Señor Urkullu, el tamaño sí importa



Andamos los vascos enfrascados en una vorágine electoral permanente, acudiendo a las urnas casi cada mes y así, mientras algunos andan haciendo valoraciones sobre el primer año de la legislatura foral y municipal, estamos en un atasco permanente tras dos votaciones al Congreso y Senado y ahora, para más inri, Urkullu nos ha llamado para que acudamos a votar el domingo 25 y Guremariano amenaza con hacernos ir a votar el mismísimo día de Navidad entre polvorón y mazapán y bajo el sopor del champán.

Pues bien ante tanto trajín, idas y vueltas al colegio electoral, lo que consiguen unos y otros es que nos despistemos de lo que verdaderamente importa y que viene ocurriendo en el mundo mundial y así, traigo a colación la inquietante fusión de dos gigantes como Bayer y Monsanto que tras la oferta económica presentada por la alemana a la norteamericana, se materializará en una compañía que estará valorada en 58.500 millones de euros y dominará el negocio de semillas (hasta ahora en manos de Monsanto) y de pesticidas (hasta ahora en manos de Bayer) a escala global.

Esta megafusión entre ambas corporaciones, junto a otras que se están fraguando entre bambalinas y paneles bursátiles como son la fusión de las divisiones agrícolas de DuPont y Dow Chemical o de las canadienses Potash y Agrium que esta misma semana anunciaron la fusión de sus negocios de fertilizantes tiene como consecuencia inmediata la concentración en cuatro manos de los insumos que utiliza y requiere la agricultura mundial, por cierto, un sector agrícola al que éstas megacorporaciones miran con ansia de negocio puesto que todas las previsiones apuntan a que el crecimiento exponencial de la población mundial requerirá, dando por supuesto que es imposible la redistribución equitativa y justa de la ya de por sí suficiente producción alimentaria, de un incremento del potencial agrícola. Pues bien, esta concentración es permitida por los entidades internacionales que regulan la competencia en las relaciones comerciales y por los diferentes gobiernos nacionales afectados a pesar del temor que genera entre los principales afectados, paganos diría yo, que no son otros que los agricultores y ganaderos que van a tener que pasar por el aro impuesto por estas trasnacionales y abonar estos insumos bastante por encima de su valor real.



Es lo que tiene la concentración empresarial tan en boga en nuestra realidad cotidiana donde el tamaño sí importa y donde los procesos de fusión, integración o absorción entre empresas, constantes y perennes provocan que se dé un total desequilibrio de la cadena, en este caso alimentaria, con unos productores, en su mayoría pequeños y de estructura familiar, incapaces de hacer frente a las draconianas condiciones de las empresas transformadoras, logísticas y de distribución les imponen y reflejo de ello es la enésima reunión que el Consejo de Ministros de Agricultura de la UE ha celebrado recientemente sobre la forma de reforzar la posición de los productores en la cadena alimentaria que, una vez más, ha acabado con la previsible división de pareceres entre aquellos que pretenden fortalecer al agricultor frente aquellos otros, lamentablemente los más poderosos, que pretenden salvaguardar los intereses de sus poderosas empresas.

Los poderosos de la cadena tienen los suficientes resortes como para chotearnos de todos nosotros, productores y consumidores, y muestra de ello es la insuficiente, por irrisoria, multa de 3.005 euros impuesta por la Comunidad de Madrid al Corte Inglés por vender a pérdidas el aceite de oliva durante el mes de Enero del 2015 que ha sido el mejor anuncio publicitario de los grandes almacenes para dar a conocer a los consumidores que ellos, frente a lo que pueda parecer, también están en la guerra del precio bajo o el último comunicado de la cadena distribuidora DIA sacando pecho porque en verano, con unas ofertas insultantes, ha logrado multiplicar por ocho sus ventas con respecto al año pasado.



En fin, como decía, el tamaño sí importa, al menos en lo relativo a la cadena alimentaria, y mucho me temo que algo similar ocurre en cuestiones electorales por lo que, espero y deseo que el tamaño de la victoria de Urkullu sea lo suficientemente importante como para facilitar la gobernabilidad del país.


Xabier Iraola Agirrezabala

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