La placa de la Diputación
Mi mujer y amigos están advertidos que yo no me voy de este mundo sin cumplir los 100 años para así poder ser enterrado con mi merecida placa conmemorativa que suele dar la Diputación. Lo que empezó siendo un chiste entre amigos y familiares va cogiendo visos de realidad y tanto es así que ya he llegado a la mitad del trayecto y por lo tanto, debo ir preparándome para el ansiado momento. No obstante, cada vez que me alegro al imaginar lo guapo que estaré en mi caja, repeinado, con el traje de domingo y con mi plaquita entre mis dedos, siempre tiene que haber alguien que me fastidie el día y así, últimamente, son muchos quienes pretenden amargarme mi momentico recordándome las penurias que vamos a pasar nuestros últimos años con la reducción de las pensiones y lo crudo que lo tendremos si no ahorramos un poco más para complementar, privadamente, la recortada pensión pública. Muchos de estos gafes, aunque no lo digan públicamente y aparezcan anunciados como expertos “neutral...