Agrokit de supervivencia

 


Hace un par de semanas, millones de personas, especialmente jubilados, se lanzaron en tromba a comprar miles de productos de tiendas, ferreterías y farmacias, con las que conformar el famoso kit de supervivencia que nos plantean desde la Comisión Europea y que ha hecho saltar las alarmas en millones de hogares que, como usted y yo, sólo tienen en su despensa, lo justito. Lo estrictamente, justo y necesario.

Recuerdo que cuando mi padre padecía Alzheimer y estaba todo el día sentado o acostado, siempre se quejaba de frío, por lo que, la calefacción llegó a ser un factor clave en casa si queríamos tratar al patriarca en las condiciones que él se merecía y por ello, mi señora, siempre ojo avizor, ante las constantes caídas de luz por tormentas, averías, caídas de arbolado, etc., me planteó la necesidad de contar en casa con un generador para así mantener la corriente eléctrica de forma permanente.

Pues bien, quizás por esa experiencia previa y aunque les tengo que reconocer que seguimos sin generador, me he cuidado muy mucho de repasar la extensa información que se ha publicado al respecto y así he caído en la cuenta que, entre otras cosas, nos plantean que tengamos en casa, alimentos, agua, medicinas, una radio portátil, una linterna, pilas de repuesto, cargadores, dinero en efectivo, copias de documentos importantes, incluidas recetas médicas, llaves de repuesto, ropa de abrigo y herramientas básicas como navajas multiusos. Haga usted, como yo, un breve examen de conciencia y caerá en la cuenta de que no tiene ni la mitad de las cosas que hay que tener. Ósea, como dice Mazón, usted no tiene lo que hay que tener.

Por otra parte, exprimiendo el cerebro, me he planteado el reto de conformar las cosas que debieran integrarse en el kit de supervivencia de un productor agropecuario, es decir, un agrokit de supervivencia y detallarles, uno a uno, los elementos que conforman lo que yo he venido en llamar, agrokit de supervivencia.


En primer lugar, una carpeta de documentos importantes para demostrar la propiedad de las tierras que trabaja y de la cabaña ganadera que maneja, además de los cientos de papeles que suele utilizar y reutilizar para hacer las numerosas gestiones ante la administración. Aunque le digan que la burocracia disminuirá, más aún, tras las tractoradas del año pasado, y que se va a constituir una ventanilla única donde hacer todos los trámites, no se engañe, recopile y guarde los cientos de papeles porque el papeleo no va a menguar, en todo caso, aumentará.

En segundo lugar, hágase con un mapa de la PAC que le oriente sobre la puñetera PAC que, como decía con la burocracia, siempre dicen que se simplificará y cada vez, resulta más complicada de comprender y, además, para más INRI, cuando la dominas, aunque sólo sea a nivel básico, los mandamases de Bruselas ya empiezan a diseñar la PAC del nuevo periodo y así, suma y sigue. Por eso mismo, conviene no olvidar el mapa.

En tercer lugar, adquiera un chubasquero de gore-tex para aguantar bien las chorradas que dicen por los productores agropecuarios, los diferentes colectivos como animalistas, ecologistas, defensores del lobo, etc. y así, los ataques que escuchará resbalarán en la capa de gore-tex y le afectará, lo menos posible, a su vida diaria y al ánimo que se requiere para tirar para adelante en este oficio.

Dicho sea de paso, tampoco estaría mal que se abrigase con unas mantas o un polar frente al paternalismo de algunos clientes que, según afirman, te compran tu producto para hacerte un favor, de algunos responsables políticos que te tratan como si fueses menor de edad, de algunos líderes o cabecillas empresariales que te miran, de arriba abajo y con un halo de compasión o de algunos técnicos de la administración, que te aconsejan, con un insoportable tonillo de superioridad, como si fueses un auténtico ignorante.

Conviene, por otra parte, pertrecharse de unas katiuskas (botas de agua) para meterse en todos los charcos que hay que meterse para defender un oficio y un modo de vida como el agropecuario y el rural frente a la incomprensión de una población cada vez más urbana y urbanita que se acerca a nuestro sector y a nuestro medio rural como tierra a conquistar y exprimir, por mucho que sea, para el disfrute de su, cada vez mayor, tiempo de ocio.

Finalmente, le recomiendo que vaya a la farmacia a por unas pastillas de optimismo, tanto para uno mismo, como para el conjunto del colectivo agropecuario y muy especialmente, para aquellos jóvenes que se acercan al sector para instalarse y hacer de ello su modo de vida. Estas pastillas, quizás, no serán garantía de éxito, pero mucho me temo que, en estos tiempos donde la salud mental de la población es un tema muy en boga, su cuerpo y alma, se lo agradecerán.

En fin. Confío que, con este agrokit de supervivencia, al que usted le puede añadir otras cuantas cosas, le vaya bien, no sólo en las próximas 72 horas, si no en los próximos años.

Xabier Iraola Agirrezabala

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