Vuelta al caserío




HACE ya un par de años Miguel, un agricultor jienense me comentaba los problemas sociales e incluso familiares que le había planteado la vuelta al pueblo de amigos y familiares con motivo de la crisis del ladrillo y del turismo en la costa mediterránea. Los que volvían de la costa al interior empujados por el paro, no alcanzaban a comprender que sus antiguos convecinos-familiares no les recibiesen con los brazos abiertos y les acogiesen como peones en sus explotaciones mientras estos, prudentemente, optaban por continuar con sus peones latinos y magrebíes que les habían sacado las castañas del fuego cuando ellos huían a adorar el becerro de oro que campaba por la costa andaluza.
Miguel, que fue uno de los pocos jóvenes que se quedó en el pueblo al frente de una explotación agraria y que veía como los emigrantes a la costa se reían de él por no aprovecharse del éxito rápido que le esperaba en la franja costera como peón o camarero, ahora, unos cuantos años después, veía como estos emigrantes volvían al pueblo, a su redil natural, añorando, por las circunstancias del momento, la tranquilidad del pueblo y la seguridad laboral y económica de los pocos agricultores que se habían mantenido al frente de las explotaciones familiares que ellos mismos habían despreciado.

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