Dolores post-navideños


Las fiestas navideñas, al menos en nuestra casa, comienzan allá por el día de la Inmaculada Concepción, 8 de diciembre para aquellos que no lo sepan, cuando mi señora esposa le dice a su madre, ósea mi suegra, esa frase que retumba por toda la casa al afirmar “ama, este año no nos vamos a complicar y vamos a poner menús sencillos y ligeros”. Como se imaginarán, la frase resulta tan contundente como hueca y al cabo de unas horas, cae en el olvido y una vez más, como viene ocurriendo desde hace bastantes años, la familia se sienta alrededor de una mesa con alimentos como “si no hubiese un mañana”. Resulta triste, pero tengo más que asumido que este intercambio de pareceres entre hija y madre es un ritual más de los muchos que conforman el hábitat navideño de nuestras familias. 
Con el cuerpo maltrecho, con un bloque de cemento incrustado entre pecho y espalda, retomamos la rutina laboral que comienza con una agradable charla con un remolachero alavés que vaticina, si alguien no lo remedia, que el cultivo de la remolacha puede desaparecer de tierras alavesas si la azucarera de Miranda, propiedad de una multinacional británica, se sale con la suya imponiendo, tras un cambio unilateral a mitad de partida, unos irrisorios precios a abonar al agricultor que hacen totalmente inviable su cultivo. Según parece, el mercado del azúcar, tras la desaparición de las cuotas por parte de la Unión Europea, está
totalmente desregulado y en mano de cuatro multinacionales que prefieren hacer seudo-azúcar con materias primas traídas de terceros países en vez de apostar por la remolacha de la zona. Al igual que les traslado mi indignación, lamentablemente, les tengo que reconocer que no me sorprende lo más mínimo. 
Quizás será por su proximidad o quizás por su dimensión, pero la verdad es que algo que me produce un gran dolor de estómago es la plaga de jabalís que estamos sufriendo en nuestro país y, porque no decirlo, en el conjunto del continente europeo. Los jabalís campan a sus anchas por montes, bosques y praderas, incluso se arriman a los caseríos y hacen incursiones en los pueblos y ciudades, destrozan los hierbales, se comen el maíz recién sembrado, tumban los maizales una vez crecidos y, lo que más miedo me da, es un eficaz transportista de enfermedades animales que va expandiendo a velocidad crucero tanto la Peste Porcina Africana (PPA) como otras enfermedades que afectan a otras especies como el vacuno. 
La PPA avanza, de forma natural, a unos 20 km/año, pero la enorme movilidad de transportistas, turistas, cazadores y demás transacciones comerciales hacen que la PPA se haya expandido en muy poco tiempo de tierras rumanas hacia Bélgica y de allí, en muy poco tiempo, la tenemos a pies de los Pirineos con todo lo que ello supone para la ganadería del estado español, sector vacuno, pero muy especialmente, para el sector porcino donde España es una potencia mundial. 
La Unión Europea ha asumido la necesidad de impulsar una estrategia de ámbito comunitario, superando y a la vez complementando las diferentes estrategias estatales pero, permítanme la licencia, tengo que adelantarles que la disminución de la población de jabalís no puede ni debe limitarse a la actividad cinegética porque, lamentablemente, la capacidad procreadora de estos bichos es bastante más poderosa que la capacidad de matar de los cazadores europeos (incluso hay algún país que recompensa económicamente por cada ejemplar cazado) y por todo ello, soy de la opinión que la estrategia, sea del nivel institucional que sea, debe superar la actividad cinegética propiamente dicha e incluir otra serie de medidas más contundentes, radicales con las que afrontar esta plaga. Como les digo, la caza y los cazadores son necesarios, muy necesarios diría yo, ahora bien, no es suficiente. 
Por si no fuesen suficientes la remolacha y los jabalís, en la mitad de las fechas navideñas se celebró en Ordizia una nutrida asamblea de ganaderos de la Sierra de Aralar, más concretamente los pastores y ganaderos de la Mancomunidad de Enirio-Aralar, y en la misma se nos informó del importante esfuerzo inversor que se ha impulsado esta última legislatura con casi 2 millones de euros invertidos en la rehabilitación de chabolas, la adecuación de chabolas y habilitación de queserías para su integración en el proyecto de Queso de Montaña, adecuación y apertura de caminos, cierres, mangadas, desbroces,etc. pero, una vez escuchadas las buenas noticias para los ganaderos, un fuerte retorcijón de tripas se apoderó de mi al concluir que todo esta ingente labor y los planes de futuro pueden irse al garete si los contrarios a la ganadería y pastoreo en la Sierra se imponen en la Junta de la Mancomunidad a consecuencia de las elecciones municipales previstas para el 26 de mayo. ¡A buen entendedor ….!. 
Menos que mal que Dios aprieta pero no ahoga y por eso, para reconfortar el espíritu, me tendré que acercar a dos eventos gastronómicos de alto nivel, esos que tanto nos gustan a los vascos y así el día 16 iré a la sidrería Gartziategi para asistir al acto de apertura de la temporada del Txotx donde además de catar la nueva sidra, imagino, degustaremos una buena txuleta y al día siguiente, para no perder comba, el día 17, día de San Antón, me acercaré hasta Getaria a catar la nueva cosecha de Txakoli, eso sí acompañado de anchoas y bonito del Cantábrico. 
Como ven, las Navidades acabaron y seguimos comiendo y bebiendo como si no hubiese un mañana.

Xabier Iraola Agirrezabala

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