Con su permiso, D. Felipe

 


Comienzo hoy emulando al gran Umbral con aquello de “yo he venido aquí a hablar de mi libro” y por ello, antes de que se me olvide, les recuerdo a mis queridos seguidores que 25 caseríos vascos, dentro de la iniciativa denominada ONGI ETORRI BASERRIRA (Bienvenidos al caserío) organizada por la organización agraria ENBA, en la que trabaja este juntaletras, van a abrir sus puertas los días 7 y 8 de julio para acoger a todas aquellas personas interesadas en conocer un poco más, cómo y dónde viven los baserritarras y cómo producen los alimentos que luego acaban en nuestras mesas. Es una iniciativa del sector, gratuita para los interesados pero que, dadas las limitaciones, deberán inscribirse previamente en la página www.ongietorribaserrira.eus.

Las puertas abiertas no tienen más objetivo que tender puentes entre el mundo rural y urbano y fomentar el conocimiento mutuo para, entre todos, incrementar la concienciación de la gente para con la alimentación y evitar episodios, puntuales pero ciertos, como el del crío que pensaba que el muslo que a él tanto le gustaba era un alimento independiente de un animal llamado pollo y que lo vinculaba, única y exclusivamente, al supermercado al que acudía con sus progenitores.

Y es que, los supermercados y la distribución organizada, cuentan cada vez con un mayor peso en la compra de alimentos y tanto es así que, según la consultora Kantar, en su último informe recoge que las cinco primeras cadenas (Mercadona, Carrefour, Lidl, Dia y Eroski) ostentan el 51% de la cuota de mercado y si nos fijamos un poco en los detalles, observamos que el líder, Mercadona, cuenta con el 25,6% de cuota, ósea, el equivalente a las cuatro cadenas que le siguen.


Tengo que reconocer, tal y como lo apunta insistentemente Don Felipe Medina, secretario general de ASEDAS, una de las patronales de la distribución, persona a la que no tengo el placer de conocer personalmente pero al que sigo de cerca, que este tipo de informes de cuota de mercado se refieren únicamente a la compra de alimentos en el hogar dejando fuera todo consumo alimentario efectuado fuera del hogar como puede ser la hostelería, hoteles, cafeterías, etc. pero conviene tener en cuenta que el 73% del consumo alimentario es en el hogar y el restante 27% es fuera del hogar. Por lo tanto, el consumo en el hogar es lo suficientemente relevante como para tenerlo muy en cuenta.

Además, siguiendo el argumento del correoso secretario de ASEDAS, del consumo en el hogar, el 76% corresponde a la distribución organizada mientras el 24% restante correspondería bien al comercio detallista (carnicería, frutería, etc.) o a los mercados de abastos, etc. por lo que, calculadora en mano, el consumo alimentario en la distribución organizada quedaría rebajado al 55% y consiguientemente, tal y como pretende Felipe Medina, el supuesto oligopolio de estas cinco cadenas de distribución no es tal, si no la mitad.

Reconozco el esfuerzo divulgativo de Felipe Medina, cuyo objetivo último es, además de aportar datos reales, rebajar la presión social y política (principalmente de Podemos) ante las cadenas de distribución y su papel en la inflación, por su política de precios y márgenes abusivos pero, sin querer ponerme muy tremendista con la cuestión, no es menos cierto que el poder de estas cadenas va bastante más allá de la cuota del 51% porque con su capacidad de compra y de venta condicionan al resto de agentes que conforman el sistema alimentario.

La capacidad de compra, muchas veces a través de centrales de compra con aliados europeos y a través de inhumanas subastas digitales, fija unas referencias difíciles de obviar para el resto de agentes compradores de alimentos y establecen, muchas veces, el techo de precio para los productores particulares, lonjas agropecuarias, cooperativas e industrias agroalimentarias.

Los que vivimos en la pomada somos conocedores que el precio de venta al público (PVP) es determinados, muchas veces, en función de lo que haga la competencia y/o el establecimiento vecino y hay que reconocer que, en ese momentico, la capacidad de ser referente, eso que llamamos referencialidad, corresponde, principalmente, a las cadenas líderes.

Por otra parte, conviene tener en cuenta que el peso del comercio detallista (carnicerías, ultramarinos, etc.), regentados por pequeños autónomos, es un subsector menguante por tendencia demográfica obvia, cuya cuota de mercado, observo en mi entorno e intuyo en el resto, es sustituida por supermercados, pequeños y medios, insertados en la trama urbana de nuestras ciudades que, si bien tienen un rostro más cercano, no es menos cierto que su política de compras y de fijación de precios al público obedece a la lógica de las grandes cadenas de distribución.

Por lo que, no sería excesivamente alocado por mi parte vaticinar que la cuota de la distribución organizada superará, fácilmente y en pocos años, el actual 76% y se irá apoderando del 11% que ostenta actualmente el comercio detallista.

Finalmente, si a todo ello, le sumamos que muchos de los mercados están peligrosamente orientándose hacia el mercado turístico más que al vecino de su entorno más próximo, convendrán conmigo que hacemos un pan con unas tortas donde, más que probablemente, la distribución, con el permiso de Felipe Medina, se llevará la mayor parte.

Xabier Iraola Agirrezabala

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