Tras la cortina
Un país de pandereta es la expresión más común, y más apropiada, para definir la actitud de una gran parte del Estado. Mientras el país pasa una grave crisis sanitaria a cuenta de la pandemia y un momento económico y social, más que delicado, por una recuperación que no acaba de coger velocidad de crucero, tal y como auguraban, los gurus en la materia, el pópulo, y su derivada en el coso político, anda entretenido, acuérdese de aquello de pan y circo, con la nueva pareja de Urdangarin y con el culebrón de las votaciones del Benidormfest. Ahora bien, para entretenimiento con votaciones, tampoco es que haya que ir a ningún programa televisivo puesto que espectáculo, tan entretenido como bochornoso y lamentable, es el que nos han ofrecido los políticos, algunos al menos, con la votación final de la Reforma Laboral. Como en los mejores thrillers, tensión hasta el último segundo, dos medio transfugas navarros y un error popular, hicieron que los ujieres del Congreso tuviesen todos lo...