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Mostrando las entradas etiquetadas como Parlamento Vasco

Soñar es libre

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  Los pelos como escarpias, sería la mejor expresión para definir lo que sentí la semana pasado al ver las imágenes que los organizadores de la carrera ciclista del Tour proyectaron tanto de la salida en Bilbao como en las siguientes dos etapas que discurrieron por Euskadi Sur y que acabó en Baiona, en Euskadi Norte. Miles de personas en calles y carreteras animando a los ciclistas, con su bandera, ikurrina en mano y aprovechando la carrera para situar nuestro país, Euskadi, en la escena internacional y además, todo ello, en perfecta armonía y con una organización digna de todo elogio. La guinda del pastel hubiese sido que algunos de los ciclistas hubiesen corrido con las bicicletas de madera, marca Axalko para más señas, que hacen en la pequeña carpintería Txirbil del pequeño pueblo de Zerain, en el Goierri gipuzkoano, ejecutadas a la perfección por el tandem Aitzol y Aritz y que, en su mayoría, paradójicamente, son dirigidas a la exportación. En fin, en ésta no ha podido ser, per

Puerta a Puerta

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“Yo soy católico, apostólico y románico” (en vez de decir “romano”) fue la frasecita que disparó mi padre hace muchos años a un par de testigos de Jehová que nos daban la murga todos los sábados, siempre a la misma hora, a la 1 de la tarde, que en mi casa era la sagrada hora de comer. Esta anécdota me hizo pensar en lo profundo de sus convicciones religiosas que les impulsa a patear pueblos y calles intentando convencer a los incrédulos o intentando reorientar a los pocos católicos que incautamente abren la puerta de su domicilio. No voy a entrar en la leyenda urbana de si son secta, que si les pagan por cada libreto que endosan, etc. La cuestión es que tiene un mérito del carajo ir, puerta a puerta, intentando exponer y convencernos de “su buena nueva”. Utilizo esta anécdota a modo de introducción para ilustrales lo que he sentido multitud de veces cuando, en función de mi responsabilidad en la organización agraria ENBA de Gipuzkoa en la que trabajo, he acudido a

Las ausencias del debate (decisivo)

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Viendo el Teleberri del finde caí en la cuenta que fui uno de los pocos que optó por quedarse por casa en el Puente de la Inmaculada ya que el que no se había ido a Madrid, se había ido a Munich y el que no, volvía al pueblo que, según parece es el refugio seguro al que todos recurren cuando el bolsillo anda constipado. Pues yo, también me quedé en el pueblo, en el mio, Legorreta para más señas, y siguiendo con la tradición familiar me dediqué a labores decorativas navideñas que van desde poner el pino hasta engalanar todos los rincones de la casa. Agotado de subir y bajar de la escalera para el dichoso pino, además de reponer bombillas y mover figuritas y espumillones de un lado para otro, el lunes por la noche, incauto de mí, me puse frente al televisor para seguir el Debate Decisivo, la madre de todos los debates, tal y como lo venían vendiendo los de Atresmedia desde hace un mes, y tengo que reconocer que debo ser algo masoquista puesto que aguanté hasta el final.

El mayorazgo de Usarraga-Berri

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Mi abuelo Patxi vio nacer a 6 de sus 7 hijos en el caserío Aztiola de Bidania (caserío ubicado en las alturas más cercano a la vecina Beizama que al propio núcleo bidanitarra) puesto que el séptimo, el más joven, Pascual (mi padre) nació en el caserío Usarraga-Berri que, éste sí, se ubicaba en la zona llama de lo que se llamaba la Universidad de Vidania. Mi abuelo, alcalde nacionalista destituido por los golpistas del 36, obró como el resto de la sociedad rural de la época y dejó todo su patrimonio, osea los dos caseríos y sus tierras, en manos de su hijo mayor, Patxi, que para eso era el indicado para personalizar la figura del mayorazgo y porque me imagino que mi abuelo observó que su hijo Patxi era muy buena persona. Por cierto, ahora que no nos oye nadie, les tengo que desvelar que como yo era su “besotakoa” (refiriéndose así al padrino que llevaba a su apadrinado al bautizo en sus brazos) mi nombre completo es “Patxi Xabier”. El mayorazgo, antiquísima costum

Amama Sebastiana

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Esta misma semana se plasmó, negro sobre blanco, en el boletín oficial de Euskadi la Ley del Estatuto de la Mujer Agricultora que previamente fue aprobada en el Parlamento Vasco por unanimidad de todas las fuerzas parlamentarias allí presentes. Sí, lo ha leído bien, extrañamente fue aprobada por unanimidad concitando el apoyo de parlamentarios de derechas, centro e izquierda, sean nacionalistas vascos o nacionalistas españoles. El Estatuto recoge una serie de principios, teóricos y generalistas, de apoyo a la mujer agricultora y de fomento de políticas de igualdad para poder visibilizar el hasta ahora “invisible” trabajo desempeñado por estas mujeres, heroínas del día a día y verdadero pilar del caserío. Conozco de primera mano, no tengo más que recordar a mi querida abuela Sebastiana, de numerosos ejemplos donde el marido era el verdadero señorito de la finca, el que acudía a la feria semanal, el que mantenía las relaciones públicas con las fuerzas vivas (ayuntamiento,

El jardín de los parlamentarios

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Recientemente un informativo de una televisión estatal daba cuenta del lio que se montó en pleno centro de Barcelona al comprobar que un jabalí campaba a sus anchas por sus calles y jardines y la presentadora destacaba que, si bien era bastante habitual que los jabalíes apareciesen en los barrios altos, no lo era tanto que entrase, como suele decirse coloquialmente, hasta la cocina. Viendo este tipo de noticias y el cariz de show que le dan los propios periodistas, me refuerzo en la idea de lo alejado que vive el mundo urbano del rural puesto que en nuestros pueblos es más que habitual observar cómo los jabalíes o los corzos bajan hasta abajo ocasionando numerosos accidentes de tráfico y más de un susto si andas despistadillo. Los jabalíes campan a sus anchas en las praderas y valiéndose de su poderoso hocico te levantan, en un pis-pas, todo un hierbal, girando la hierba como si fuesen jardineros que están poniendo el césped de Anoeta y lo que es peor, te dej