La leche del futuro
Vuelvo de haber pasado el Puente de la Inmaculada en Londres con la familia y una amiga a la que, aunque no se lo crean, le tocó el viaje en un sorteo de una firma de pipas que no hay que dejar de probar antes abandonar este mundo. De la mega urbe, dos cosas me llamaron la atención. Primero, Londres, al menos lo céntrico, es una ciudad orientada exclusivamente al negocio y al consumo compulsivo con una vida comercial que atrae a unos tanto como asfixia a otros. Segundo, el Brexit ha sumido el país en un pozo sin fondo del que nadie sabe cómo salir, al menos bien parados, y creo que, viendo las tribulaciones que ahogan a la señora May, serán bastantes los británicos que se “acordarán” del inefable primer ministro conservador David Cameron que con una genial ocurrencia les metió, vía referéndum, en este lío que además de liquidar su propio futuro puede poner en riesgo el de la propia nación. Pues bien como dice el dicho popular, la cabra tira al monte, y yo aproveché hasta la mín...