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El monte es de todos

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  Estamos en fechas plenamente navideñas donde la tradición de comer cordero lechal es algo muy presente en muchas de nuestras casas. En la mía, sí al menos. Por eso mismo, no puedo dejar de acordarme de ese gallego que pretendía, desconozco si lo ha logrado, comerse en la cena de Nochebuena el cordero que estaba criando dado que su propia hija se le ha rebelado y emprendido una campaña en la página CHANGE, contra su intención de zamparse el cordero, y para ello ha lanzado una recogida de firmas bajo el lema “Salvemos a Almodóvar”. El nombre del cordero también tiene su aquel. El mundo está cambiando a marchas forzadas y no precisamente a mejor. Ni todo cambio es malo ni todo cambio, por el mero hecho de cambiar lo anterior, tiene por que ser positivo, per se, y en este sentido, considero que algo así ocurre con la relación que tiene la gente que vive en las áreas urbanas, no precisamente de grandes urbes, para con el medio rural, con la gente que habita en ellas y más concreta...

Astros alineados

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El patio político español anda más que revuelto. La moderación fracasa por ser demasiada anodina en esta sociedad del tuit, del griterío y del espectáculo, donde lo que vale es la estridencia y así en la dinámica del “que más grita, capador”, los extremistas se adueñan del micro, reconfortan a sus incondicionales, se refuerzan entre sí y el que no les siga, ¡cómo no!, será tildado de “cobarde, maricomplejines y pastelero”. En este museo ibérico de los horrores sólo cabe la brocha gorda, no hay matices, no hay gama de grises, ¡o blanco o negro!.  Pues bien, tras el más que previsible rechazo multilateral de los Presupuestos Generales del Estado en el Congreso ya conocemos la fecha de marras para las elecciones, el 28 de abril, por lo que vayan petrechándose de sira y katiuskas porque la que va a caer, va a ser terrible. Los presupuestos de un Gobierno, al menos en lo que a Agricultura se refiere, que pasa con más pena que gloria y si me apuran, les diría, sin querer ser...