Los ojos como platos



Me cabrea sobremanera comprobar cómo mis convecinos progres, término que muchos de ellos utilizan para autodefinirse, llevan una holgada vida, como dirían ellos, de “derechas” y se contradicen, día sí y día también, entre la teoría que predican (el corazón a la izquierda) y la práctica que ejecutan a diario (la cartera en el bolsillo trasero derecho). No es que yo esté libre de incoherencias pero lo que no admito son las incoherencias de aquellos que van dando lecciones de cómo tenemos que vivir, consumir, pensar, etc.

Nos tachan de pijos a los que nos gusta vestir de forma correcta y fiándonos en algunas marcas (Lacoste, Dockers, Gant, etc) mientras ellos, que teóricamente huyen de la marquitis, van a Larraitz, barrio rural a pies del Txindoki, a tomarse su salda dominical y pasear sus niños con el equipamiento de alta montaña como para hacer cumbre en el Himalaya.

Nos tachan de pijos a los que nos gusta tener un buen coche mientras ellos, que apuestan por el transporte público aunque nunca hayan subido a un autobús o a un tren de cercanías, van a todos los lados con su maravillosa furgoneta, totalmente equipada y que vale un potosí.

Nos tachan de pijos, tal y como relataba hace unas semanas, si compras tu segunda vivienda en un pueblo de la costa mientras ellos se compran su segunda residencia, por supuesto, en un pueblo de montaña, aunque ésta sea en Huesca o Catalunya.

Y así, suma y sigue, en todos las facetas y aspectos del día a día. Ya lo decía aquel, qué diferente es predicar que dar trigo y en nuestro territorio, la incoherencia brilla con la fuerza del sol de Alicante y reflejo de ello, quizás el más patente, lo tenemos en la práctica política de nuestra autoridad foral.

Concretando; cuando hace unos meses los agentes sectoriales del agro guipuzcoano andaban enzarzados en infructuosas reuniones con los responsables de la Hacienda guipuzcoana, los representantes sectoriales fueron, con más o menos acierto, exponiendo la situación del sector y los argumentos en los que se basaban para reclamar las modificaciones tributarias que reclamaban.


Pues bien, ante la falta de acuerdo entra las partes, los representantes de la Hacienda Foral (cuya delegación estuvo encabezada por el director Xabier Olano, a la postre, candidato a diputado general por EHBildu) no se debieron quedar muy satisfechos con la negativa del sector por lo que, ni cortos ni perezosos, optaron por saltarse a los agentes sociales y hablar directamente con el pueblo, en este caso, con los baserritarras.

Eso sí, las reuniones comarcales no fueron foro de debate alguno sino para comunicar su posicionamiento y presentar, cual mago con su chistera, una modalidad de estimación directa súper-simplificada y de carácter provisional que, previamente, ni siquiera habían comentado a los agentes.

Ahora, desde el departamento de Desarrollo Rural y en relación a la política forestal ocurre algo similar. La Diputación Foral de Gipuzkoa convoca el consejo asesor forestal para tratar una serie de puntos, alguno de ellos tan relevantes como la modificación de la Norma Foral de Montes, la modificación de los decretos de aplicación, la normativa de ayudas forestales, etc. y en el mismo, tras un primer encontronazo donde se visualizan las posiciones enfrentadas entre el sector forestal (asociación de forestalistas y sindicatos agrarios, principalmente) y la administración foral con el respaldo de grupos naturalistas, se concede un plazo para efectuar alegaciones y aportaciones.

Pues bien, hoy es el día en que las propuestas efectuadas desde el sector forestal, canalizadas a través de la Asociación, ni han sido respondidas ni debatidas y mientras tanto, una vez más, los responsables forales, han optado por ningunear a los agentes sectoriales, saltárselos a la torera y ha organizado tres reuniones comarcales directamente con los propietarios forestales a los que comunicarán las modificaciones que han introducido, aún sin consenso con el sector productor.

Es decir, en resumidas cuentas, los responsables forales debaten y trabajan codo con codo con aquellos agentes sectoriales que le son sumisos y que acaten fácilmente sus directivas. En caso contrario, dichos agentes sectoriales son rechazados, vilipendiados y arrinconados con la excusa de ser grupos que defienden nosequé intereses particulares y por lo tanto, se ven autorizados, a tratar directamente con el pueblo sin la intermediación de interlocutores tan indignos.
Visto lo visto. Oído lo oído y lo que es peor, vivido lo vivido, no tengo más remedio que releer el documento sobre Participación Ciudadana que la coalición EHBILDU ha colgado en la red dentro del apartado “Una sociedad garante de libertades” que entre otras cosas recoge lo siguiente: “La participación ciudadana es un proceso de redistribución del poder y para que sea tal, debe trabajar y abarcar tres aspectos troncales: un buen acceso a la información y la formación; diseño de instrumentos y cauces adecuados para el desenvolvimiento de los procesos de diálogo y discusión social, posibilidad real de toma de decisiones en las más variadas formulas para lograr una verdadera cogestión de la cosa pública (desde la participación en órganos de decisión sectoriales, a las consultas directas y universales) …. La participación no es una forma de legitimar las decisiones o actuaciones gubernamentales” y agarrarme como a un clavo a estas bellas ideas plasmadas en el documento político.

Como comprenderán, se me quedan los ojos como platos.


Xabier Iraola Agirrezabala

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