La semana pascual gaditana




valiéndome de una excusa tan excepcional como las bodas de oro de mis suegros, la familia al completo hemos decidido pasar unos días en la costa gaditana y conocer, de una vez por todas, Andalucía y, más concretamente, la comarca de la Janda que, dicho sea de paso, me ha sorprendido por su bello paisaje de verdes colinas que nos hacía pensar que estábamos en una región norteña y no en los confines sureños de la península.
Las fincas estaban anegadas de agua y por ello los agricultores tenían los tractores en sus naves sin poder entrar en las mismas por lo que la calma era total. Solamente los numerosos rebaños de vacas nodrizas rompían el verdor imperante en esta inmensidad agraria donde, muy de vez en cuando, aparecía un pueblito donde la casi totalidad de sus población vive principalmente de la actividad agraria, del turismo o de los servicios que unos y otros requieren.
La ruralidad gaditana, no me atrevería a generalizar dicha afirmación al resto de provincias, está conformada de pueblitos como los llaman ellos que, trasladándolos a nuestra realidad, bien serían pueblos con el tamaño de una cabecera comarcal con 15 o 20.000 habitantes pero, eso sí, con una realidad socio-económica eminentemente rural y gran peso de la actividad agraria y para subrayar aún más su carácter rural, la distancia de un "pueblito" a otro es de bastantes kilómetros sin viviendas dispersas, ni barrios ni núcleos que rompan con la imagen de pueblo compacto que colinda con el mar verde compuesto por inmensas fincas.
Cuando fuimos a ver uno de ellos, Medina-Sidonia, que aconsejo visitar por ser un pueblo de gran belleza que otea la inmensidad agraria desde su atalaya blanca, mientras conducía entre fincas inundadas por las incesantes lluvias (en los tres primeros meses ha llovido el triple de la media anual en la comarca) y habiendo pasado por delante del cortijo "La Cantora" de Isabel Pantoja, reflexionaba sobre la política de desarrollo rural y sobre su concepción en los despachos de Bruselas para su posterior, y divergente aplicación en los diferentes territorios.

Sigue leyendo en NdG (2014-04-09)

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