El turmix de la locura
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Hasta el moño del dichoso Black Friday. Así de contundente y breve resumo el estado de hartazgo que me recorre por el cuerpo y me hiere el alma tras el bombardeo incesante, por tierra, mar y aire, por prensa escrita, televisión, radio y redes sociales, de esta enésima ocurrencia consumista que nos invade desde el más allá y que nosotros, tras haber sacado las oportunas conclusiones de la época de confinamiento pandémico, nos ha conllevado a dejar de lado la austeridad de la que tanto alardeábamos para, en un pis-pas, echarnos en brazos del más ferviente consumismo. Nos da lo mismo, si la fiebre consumista proviene de los malignos yanquis, en los que todos nos ciscamos habitualmente, o si la fiebre viene de los siempre inquietantes chinos, vía single day, el día de los solteros. La cuestión es consumir a dos manos y omnicanalmente (como verán, uno ya va dominando el lenguaje de los entendidos del retail), tanto presencial como digitalmente. Clic a clic, pedimos a lo loco