Ernesto me quiere llevar al huerto
Mi vecina Alejandra, gallega de pura cepa, trabajó la huerta hasta bien cumplidos los 80 años y con una disciplina digna de todo elogio, se tiraba casi toda la mañana, desde bien temprano, para sacar adelante su huerta de aproximadamente unos 1.000 metros cuadrados. La labor diaria de esta vecina que, además, sacó adelante los trabajos domésticos de una familia de 3 hijos, se repetía día sí y día también, lloviese o calentase de lo lindo y fruto de ello, además del rendimiento económico, tenía una huerta que era (aún sigue siéndolo con su hija Lola) la envidia de los vecinos puesto que estaba mucho más limpia y bonita que, incluso, alguna casa. Por ello, no me extrañó en su momento, cuando el Gobierno Vasco tramitaba una normativa sobre el Paisaje, que en el documento oficial se recogiese una mención expresa sobre el perjuicio al paisaje de las huertas “clandestinas” que se ubicaban en las orillas de carreteras, autopistas, vías de tren o riberas fluviales y sobre el efe...