Gato por liebre
Ya huele a Navidad. En nuestra casa, una vez más, el Puente de la Inmaculada es el que dedicamos a los preparativos prenavideños y muy especialmente, a adornar la casa, tanto por dentro como por fuera, donde el pino exterior cobra especial relevancia. Mi entorno, tanto de amistades como familiar, son conocedores de la titánica tarea que supone el arbolito de marras y todos ellos, sin excepción, esperan con ansia, ver cuál es la anécdota del año corriente, si fallan las luces, si se cae la estrellita, si el viento se lleva los adornos, si hay cortocircuito, o qué se yo, porque, tengo que reconocerlo, todos los años, nos ocurre algún imprevisto que nos lleva por la calle de la amargura y es el cachondeo de los allegados. Aún así, ver la cara de satisfacción de niños del barrio y vecinos mayores que apenas salen de casa, me reconforta y me carga las pilas para el próximo año. El día de la Inmaculada, acudí a la parroquia de Santa María de Tolosa a la eucaristía donde disfruté de l...