Burrómetro




Hoy, 28 de abril, con la celebración de las Elecciones Generales al Congreso y Senado, vivimos una nueva edición de la fiesta de la democracia con una campaña tan bronca como insípida. Bronca en cuanto que algunos partidos y candidatos han vivido una auténtica carrera en el “burrómetro” que consiste en decir la mayor de las burradas con el único objetivo de conseguir un titular para posteriormente moverlo en redes sociales. Insípido, porque en la mayoría de los casos, excepciones haberlas haylas, se ha entrado poco en harina y no se le ha hincado el diente a los temas que verdaderamente interesan a los ciudadanos.
Esta misma semana, el miércoles precisamente, la villa de Ordizia celebraba su mercado semanal, un mercado que desde 1.512 celebra un verdadero festival de la alimentación local sustentada en baserritarras, mayoritariamente mujeres, que ofrecen a sus clientes lo mejor de sus huertas, de sus frutales y la leche, queso, cuajada, etc. de las ovejas que pastan en sus tierras. Además esta semana, se celebraba el Artzain Eguna (Día del Pastor) que supone la presentación en sociedad del nuevo queso Idiazabal y en el seno de dicha fiesta, pastores de la sierra de Aralar cruzan el casco histórico con sus rebaños escenificando así, la subida a los pastos montanos que se abrirán el 1 de mayo próximo y da la casualidad, que mientras las ovejas desfilaban por una calle, por otras calles y plazas andaban las comitivas políticas repartiendo su propaganda y pidiendo el voto para su formación.
Unos y otros reivindicaron el papel estratégico que juega el sector primario y especialmente, el sector ovino con el queso Idiazabal como estandarte pero subrayando sobremanera el papel medioambiental que los pastores ejercen con sus rebaños en la sierra. Mientras tanto, los ganaderos escuchan escépticos los cantos de sirena y las ovejas enfilan el camino ascendente a la Sierra esperanzadas con que dicho apoyo electoral se traduzca, una vez termine el ciclo electoral el próximo 26 de Mayo, en un impulso firme y decidido a todas aquellas actuaciones e infraestructuras que ellas y sus pastores necesitan para vivir dignamente en la Sierra.


Las ovejas, vacas y ganado caballar que suban a la sierra próximamente comprobarán las mejoras efectuadas en la montaña, la apertura de un par de pistas (criticadas, obstaculizadas y judicializadas por aquellos que ahora dicen defender al sector pastoril), la renovación de algunas txabolas, el desbroce de algunas zonas donde incluso el ganado no es suficiente y es por ello que el ganado y sus ganaderos no alcanzan a comprender la cerrazón de algunos colectivos y partidos políticos ante estas mejoras para su dignidad de vida y trabajo.
Por otra parte, el ganado subirá subirá a la Sierra mosqueado y con el culo prieto por los rumores que han escuchado sobre la inclusión del Lobo, un gran amigo de la familia (ironía), en un Catálogo que, según parece, conllevará que se apruebe un plan de gestión para su conservación, cuando no, su expansión por todo el territorio y muy especialmente por esta Sierra para que así se cumpla, lo que según parece, es su objetivo de crear un corredor ecológico que facilite su acceso y llegada a los Pirineos.
Los que defienden la expansión del lobo en nuestros montes son conocedores que el lobo, como especie, no tienen ningún peligro de extinción puesto que la población en la Península crece de forma notable, particularmente, en la España vacía y vaciada, pero aferrándose a cuestiones administrativas y políticas, como si Euskadi fuese una isla aislada y rodeada con un infranqueable foso, quieren y están empeñados en que en nuestra tierra también tengamos nuestra propia cabaña de lobos. Lobos con label vasco. Eso sí, todo ello, aderezado de un amistoso discurso en favor de la ganadería extensiva y de una armónica convivencia del depredador, el lobo, con el ganado y el sufridor, ósea, el ganadero.

Como siempre, queda meridianamente claro que el papel lo aguanta todo y que los planes diseñados desde la oficina cuadran a la perfección hasta que, lamentablemente, se aplican a la realidad y se cruzan en el camino con el ganado, los siempre aguafiestas de los ganaderos, la dureza de la montaña, la mala climatología, etc. que dan al traste con lo ideado por estos idealistas de salón.
Como decía el papel lo aguanta todo y las declaraciones electorales son atractivas pero la realidad es la que es y la gente del campo es capaz de discernir el grano de la paja y captar la diferencia existente entre “predicar y dar trigo” por lo que apoyará, en coherencia, a aquellos responsables políticos que sean compañeros de viaje frente a aquellos que en el día a día se han dedicado, dedican y dedicarán a poner palos en la rueda.
¡Ay, perdón! He dicho rueda cuando, en paralelo al “burrómetro” español, debiera haberme referido al burro con que algunos quieren que suban los pastores a la Sierra. La próxima vez, lo prometo, procuraré andar más fino.
Xabier Iraola Agirrezabala







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