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El verbo escuchar

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  Dice mi amigo Fernando, madrileño, aunque de origen castellano, que lo más sencillo es lo que yo hago, dedicarme a escribir, sólo a escribir y a repartir estopa a diestra y siniestra. Sin aportar soluciones y sin comprometerme con nada, piensa él. Quizás no le falte razón en alguna de sus apreciaciones pero la verdad es que, visto el momento que vivimos, no es plato de gusto sacar a la palestra temáticas, acciones, actitudes y/o ausencias, cuando lo más placentero sería sacar el botafumeiro semanalmente y repartir incienso a todo pitxitxi. Sería, seguramente, más gratificante para ellos y para mí, pero, lo siento mucho, eso no va con la actitud del juntaletras. No escribo para agradar a los de arriba si no para dar voz a los que pisan tierra y la trabajan aunque, de vez en cuando, tengo que reconocer que uno se lleva una sorpresa y esta misma semana, fui invitado a una visita a una explotación ganadera de Eider Mendoza, candidata a diputada general de Gipuzkoa por el PNV, donde ade

Tocar Hueso

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  En nuestra casa, la verdad sea dicha, no somos muy imaginativos e innovadores en lo que a cocina se refiere. Yo, lo reconozco aquí en privado aunque lo niegue en público, soy un inútil total de la cocina y por ello, esa responsabilidad, y van unas cuantas, recae sobre las espaldas de mi mujer que, ésto sí lo reconozco públicamente, tiene una muy buena mano en las tareas culinarias aunque si tengo que ser sincero, tampoco lo tenía muy complicado, al no tener más que seguir la senda de su madre, mi querida suegra, que dejó a la altura del barro a la mismísima Marquesa de Parabere. El miércoles de la semana pasada, por cierto, innovamos durante la cena metiéndonos unas salchichas entre pecho y espalda. Ya sé que no es nada como para tirar cohetes pero la cuestión es que en nuestra familia era algo nuevo y además, les informo que dichas salchichas, 100% de carne de vacuno, además de exquisitas son el resultado conjunto de unos 300 ganaderos vascos reunidos en la cooperativa Harak