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Mostrando entradas de noviembre, 2022

El turmix de la locura

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  Hasta el moño del dichoso Black Friday. Así de contundente y breve resumo el estado de hartazgo que me recorre por el cuerpo y me hiere el alma tras el bombardeo incesante, por tierra, mar y aire, por prensa escrita, televisión, radio y redes sociales, de esta enésima ocurrencia consumista que nos invade desde el más allá y que nosotros, tras haber sacado las oportunas conclusiones de la época de confinamiento pandémico, nos ha conllevado a dejar de lado la austeridad de la que tanto alardeábamos para, en un pis-pas, echarnos en brazos del más ferviente consumismo. Nos da lo mismo, si la fiebre consumista proviene de los malignos yanquis, en los que todos nos ciscamos habitualmente, o si la fiebre viene de los siempre inquietantes chinos, vía single day, el día de los solteros. La cuestión es consumir a dos manos y omnicanalmente (como verán, uno ya va dominando el lenguaje de los entendidos del retail), tanto presencial como digitalmente. Clic a clic, pedimos a lo loco

Perder el Norte

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  Dice mi amigo Koldo que la mítica película Pretty Woman ha hecho un mal enorme a la prostitución y yo le añado que, para males, peor es la que ha montado Walt Disney con los animales, humanizándolos hasta el extremo. Tal es así que, las nuevas generaciones, y no estoy hablando de los cachorros peperos, cuando se les habla de osos imaginan a Yogui, cuando se habla de un ciervo imaginan a Bambi o al Rey León, cuando se habla de la fauna de la sabana africana. Disney humanizó a los animales, atrajo a los más pequeños a los cines y obligó, a sus progenitores, a comprar todo el merchandising de los animalitos de marras para que, los críos dejen de llorar y poder descansar tranquilamente. Consiguientemente, la humanización nos ha metido las mascotas hasta la cama y tanto es así que, si bien hace unos años el raro el que tenía perro en casa, ahora, los raros somos aquellos que no tenemos perro o gato en casa (perdonen ustedes, pero me niego a hablar de cerdos vietnamitas, conejos o hámste

Propósito de enmienda

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  Jon era un niño que destacaba por pegar a todos sus compañeros de clase. Les metía un sopapo e inmediatamente, les pedía perdón. Llegó el día en que la profesora se hartó del niñato y le sacudió, delante de toda la clase, un tortazo de esos que hacen historia, tras lo cual le pidió perdón. Tras el incidente, la profesora, tomando como ejemplo al niño pegón, expuso al conjunto de la clase que pedir perdón no sirve para nada, si junto con la solicitud de perdón no va el propósito de enmienda, es decir, si no hay una intención clara de corregir lo mal hecho. Saco a colación esta anécdota, de la que tuve conocimiento leyendo un ingenioso artículo periodístico, por que en la actualidad venimos observando numerosas informaciones en diversos medios de comunicación que alertan de la falta de alimentos en los comercios. Que si falta leche, que si empieza a escasear la carne de conejo, que las estanterías de los huevos están vacías, etc. y así, suma y sigue, hasta generar una alerta en el

Hacerle sombra al sol

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  Hace un par de semanas recibí un mensaje de WhatsApp de los que uno difícilmente se olvida. Me propusieron formar parte del jurado de un concurso de quesos y este encargo, para un amante de quesos como el que escribe, no es un encargo, si no un regalo. No se asusten, además de gente de la farándula como este juntaletras, en el amplio jurado conformado por 40 personas había grandes autoridades del queso como Enric Canut, Mikel Zeberio, Iker Izeta, cocineros, periodistas gastronómicos, técnicos en la materia, etc. con lo que se garantizaba el nivel exigido para un evento de este nivel. Tolosa ha acogido el primer mercado de quesos de Euskal Herria integrando en su seno a todos los territorios históricos, a todo tipo de especies ganaderas (cabra, vaca y oveja) y diferentes modalidades de quesos para cada una de las especies. Tolosa ha sido el inmejorable anfitrión y la puesta en escena de un arduo trabajo en la trastienda donde, a riesgo de dejarme alguien en el tintero, creo que de