Agricultura familiar sin familiares
Joxemari, un amigo, murió el miércoles. De gran corazón, pero, con el corazón cansado. Con él, murió un gran polemista. El último diría yo. Le bastaba incorporarse a una reunión o comida para, inmediatamente, de forma natural, percatarse de por donde iban los tiros ese día para, de forma innata, pero con la consiguiente teatralidad gesticular, plantear un tema con el que enzarzarse en una eterna polémica en el que, sí o sí, te ganaba de todas todas, aunque fuese, sólo (con tilde), por aburrimiento. Le echaremos en falta en las sobremesas en las que unas veces llegaba con el traje de ateo y otras, con el traje del Opus Dei. En función, de su pituitaria polemista. Pues bien, ante la falta de Joxemari, me veo en la necesidad de tomarle el relevo y plantear una cuestión que, si bien me ronda por la cabeza en los últimos tiempos, esta misma semana he podido contrastarla con algunos productores. La cuestión que me ronda es la siguiente, viendo la creciente burocracia administrati...