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POKEMON en la sociedad del pichiglás

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Menudo alivio sintió más de uno el domingo pasado al comprobar que el periódico que me cobija no incluía mi retolica semanal, un espacio, demasiado amplio para muchos, donde además de intentar defender el sector agrario, los productores, la realidad del campo y sus planteamientos, eso sí desde mi particularísimo punto de vista y con mi escasa destreza literaria, intento que los ciudadanos ajenos al sector y al mundo rural en general conozcan, sin pretensiones pero con el máximo realismo, lo que ronda por las cabezas de muchos de nuestros baserritarras. Como podrán imaginar el reciente fallecimiento de mi padre, por esperado que fuese tras sufrir una larga enfermedad durante los últimos 10 años, fue más que suficiente motivo para cogerme un breve respiro y escapar de la nube en que se suele vivir en unos momentos tan duros como los que ha vivido mi familia. Al bajar de la nube y hacer un repaso de lo acontecido en estos últimos días, caigo en la cuenta que son mile

La insipidez de Cañete

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Te emocionas y lloras como Fraga me comentó una vez mi hermana y no le falta razón porque uno, por muy insensible y tosco que parezca, tiene su corazoncito y tanto es así que, en mis horas bajas, llego incluso a llorar a moco tendido con los melodramas que echan las tardes del fin de semana por la tele y que estoicamente soporto entre ronquido, vuelta para un lado y vuelta para el otro. Pues bien, les tengo que reconocer, ahora que no nos oye nadie, que este fin de semana han conseguido emocionarme con la noticia que el diario Noticias de Gipuzkoa tituló “De mayor quiero ser ganadero” donde informaba sobre 7 jóvenes guipuzcoanos de entre 11 y 18 años que han participado en un curso de manejo y preparación del ganado vacuno frisón desarrollado por CONAFE en Asturias. No es ni será el último curso donde participan 7 jóvenes guipuzcoanos pero si será el único o de los escasos cursos de formación donde 7 chavales se animan a viajar a otra comunidad autónoma a formarse

La cabaña del abuelo de Heidi

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Inma y Mikel, acompañados de sus hijos, se dirigían al monte a lomos de unos bellos corceles con el objetivo de gozar del aire puro de las montañas y ejercitar la equitación, el deporte favorito de la familia, pero héte aquí que uno de los corceles tuvo un traspiés ocasionado por el mal estado de conservación del camino y el corcel en cuestión sufrió una aparatosa caída que lo que apuntaba maneras de ser un gozoso día de ocio acabó con el corcel rodando cuesta abajo con el consiguiente peligro para los integrantes de la familia. Dejando la recoña aparte, les tengo que aclarar que el aparatoso accidente tuvo lugar hace unas pocas semanas, no en una excursión para disfrutar de la equitación, sino en el momento en que una joven familia de pastores se dirigía, acompañados de sus hijos, a la borda de la sierra de Aralar para llevar sobre una yegua (bastante más práctica que un bello corcel) el material necesario para sus labores pastoriles a lo largo del verano. Por cierto, h

Del sorpasso al sopapo precocinado

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Terminé la semana pasada con un viaje familiar a la capital gala, para que no se piensen ustedes que el abajo firmante sólo anda entre Bedaio y Armintza, donde pude conocer en los momentos que accedía a zonas wifi los acontecimientos tan importantes que ocurrieron como es el sonado Brexit y las elecciones al Congreso y Senado españoles. Lo del Brexit, aparte del temblor que ha ocasionado la decisión y que ha quemado a los dos dirigentes de los dos partidos mayoritarios, mucho me temo que traerá cola y por lo tanto, más allá de las impresiones particulares que uno pueda tener, habrá que esperar para ver las consecuencias reales y no caer en precipitaciones interesadas; ahora bien, dicho lo dicho, tiene bemoles la actitud del ex-alcalde londinense Boris Johnson que haciendo gala, una vez más, de su actitud de pijo rebelde con los riñones cubiertos de titanio, que en vez de afrontar las consecuencias de su actitud irresponsable, ha dado la espantá y se aparta a la e

Comprando en la Cochinchina

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  Cuando iba a casarme, la que hoy es mi esposa, me mandó a comprar el colchón para el lecho marital y tras visitar tres tiendas, salí de todas ellas abrumado por la inmensa oferta de colchones, (duros, viscoelástico, semiduros, latex, mixtos, etc.) y como se podrán imaginar, volví a casa sin colchón que, a la postre, lo adquirí en una tienda que sólo tenía una única clase de colchones, “el colchón normal” como me dijo la responsable del comercio. Por otra parte, un amigo del sector lácteo me comentaba que un producto de su empresa ya era un producto “maduro” que, irremediablemente, tras su periodo de sorpresa y consolidación, ya había comenzado su cuesta abajo y que, por lo tanto, ya era momento de ir lanzando la siguiente novedad al ansioso mercado. De est os “sucedido s ” y otros cuantos me acordé mientras corría mis kilómetros matutinos escuchando en la radio, Euskadi Irratia para más señas, una tertulia en la que participaba Jon Sarasua, exbertsolari y actualment

Fuera de onda

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Soy uno de los millones de personas que se tragaron el debate a cuatro entre los candidatos a presidente del Gobierno español y lo mío tiene delito, pues tenía bien claro que en aquel debate poco, o nada, se iba a hablar de cosas que realmente me interesan, osea, Euskadi y la agricultura. Euskadi, desde que felizmente ETA paró la maquinaria, no cuenta apenas nada en el debate político estatal y por mucho que se empeñen los nacionalistas en presentarse a todos los sitios con “la agenda vasca” bajo el brazo, mucho me temo que los focos mediáticos apuntan en otra dirección. Por eso mismo, me llamó sobremanera la atención el desliz de Pablo Iglesias, desliz en cuanto que era un halago para un gobierno peneuvista del que despotrica un día sí y al otro también, cuando al hablar de políticas sociales afirmó que ellos quieren instaurar en España la renta básica que ya funciona en Euskadi. La agricultura, lamentablemente, una vez más, estuvo totalmente ausente del debate y si bien Pedr

Los nuevos catetos

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Hace dos años una señora donostiarra se me enfadó cuando, al reconocerme que no había estado nunca en Urnieta, localidad de aproximadamente 5.000 habitantes que se encuentra a escasos 10 km de la capital, le espeté, con esa ironía sangrante que me brota, la verdad sea dicha contadas ocasiones al año, con no poco retintín, la frasecita “señora, que el mundo no acaba en el Tunel de Amara”. Ese mismo año, para ahondar más mi úlcera, pude conocer guipuzcoanos que nunca habían estado en Arantzazu u vizcaínos que no sabían dónde está Azpeitia y caí en la cuenta que todavía convivimos con muchísima gente que no conoce ni dónde está Bedaio ni Armintza pero, eso sí, ha ido de compras a Londres o paseado su esbelta figura por las calles de Praga. Somos así de catetos, valoramos lo foráneo mientras despreciamos, o cuando menos minusvaloramos, lo propio pensando que eso está aquí y ya lo conoceré otro día. Todo esto viene a cuento de una iniciativa que la organización agraria