El ascua y la sardina
Esther es una mujer de rompe
y rasga que no te deja indiferente. Es un torbellino cuya fuerza sacude sus
alrededores y que a través de un trabajo de hormiguita se ha labrado su hueco,
su parcela, en el Parlamento Europeo y fruto de ello, además de por la fuerza
de su grupo popular europeo, ha sido designada ponente del informe principal del Parlamento Europeo sobre la
reforma de la Política Agrícola Común (PAC), por lo que estará a cargo de la
redacción del primer borrador de posición de la Eurocámara y a la cabeza del
equipo que negociará con los gobiernos de los países miembros de la UE para
alcanzar un acuerdo final.
La
riojana Esther, Herranz para más señas, estuvo en el mes de enero en Hernani
participando en una mesa redonda sobre la PAC en el contexto de una Jornada
organizada por la organización agraria ENBA y ya en el arranque de dicha mesa
dejó constancia del dominio de la materia agrícola y la vehemencia con la que
defiende sus postulados con los que, como imaginarán, uno no comparte el cien
por cien. Ahora bien, siendo consciente que la PAC ya no es únicamente el fruto
de una noche de copas entre los jefes de estado de Francia y Alemania, como
ocurría en tiempos de Chirac y Schröder, y que la aprobación es el resultado de
una negociación trilateral (Comisión Europea-Parlamento Europeo-Consejo
Europeo), comprenderán que el papel, papelón mejor diría yo, que ha obtenido
Esther en la escena comunitaria es, cuando menos, de coprotagonista.
Las
negociaciones de la PAC ya han arrancado y ya conocemos las líneas generales de
las Propuestas Legislativas para la PAC 2021-2027 por lo que, todo apunta a que
en los próximos meses, ¿año?, el sector en su conjunto, productores, técnicos,
políticos y demás gente, además de los diferentes colectivos que sobrevuelan la
materia queriendo darle su particular toque, andará inmerso en un sinfín de
reuniones, jornadas, congresos y analizando borradores y alegaciones ante dicho
documento original con el fin último de arrimar el ascua a su sardina y
hablando de sardinas, no estaría mal que cada uno definiese cuál es su sardina
actual y, más difícil aún, cuál es la sardina que quiere producir y vender en
un futuro cercano a una sociedad todista, incoherente y alejada del campo al
que, paradójicamente, cada vez reclama más funciones, empezando por la
producción de alimentos, siguiendo por la guarda del territorio y modelación
del paisaje, aportación a cuestiones medioambientales alineadas en la lucha
contra el cambio climático y si esto era poco, además se le reclama que aporte
su granito de arena en la política de migración, poniendo a disposición de los
nuevos habitantes su vasto territorio despoblado.
El
ascua es el medio que utilizamos para cocinar la sardina que queremos comer y/o
servir a nuestros comensales y a semejanza de ello, la PAC es y/o debiera ser
el medio, la herramienta, o mejor dicho una de las herramientas, que utilizamos
para impulsar un determinado tipo de política agraria que queremos para nuestro
país sin caer en el error de aceptar la herramienta, la PAC, como un objetivo
en sí mismo puesto que para lograr impulsar el sector agrario y la alimentación
que anhelamos para nuestro país serán necesarias un conjunto de políticas
públicas y entre ellas, sin obviar su importancia, estará la PAC.
Atribuyen
a Séneca la famosa frase “«No hay viento favorable para
el barco que no sabe adónde va» y algo similar se podría aplicar a muchísimos
responsables de la cosa, tanto sectoriales como políticos, que piensan más en
cómo adaptar su política y cómo contorsionar el cuerpo del agricultor para que
pueda percibir el máximo de ayudas sin caer en la cuenta que es justamente al
revés lo que hay que hacer, orientar y focalizar las políticas y apoyos
públicos en el sector productor y en la alimentación que queremos para el futuro
cercano, sin ejercicios de contorsionismo y sin actuaciones injustificables
para el conjunto de la sociedad.
Los
contrarios a la PAC, muchos, aguerridos, organizados e insistencialistas, suelen
atacarla, entre otros motivos, por la desigual distribución de las ayudas
recurriendo al manoseado 20-80 donde el 20% de las explotaciones percibe el 80%
de las ayudas directas y aunque soy consciente que ese fatídico binomio
porcentual sería radicalmente diferente si pudiéramos sacar del reparto a esos
miles de agricultores jubilados que se agarran como un clavo a su pago PAC dada
la inmisericorde pensión que perciben, no obstante, quisiera invertir el
binomio y focalizar mi mirada en que las ayudas PAC, de media, suponen un 20%
de los ingresos de los productores mientras el 80% restante proviene de las
ventas al mercado. Personalmente no conozco a ningún productor, grande o
pequeño, agricultor, ganadero o forestalista al que le guste percibir ayudas
por su producción, conozco a muchos de ellos cuya viabilidad pivota sobre ese
maldito 20% pero aún así, son práctica totalidad aquellos que les gustaría
vivir, única y exclusivamente, de lo que percibiesen vía precio de sus
productos.
No
es esa la realidad actual, que pudieran vivir exclusivamente del precio, y todo
apunta que tampoco será así en los próximos años. Ahora bien, aún así, ahora
que no nos escucha nadie, me gustaría dar un aldabonazo en las conciencias y
dar un suave tirón de orejas para que no se despiste nadie y que ninguno de
nosotros olvide que lo realmente importante, lo que debemos trabajar, es el 80%
proveniente del mercado.
Xabier Iraola Agirrezabala
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