El morrocotudo golpe en las maniobras de suave aterrizaje





Para producir leche, antes que tener una vaca hay que poseer cuota láctea, se solía decir no hace muchos años en el sector en cuestión.
Toda la leche producida en una explotación y dirigida al mercado, vía cooperativa y/o industria vía directamente al consumidor final, debía estar amparada por la cuota que, a fin de cuentas, no era más que un derecho de producción sin el cuál el ganadero incurría en una ilegalidad manifiesta y por lo tanto, objeto de persecución y supertasa o multa.
Como verán hablo en pasado puesto que las cuotas lácteas ya son cosa del pasado dado que los mandatarios comunitarios con el cuasi-unánime respaldo de los gobiernos estatales decidieron, incluso antes de la última Reforma de la PAC, eliminar para el 2015 el sistema de cuotas basándose en informes prospectivos que auguraban un futuro prometedor porque los chinos se iban a hartar de beber leche en los próximos años. Decidieron que las cuotas lácteas finalizaban en el año 2015 y aunque la decisión se adoptó, tal como he dicho anteriormente, porque se las prometían felices, no las debían tener todas consigo puesto que al mismo tiempo, tanto desde las propias instancias comunitarias como desde el propio sector ganadero, se comenzó a hablar de cómo preparar el aterrizaje suave en un sector lácteo sin cuotas de producción.
En el transcurso de las tediosas y sempiternas negociaciones de la Reforma de la PAC sólo España solicitó retomar la cuestión del fin de las cuotas pero Cañete, más sólo que la una, no logró el objetivo final que no era más que mantener unas cuotas de producción y tuvo que conformarse con medidas menores integradas en un pomposo “Paquete Lácteo” que si bien recoge cuestiones que hay que desarrollar (observatorio del sector lácteo, impulso a la organización de productores, promover el uso de contratos entre productores e industrias, etc.) mientras se han aparcado las cuestiones más importantes como son las relativas a las medidas de mercado tanto para lograr la auto-regulación de los volúmenes de producción como para hacer frente a la volatilidad de los mercados, tanto en el mercado de los productos lácteos como en el mercado de materias primas que los ganaderos adquieren para la alimentación animal.
Ahora, todo Dios anda revuelto y reflexionando sobre qué instrumentos se pueden impulsar para amortiguar el golpe del aterrizaje trasladando al sector un mensaje tan nítido como preocupante al admitir, de facto, que el golpe puede ser morrocotudo y por lo tanto que se requiere de medidas de amortiguación, que la eliminación de las cuotas no será nada beneficiosa para el conjunto de los productores lácteos y que, en todo caso, serán unos pocos, los ganaderos ubicados en las zonas con mejores condiciones naturales de determinados países como Irlanda, Holanda, Dinamarca, Alemania, etc, los que aumentarán su volumen de producción animados por una demanda, teóricamente, creciente.
Hay que reconocer, por otra parte, que los que verdaderamente se están frotando las manos son las industrias lácteas con vocación exportadora de estos países que ante una Europa vieja y con un consumo decreciente podrán ganar nuevos mercados con gente joven y de consumo, como suele decirse, con mucho margen de mejora.

Son las industrias lácteas las que haciendo cálculos basados en las prospeccion de mercados asiáticos y africanos las que animan, incitan y caldean el sector para que los ganaderos aumenten su producción, concentren las explotaciones para así abaratar los costes de recogida y de paso, produzcan más a menor precio con lo que, la industria, con una materia prima barata podrá afrontar los nuevos retos con mayores garantías de éxito.
En mi opinión, sin caer en la demagogia barata de aquellos que abogan por vivir fantásticamente produciendo cuatro litros, la cuestión no radica en abocar a la ganadería europea en una alocada carrera por alimentar las ansias de productos lácteos de los países emergente o emergidos sino en que los ganaderos puedan obtener una mayor rentabilidad por la leche que producen y de esta forma, generar un mejor animo entre los ganaderos y facilitar que los hijos-as de estas explotaciones quieran seguir al frente de las mismas, cuestión que, desgraciadamente, muy raras ocasiones ocurre.


En estos momentos, el sector lácteo europeo anda enfrascado en una polémica que no deja de ser una tormenta en un vaso de agua ya que mientras algunos países abogan por posibilitar en esta última campaña el sobrepasamiento de la cuota fijada para este periodo (bien mediante correcciones de grasa bien eliminando la tasa) para facilitar el paso hacia la campaña 2015 sin cuotas lácteas mientras que otra serie de países, con Francia al frente, defiende el cumplimiento estricto del sistema de cuotas hasta el último minuto de la actual campaña.
El último consejo de ministros fue el escenario de este debate y si bien, fueron éstos últimos los que se han salido con la suya, no es menos cierto que son cuestiones menores frente a la inexplicable pasividad que se demuestra para abordar los desequilibrios de la cadena láctea con una distribución asfixiante, las nuevas herramientas de regulación del mercado, para acompasar los volúmenes de producción a la demanda real y no a la hipotética y, principalmente, cómo hacer frente a la creciente volatilidad en los mercados de materias primas que, si nadie lo remedia, te pueden provocar unos pocos meses de bonanza frente a años de penurias porque las materias primas base para la alimentación animal están al albur de la especulación bursátil y de las demandas de materia prima para las necesidades de bioenergía.


Xabier Iraola Agirrezabala


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