¿Inocente consumidor o consumidor inocente?



Hoy, 28 de diciembre, celebramos el Día de los Santos Inocentes, un día que, aún  conmemorando un hecho trágico como es la matanza de todos los niños menores de dos años de Judea por orden del rey Herodes para así deshacerse del recién nacido Jesús, ha evolucionado de forma tan peculiar que actualmente es conocido como el día de las bromas e inocentadas por antonomasia.

No me extraña nada la evolución de dicha conmemoración si tenemos en cuenta la facilidad que tenemos por estos lares de acoger y adoptar todas aquellas costumbres, ritos y festividades de origen religioso de los que nosotros, sólo adoptamos y hacemos nuestro el lado festivo, mientras desechamos todo sesgo religioso. Valga como ejemplo más actual y reciente, la fiesta del Halloween cuyo aspecto lúdico-festivo ha sido impulsado y publicitado con fervor por el comercio, hostelería, discotecas, etc. necesitados como están, de un nuevo motivo de consumo masivo para hacer caja.

Pues bien, sin caer en la tentación de gastarles una broma en un día tan marcado, les quiero comentar que en mi opinión,  los consumidores somos los destinatarios de bromas e inocentadas a lo largo de todo el año.

Me explico; no hace mucho, me detuve en la carretera al ver una valla publicitaria donde se anunciaba una conocida marca de margarina cuya característica es el uso de aceite de maíz. En dicha valla, en la parte derecha aparecía una foto de una tarrina de margarina y en el lado izquierdo, aparecía un maizal, sobre el que estaba sobrescrita la siguiente leyenda “LEIOAn landua” (Trabajado o elaborado en Leioa) y yo me hice la pregunta, ¿me están informando que el maíz utilizado en la elaboración de dicha margarina está producido en Leioa? o por el contrario, ¿me están informando que la margarina está elaborada en una industria ubicada en Leioa y que transforma aceite de maíz cuyo origen no se revela?. Elija.

Pongo éste como ejemplo, muy suave por cierto, de los cientos o miles de sugerencias que los mensajes publicitarios nos pretenden colar e imbuir en nuestras mentes para así condicionar nuestro acto de compra y con ello, quedarse con nuestro dinero.



Otro ejemplo. El pasado puente de la Inmaculada, Tolosa celebró su ya habitual fiesta de la chuleta en la que se implican hosteleros, autoridades y otros agentes con una fiesta gastronómica que congrega a mucha gente y donde el plato estrella es la chuleta de vaca vieja llegada de centroeuropa. En todos los actos y en toda la promoción turística del evento, aparecen leyendas y carteles donde se mezclan términos como “Tolosa Gourmet” y Txuletaren Festa y con dicha mescolanza se da a entender, quizás me ocurra a mí solo al ser duro de mollera, que la txuleta es de aquí. Algo similar me ocurrí al ver anunciada carne gallega como Basque Txuleta en una feria barcelonesa.

Tercer y último ejemplo son las sopas y purés de varias empresas agroalimentarias, verdaderas multinacionales de la alimentación, sin más patria que su propio bolsillo, que nos bombardean con su publicidad hasta el punto de hacernos creer que el puré, crema o sopa en cuestión es tan casero como la crema de calabaza que mi amiga Bakarne hace con la calabaza de su caserío o como la sopa de pescado que hace mi suegra. Pues no, me niego a tragarme tales artimañas publicitarias que nos toman como pardillos y me rebelo ante tanto desmadre de términos, marcas, marquitas y coletillas publicitarias  que nos pretenden colar trolas como que el pan de la mayor cadena de panaderías del territorio sea artesanal o que el salchichón es casero por mucho que la empresa se llame casa ….

Unos apelan al origen, otros al modo elaborar (casero, artesano, obrador, etc) y otros a tradiciones centenarias que en la realidad se las pasan por el forro de su bolsillo pero que su simple mención les acarrea pingues beneficios a la industria que los elabora. No quiero caer en simplismos puesto que, soy consciente que la industria agroalimentaria ha mejorado mucho, pero no es menos cierto que el termino casero es para lo elaborado en casa o caserio, artesano para lo elaborado artesanalmente y nada hay más sabroso que esos platos elaborados con los productos propios o del baserritarra vecino y con el cariño y la paciencia que todo plato artesano requiere.

Dicen algunos gurús que la mejor garantía de que las generaciones futuras sepan valorar los productos de calidad y que se preocupen por su pervivencia es que sepan y les guste cocinar, puesto que en el caso contrario, recurrirán a productos elaborados y platos precocinados por la industria agroalimentaria por lo que, una vez más volvemos al inicio, cayendo en sus garras y siendo pasto de sus inocentadas.

Por lo tanto, estimados padres y madres, vascos y vascas, enseñen a sus vástagos a cocinar y que disfruten con ello. Quien sabe, quizás, el día de mañana, acabe siendo un futuro Master Chef.


Xabier Iraola Agirrezabala


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