Amiplín
Tengo un amigo que lleva un tiempo estresado por cuestiones laborales a consecuencia de la pandemia y en un alarde de gracejo, ha bautizado a su tranquilizante de cabecera, como la pastilla Amiplín que, sorprendentemente, le sitúa en un estado anímico de pseudo-pasotismo que le permite llevar una vida más placentera. Es algo parecido a cuando te preguntan, ¿qué tal vas? Y le respondes, muy amablemente, “quitando todo lo malo, bien”. Pues bien, en estas estamos cuando comparto mesa con unos cuantos ganaderos de vacuno de leche que miran al futuro, por no decir presente, con algo más que temor. Agudizo el oído y con paciencia histórica para escuchar, acción que ejercitamos menos de lo necesario, sus vivencias , sus quejas y sus planteamientos, me cuentan que en los últimos años sus explotaciones proporcionan una rentabilidad justa, por no decir insuficiente, si tenemos en cuenta la gran inversión en maquinaria e instalaciones que necesitan para estar al día y no poder comba...