Ebro Puleva a 

la francesa Lactalis ya que con dicha compra por parte de la multinacional francesa, 

por una parte, se evaporaba cualquier posibilidad de consolidar un gran grupo lácteo 

en el estado y por otra parte, se fortalecía aún más, el peso que juegan los intereses 

franceses en el sector agroalimentario estatal, principalmente en el subsector lácteo, al 

ir, poco a poco, controlando las principales empresas tanto de vacuno como en ovino.

La francesa Lactalis, titular de marcas de leche tan populares como RAM (en mi sociedad 

todavía se piensan que es leche vasca), President, Lauki, Lactel, etc. pero tambien 

de marcas queseras tan conocidas como Gran Capitan, Flor de Esgueva, El Ventero, 

Societé, etc. entró en el mercado estatal, en primer lugar, porque había empresas 

que querían vender, hacer caja y dejarse de peleas en el duro mercado pero, no 

debemos olvidar que el interés francés por el mercado del sur de Europa parte de una 

estrategia agroalimentaria de país, una reflexión conjunta entre dirigentes políticos y 

empresariales para abrir mercados a la leche excedente en un mercado con consumo 

per capita menguante, con unos mercados internacionales cada vez más difíciles al 

eliminar las ayudas a la exportación y con un sector productor totalmente desorganizado 

e incapaz de hacer frente a las estrategias empresariales.

Esta estrategia patria combinada con la actuación de la distribución comercial dominada 

por las enseñas francesas (Carrefour, Dia, Alcampo, etc.) permite que los excedentes 

de leche gala vengan a precio burra, incluso envasada, inunden los lineales, empujen 

a la baja los precios abonados al ganadero en el campo y, lo que es más importante 

para ellos, les permite regular los flujos de producción sin llegar a hundir los precios del

campo francés y simultáneamente, imponerse en el sector lácteo estatal.

Puleva y Deoleo, Deoleo y Puleva son las dos caras de una misma moneda, la moneda

del desinterés de nuestros dirigentes políticos por la empresa agroalimentaria, por

conformar un sector alimentario estructurado a todos los niveles, desde el campo y la

industria transformadora hasta la distribución y comercialización.

No es asunto para hacer alardes de patrioterismo barato pero el resultado, tan 

lamentable como innegable, es el desinterés político por el liderazgo de subsectores

agrarios vitales para el mantenimiento del sector productivo y el tejido rural de amplias

zonas de nuestro país y me refiero a nuestro país, porque en el nuestro también ocurrió

algo parecido cuando el gobierno vasco, entonces en manos de los socialistas, decidió 

deshacerse de su participación en Kaiku Corporación y la mayoría de dicha empresa pasó

a manos de la cooperativa Emmi.

Por ahora, espero que sigan así, los suizos de Emmi son excelentes compañeros de viaje. 

Digo por ahora porque, confiar, lo que se dice confiar yo sólo confío en los míos y, a 

veces, ni en ellos.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Un gran artículo. Comparto las reflexiones y argumentos expuestos. Y considero que entre todos debemos de ser consecuentes y apoyar proyectos propios, (controlados por nosotros mismos) que redunden en beneficio del propio sector ganadero. Ahí está el proyecto de concentración de fabricantes de piensos del País Vasco promovido por el Gobierno Vasco. El sector ganadero puede jugar un papel muy importante, y si no lo hace, será otro tren que pasa de largo por falta de valor o por politiqueo y caciquismo de algunos que no quieren evolucionar. La sociedad y la economía avanzan a pasos agigantados y nuestro sector no se puede quedar anclado en esquemas de hace 50 años. Debemos de consolidar un sector agroalimentario moderno, eficiente, competitivo y adecuado a lo que los ganaderos actuales demandan. Si no estaremos abocados a desaparecer.

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