Las ausencias del debate (decisivo)
Viendo el Teleberri del finde caí en la cuenta que fui uno de los
pocos que optó por quedarse por casa en el Puente de la Inmaculada
ya que el que no se había ido a Madrid, se había ido a Munich y el
que no, volvía al pueblo que, según parece es el refugio seguro al
que todos recurren cuando el bolsillo anda constipado. Pues yo,
también me quedé en el pueblo, en el mio, Legorreta para más
señas, y siguiendo con la tradición familiar me dediqué a labores
decorativas navideñas que van desde poner el pino hasta engalanar
todos los rincones de la casa.
Agotado de subir y bajar de la escalera para el dichoso pino, además
de reponer bombillas y mover figuritas y espumillones de un lado para
otro, el lunes por la noche, incauto de mí, me puse frente al
televisor para seguir el Debate Decisivo, la madre de todos los
debates, tal y como lo venían vendiendo los de Atresmedia desde hace
un mes, y tengo que reconocer que debo ser algo masoquista puesto que
aguanté hasta el final.
Ejerciendo de politólogo y una vez descontada la lamentable ausencia
de Guremariano, tengo que comentar que Soraya, la que en teoría más
tenía que perder en la contienda viendo el lodazal en que se
encuentra metido su partido, salió mejor, o quizás debiera decir
“menos mal”, de lo esperado y el resto, consecuentemente, no
cumplieron las altas expectativas iniciales. Resumiendo, creo que el
único ganador del debate fue la propia cadena televisiva que
organizó ese espectáculo.
Entrando en materia, me llamó mucho la atención que no se tratase,
incluso que ni se mencionase, la cuestión vasca, lo que refleja,
además de suponer un cierto alivio personal, que Euskadi está fuera
de la agenda de los presidenciables y que en estos momentos no
alcanzamos el rango de lo que hasta ahora conocíamos como “problema
vasco”. Por tanto, primera conclusión, Euskadi pinta bien poco
para esos cuatro.
Siguiendo con el debate pero ahora mirándolo desde la óptica
sectorial del sector agrario y del mundo rural, tengo que concluir
que....
, otro tanto, que ni el sector primario estatal ni el mundo rural
pintan nada para estos cuatros partidos políticos. En ningún
momento de las dos horas largas que duró el debate se habló ni del
sector productivo, ni de la industria agroalimentaria, ni de la
problemática de relevo generacional que vive el campo ni del grave
problema de despoblación que viven, principalmente, las provincias
eminentemente rurales que circundan la capital del reino.
Centrándome en esto último, son muchos los estudios publicados
sobre el gravísimo problema de despoblamiento que sufren numerosas
provincias del centro de España, a pesar de su relativa cercanía
con la gran urbe madrileña, y en todos ellos además de hablar de la
infradensidad de población se debe hablar de la invertida pirámide
demográfica de esos pueblitos porque observándola llegamos a la
triste conclusión que esos bastos territorios están biológicamente
muertos.
Dice, Francisco Burillo, catedrático de prehistoria en la
Universidad de Zaragoza que existe un amplio territorio denominado
por él como Serranía Celtibérica, conformado por comarcas de
Aragón, Castilla y León, Valencia y Castilla-La Mancha que siendo
siendo dos veces más extenso que Bélgica y con 614 núcleos de
población con menos de 100 habitantes y que en el interior de ese
territorio la densidad de población es de 1,63 habitantes por
kilómetro cuadrado frente a los 1,87 que tienen en la gélida
Laponia y que además, en dicho territorio español tienen un 7,33%
de menores de 15 años y un 32,05% de mayores de 65 frente al 15,33%
de menores y 19,62% de mayores que tienen en el territorio lapón.
¡Osea, un futuro más negro que la tinta del chipirón!
Pues bien, volviendo al debate, ni los agricultores ni los habitantes
del medio rural están en la agenda de estos cuatro partidos y menos
aún si cabe, cuestiones de tan hondo calado pero largo plazo como el
fenómeno de la despoblación. Ahora bien, a lo largo del debate
llegué a intuir, quizás es que ya estaba medio dormido y con las
defensas bajas, que los partidos nuevos, los llamados ahora
emergentes, verían bien impulsar una reforma electoral donde los
escaños se distribuyan por el único factor de población con lo que
las provincias rurales, esas que conforman lo que el profesor Burillo
llama la “Laponia del Sur” además de perder población,
dinamismo social y económico podrían perder también parte de
poder, o al menos, influencia política en los mandamases madrileños.
Osea, como dice el dicho, ¡ a perro flaco, todo son pulgas!.
En Euskadi ya hubo alguna polémica al respecto por la igualitaria
proporción de sillones que cada Territorio Histórico tiene en el
Parlamento Vasco, independientemente del número de población pero,
felizmente, la polémica se la llevó el viento y este pueblo
mantiene una representación política igualitaria para todos los
Territorios (incluidos los 25 sillones reservados para Nafarroa) que
además de su notable connotación política tiene su vertiente de
equilibrio territorial que no debemos olvidar.
Xabier Iraola Agirrezabala
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